Victoria del Huesca a domicilio 8 meses después con un minuto de oro y un Obeng estelar (1-2)

Un segundo tiempo vistoso en ataque permite rebasar el objetivo de los cincuenta puntos y la oportunidad de acabar una temporada irregular con dignidad

20 de Mayo de 2023
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Obeng, satisfecho tras su golazo. Foto LaLiga
Obeng, satisfecho tras su golazo. Foto LaLiga

FICHA TÉCNICA

Lugo: Sequeira, Juanpe, Sené (Carbó, minuto 47), Baena, Ze Ricardo (Barreiro, minuto 58), Xavi Torres (Idrissa, minuto 58), Loureiro, Alberto, Castrín, Sebas Moyano (Scepovic, minuto 87) y Antonetti (Calaveras, minuto 87).

Sociedad Deportiva Huesca: Andrés Fernández, Juanjo Nieto, Rubén Pulido, Jeremy Blasco (Timor, minuto 62), Florian Miguel, Marc Mateu (Ignasi Vilarrasa, minuto 76), Cristian Salvador, Kento Hashimoto (Óscar Sielva, minuto 57), Javi Martínez (minuto 76), Enzo Lombardo (Joaquín Muñoz, minuto 57) y Samuel Obeng.

GOLES: 0-1: Minuto 48: Javi Martínez. 0-2: Minuto 49: Samuel Obeng. 1-2: Minuto 72: Sebas Moyano.

ÁRBITRO: El canario Raúl Martín González Francés y en el VAR, el árbitro de los ascensos, José Antonio López Toca. Ha amonestado a Loureiro por el Lugo (minuto 57) y Marc Mateu (71)

INCIDENCIAS: Muy poco público en el Anxo Carro. La directiva del Lugo ha entregado un detalle de productos locales al consejero del Huesca Pedro Ibaibarriaga. Cuco Ziganda ha visto el partido desde la grada por su segundo partido de sanción.

La Sociedad Deportiva Huesca ha sonreído fuera de El Alcoraz por primera vez desde la Virgen del Pilar, el 12 de octubre. Ocho meses largos después, un minuto ha bastado para sumar de tres en tres (algo bastante infrecuente en esta temporada que suma ya 19 empates) y para reivindicar la alegría de un jugador que ha sido una bendición, Samuel Obeng, que ha estado impresionante con su golazo de rosca tras robo y regate, con su pelea y con sus asistencias. El equipo ha salido bien, ha vivido leves zozobras en un final del primer periodo mediocre, y en un arranque explosivo en la reanudación ha sentenciado. Sólo la insistencia de uno de los mejores del choque, Sebas Moyano acompañado por la distracción generalizada defensiva, ha permitido poner la incertidumbre en una segunda mitad aseada en la contención y vibrante en el ataque. El rival, descendido, era terreno abonado, pero la relajación era una tentación en un cuadro, el del Cuco Ziganda, poco dado a la explosividad. Un minuto de oro, del 48 al 49, ha acopiado los tres puntos. Ahora sí, aunque innecesario, ya tenemos los 50 puntos.

El arranque ha constatado la hipotensión del encuentro, incluso la dilatación de un Anxo Carro que se ha hecho enorme para el público que se ha congregado para sufrir su último episodio en Segunda División. La distensión se ha percibido en ambos equipos. Íñigo Vélez ha dado la primera titularidad al portorriqueño Leandro Antonetti y a otros jóvenes valores. Mossa, que esta tarde ha lucido el pinganillo de la conexión con el Cuco Ziganda en la grada, ha tirado de novedades. Jeremy ha vuelto al once y, después de bastantes más ausencias en la titularidad, otros como Javi Martínez, Enzo Lombardo, Juanjo Nieto y Kento Hashimoto. Los tres últimos no lucían la camiseta en el minuto uno desde la prehistoria.

Así la predisposición, la tarde ha comenzado siendo la de la marmota. Hasta el comentarista de Movistar ha reconocido que al Huesca hay que exigirle más porque el final de temporada ha sido "horrible". La diferencia de potencial es evidente. Los azulgranas se han hecho, a ritmo de bolero de Los Panchos, con el control del choque. Sin demasiada oposición, los dos laterales profundizaban y centraban, pero con tan escasa precisión como colocación de los delanteros. Así las cosas, los minutos han transcurrido parsimoniosamente. Algunos de los rasgos propios del fútbol de hoy se han manifestado. Una falta idónea para el Lugo en el minuto 16 con sesgo de peligro se ha sustanciado con la tontería posmoderna del balompié. En lugar de colgar al área, tres centros horizontales hasta la pérdida. Lo del tiki-taka ha hecho mucho daño. Es como la cocina molecular cuando la quiere elaborar la tasca de mi pueblo, que sale una horripilancia.

Una de las constantes de esta temporada es que al Huesca le pitan con facilidad penaltis en contra y no le señalan los que son presumiblemente a favor. En el minuto 20, una mano de Castrín en una disputa con Juanjo Nieto se ha quedado en nada. Paradójicamente, el trencilla había señalado desde lejos mano de Nieto, pero había sido del defensor lucense. Sin problemas. En el VAR, el talismán López Toca ha hecho labor de costura audiovisual y ha dicho que nada, que sigan. Es la versión futbolera del arte de birlibirloque, con destreza y maestría.

Cansinamente, el encuentro transcurría entre derroteros inhabituales. No está acostumbrado el Huesca a tener más posesión de balón, pero enfrente se hallaba un equipo tristón, condenado, abatido. Sin embargo, la primera clara la ha tenido el Lugo en una deficiencia defensiva azulgrana, con una diablura de Sebas Moyano (que ha hecho unos cuantos retratos a los centrales) que ha servido a la cabeza de Juanpe, quien ha encontrado la réplica espectacular de Andrés Fernández (minuto 33).

