La Basílica de San Lorenzo empieza a ser un hervidero de colaboradoras y colaboradores que no escatiman esfuerzo y voluntariado para que el templo, que cumple 141 años desde su consagración por el papa León XIII siendo rey Alfonso XII, luzca espléndido en las celebraciones de las fiestas que, además, cuentan con el añadido de la efemérides que nos acompaña todo el año: el 1800 aniversario del nacimiento del diácono y mártir.
Esta tarde de lunes, las voluntarias que se encargan por amor a ese arte que es la fe y la devoción estaban dejando todo como se dice, en expresión castiza, niquelado. Unas fregaban el suelo y frotaban las piezas religiosas hasta que relucieran, con San Lorenzo en su vitrina como testigo de excepción. Otros se afanaban para que la capilla del santo expresara todo su esplendor, a la espera del anhelo de la Real Cofradía de disponer de una iluminación al alcance de su significado para los oscenses.
En el exterior, los miembros de la Junta de la Real Cofradía adelantaban la indumentaria laurentina, de blanco pleno de pureza y verde de esperanza. Se siente ya la fiesta y las tradiciones en torno al patrón. No es que fuera un ensayo, simplemente la característica reclamación de un medio de comunicación en la elaboración de sus especiales. Como nuestra Revista, adelantada a los tiempos ya desde el 31 de julio.
Tiene su punto ritual la salida de la peana de San Lorenzo desde el almacén lateral en el que reposa durante todo el año. Con mucho cuidado, midiendo las distancias para que no se lastime en el breve trayecto, salía con todo su brillo, el mismo que provocó el fervor de los oscenses aquel 1958 en que se inauguraba después de un admirable mecenazgo popular, masivo (hoy le llaman crowdfunding) en medio de las solemnidades del Año Jubilar Laurentino por el 1700 aniversario de la muerte del mártir.
Es una pieza tan preciosa que induce a la curiosidad de quienes transitan por la Plaza de San Lorenzo, que hipnóticamente quedan fascinados en el recorrido por la calle hasta la puerta para quedar depositada en la nave lateral, mientras el busto de plata ya cuenta los días para ascender a lo más alto de la peana para recibir la aclamación popular. Pero, hasta entonces, queda un trecho íntimo y solemne precioso, con el Triduo de los tres obispos (Pérez Pueyo, Satué Huerto y Aguado Cuesta) y las Completas, esa ceremonia que en sí misma vale una declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional para el conjunto de las fiestas. Recta final hacia San Lorenzo 2025.