Es el madrugón más deseado de miles y miles de jóvenes de todo el año. Sin pereza, se despiertan, se preparan, esta vez toca verde y blanco, y se juntan en los portales de sus casas para partir hacia los destinos, que no son sino los bares y restaurantes que se han convertido en perfectos ejércitos de organización para atender un nivel de exigencia extremo.
Por todos los puntos cardinales de la ciudad, han irrumpido cuadrillas alegres, con una sonrisa en la cara deslumbrante, y con esa faz han saludado en los establecimientos. En la inmensa mayoría, todo está programado. Los que quieren huevos con longaniza, adelante. Los que prefieren el chorizo, pues más fortaleza. O el lomo.
En muchos centros, ensaladas con buen tomate rosa, cebollica de fuentes y olivas aragonesas. En otros, embutidos. E incluso, dependiendo de la especialidad, otras ofertas. Todo llega acompañado de buenos vinos del Somontano y de cervezas, en otros casos refrescos. Todo al gusto.
El caso es que Huesca, a estas alturas, es un auténtico hervidero de gentes lanzadas a prepararse como corresponde para esta fecha. Desde hace más de tres décadas, la gran jornada almorzadora es la víspera. Es ya un ritual al que no faltan sobre todo los jóvenes, que ya empiezan a apuntar con manchas en su inmaculado blanco, pero que se extiende a todas las capas de edad.
Los bares afirman que este 2025 el día 10 también vendrá fuerte. Pero, de momento, a estas horas, es día 9 y todavía no ha prendido el cohete anunciador.
Algo menos madrugan los talluditos, muchos de ellos clientes de bares y otros de restaurantes de postín y de hoteles. Aquí el menú varía. Los embutidos crecen en calidad, se varían los entrantes y entra en liza el pollo al chilindrón o el ternasco. Caldos de etiquetas renombradas, tomate rosa con topónimo, el cava que irrumpe de repente y dulces de las afamadas pastelerías de Huesca. Y todo con buenos deseos, con felices fiestas, con pañoletas verdes y con un brillo en los ojos que no engaña. Es San Lorenzo. ¿Cómo que es San Lorenzo? ¡Viva San Lorenzo! ¡Viva Huesca!