Una Traca Final que ha dado toda la vuelta a la Plaza de Navarra y, en el momento en el que el silencio parece el destino, suena el terremoto final, ese que añade a la congoja por la despedida el recuerdo que acompañará a los oscenses durante los próximos once meses y veintitrés días hasta que otro cohete nos anuncie que San Lorento es eterno y que Huesca vive para la fiesta con la que honra a su patrón.
Venían las peñas y los cientos de espectadores con los corazones encogidos por la emocionante Despedida al Santo y sin embargo elevados por la maravillosa Ofrenda de Flores y Frutos, donde hay más verdad que en cualquier circunstancia efímera. Y estaba preparado ya todo el arsenal que merece la ocasión, discreta y eficazmente dispuesto por los chicos de Gonzalo Hernández y la Pirotecnia Oscense.
Primero, la simbólica traca de diez metros encendida por los presidentes de las peñas recreativas. Inmediatamente, los fuegos de artificio desde el tejado del Círculo Oscense, con esos bonitos abanicos de ida y vuelta,, y esos meteoros por las candelas cuyos efectos son preciosos, con colores de oro y de plata, y luego todo el cromatismo imaginable.
Una forma de poner punto y final hermosa en blanco y verde, hasta que la Traca Final se marca un círculo de 360 grados (aproximadamente, no lo tomen al pie de la letra) simbolizando el camino que comienza hasta desembocar en el mismo punto, en las fiestas de San Lorenzo, con el único cambio del 3 por el 4. Y, ahí, el terremoto final, cataplum, el corazón que se contrae y el corazón que se dilata. ¡Viva San Lorenzo 2024! Larga vida a los recuerdos de San Lorenzo 2023.