Ha desarrollado una gran habilidad el Huesca para animar a los rivales. Tiene algo de apostolado: nutre de fe al más deprimido. Sebas Moyano parecía Messi de repente, se iba de Jeremy (minuto 34) con rapidez aunque el fuera de juego y tres después le hacía un roto a media defensa hasta que le ha parado Juanjo Nieto. Los pocos espectadores se han entonado, han borrado de su consciencia la lóbrega realidad y hasta han cantado lo de sí se puede. Una aspiración de corto plazo, pero el fútbol no es nada sin ilusión.

Los últimos minutos han discurrido entre una apatía que no es sino el reflejo de una temporada que nos lleva al "oxímoron Huesca": la disciplina errática. La incapacidad para salirse del guión que conduce a la anarquía en la que penetran los contrincantes. El Lugo se lo ha crecido en el magma de las pérdidas de balón y la incapacidad creativa del Huesca. Tan sólo un arranque de Obeng, que estaba en fuera de juego, ha dado sensación de cierto peligro. El árbitro,Raúl Martín González Francés, ha decidido que con 45 minutos de inanidad era suficiente. Al vestuario, a descansar... de lo que sea.

DOS GOLES Y OBENG SUPERLATIVO

Como si hubiera una cierta pereza, seguramente para coordinarse con el resto de partidos (como si tuviera alguna influencia para algo), la reanudación ha arrancado con cinco minutos de retraso. Conversaciones, risitas y bromas entre el colegiado y los contendientes. 

El Huesca, en cualquier caso, ha salido como en la primera mitad con más intención y esta vez sí con mayor profundidad. Y en un minuto lo ha resuelto todo. En el 48, uno de esos córners indirectos (los gilicórners) parecía llamado a la enésima frustración, pero Marc Mateu y Lombardo han combinado bien, el francés ha cedido a Javi Martínez y el soriano ha alojado magníficamente el cuero en el lado contrario a Sequeira (0-1). Un alivio pensar en la segunda victoria a domicilio. Y, en menos de un minuto, fantástico robo de Samuel Obeng en ataque, él se lo guisa, él se lo come, penetra y cruza con una rosquita fabulosa el 0-2.

Ahora sí, todo encarrillado. Vencido el cuadro local, los de Ziganda se han venido arriba. Muy pronto Javi Martínez ha rematado de cabeza desde muy lejos y a punto ha estado de cazarla a gol Florián. Mossa ha efrectuado un doble cambio, con Óscar Sielva y Joaquín Muñoz por Kento y Lombardo. Más creación y chispa en la parcela ancha y el ataque (minuto 57). La mala nueva ha sido la lesión de Jeremy que, tres minutos después, ha debido dejar su lugar a David Timor, que ha asumido su papel de señor de las barbas en el centro de la retaguardia. El tercero ha podido llegar muy pronto, con un acrobático remate de Samuel Obeng al poste (63).

Pero el Huesca del 2022-2023 no está hecho para la facilidad. El Lugo, que ha escuchado algunos pitos a su sustituido Xavi Torres (relevado junto a Ze Ricardo por Idrissa y Barreiro), ha empezado a creérselo gracias a un cabezazo de Sebas Moyano en el 72 aprovechando un saque de falta lateral de Idrissa tras una acción de Marc Mateu (1-2). Ha entrado en zona de testarazo como Pedro por su casa. Error defensivo grueso, de los que definen las desconexiones. El más pequeño en el césped elevándose imperial sobre los incautos. Y a partir de aquí...

Pues a sufrir. El Lugo encorajinado ha puesto cerco a la meta de Andrés Fernández y en un saque de esquina un agarrón de Obeng dentro del área a Barreiro no ha sido penalti porque el VAR no lo ha querido. Dudas razonables porque el ghanés ha pecado de fogoso, pero inédita e inauditamente el VAR no ha perjudicado al Huesca. ¡Aleluya! 

Después del aburrimiento de la primera mitad, han sucedido cositas. Primero, el doble relevo con evidentes intenciones defensivas de Ignasi Vilarrasa por Marc Mateu y de Patrick Soko por Javi Martínez. El primero de ellos, un clásico para contener. El segundo, más audaz (llamémosle así). En el 79, Soko ha marcado pero su gol ha sido anulado justamente porque el asistente, Obeng, ha arrancado en evidente órsay (precioso término en desuso, de los que daban lustre al balompié de antaño). Por cierto, el ariete se ha marcado una exhibición en la segunda mitad, yéndose de todos, rematando y asistiendo. En el 89, se ha encontrado con una mano de Siqueira cuando se colaba.

Los últimos minutos han registrado la tensión propia de jugadores meritorios e impropios de un equipo en descenso como Barreiro, que ha estado a punto de enganchar un cabezazo pero Timor ha arrebatado el esférico. Nervios hasta el final porque el Cuco Ziganda quiere acabar con un mejor sabor de boca y ésta era la oportunidad del segundo triunfo a domicilio. Más de ocho meses después, ante un descendido, pero al fin y a la postre un cierto alivio. Un minuto puede cambiar el gesto. Y un tipo como Obeng que es una bendición por su actitud. Cinco goles en un equipo poco generoso con sus delanteros centro y en menos de media temporada son una barbaridad.

No es para la euforia, pero al menos alegra ver competir hasta el último suspiro. Se sobrevive a un año difícil y se hace con dignidad. Esta vez tocan aplausos.

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