El abecedario del gobierno con semillas de independentismo

05 de Noviembre de 2023
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"“No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada.” (Mt 10, 34). Es decir, Jesús no ha venido para ser cómplice de aquellos que pretenden engañar a la gente con palabras bonitas o con limosnas, no ha venido a sembrar la paz, ha venido a sembrar la espada, es decir, ha venido a despertar conciencias, a hacernos caer en la cuenta de aquello que está mal y que necesita ser reestructurado". Es la lectura del Evangelio que este domingo realiza el padre Jesús Escalona y que es una lección de vida y de dignidad.

Es, de hecho, un alegato para la rebeldía y para la libertad de conciencia y pensamiento que llevó a Miguel Servet a la hoguera. Y, de paso, una llamada contra la resignación por vía de desesperanza o de comodidad. Voy a tratar, seguro que con desigual acierto, de enumerar un abecedario de las iniquidades que la alianza con el independentismo reporta a un país con muchos siglos de convivencia hoy amenazada. Es la regresión de los valores a la última fila de la vida pública. Ahí va.

Ambición. La sociedad ilimitada con quienes desean romper España es la consecuencia de una ambición como nunca se ha conocido en más de 45 años de democracia. Es el todo vale por el poder.

Barbarie. Con la amnistía, la gratuidad de la barbarie es total. Puedes hacer barricadas, quemar contenedores y prender gasolina en las autopistas. Todo gratis.

Corrupción. Se despenaliza discriminatoriamente la malversación de fondos públicos, los desórdenes, la violencia y el latrocinio. Todo esto es corrupto.

Deslealtad. Falta de respeto a los principios de todo un país y a la palabra propia dada.

Especulación. Las negociaciones son un mercadillo en el que ganan unos pocos y perdemos la inmensa mayoría.

Fraude. Acudir a las urnas con unas promesas y atentar contra ellas inmediatamente por una poltrona.

Genuflexión. El Estado se arrodilla ante quienes pretenden destruirlo.

Hipocresía. "Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan" (RAE)

Injusticia. Acción contra la injusticia y contra la separación de poderes que preconiza la democracia por la vía del trágala.

Jodienda. Molestia, incomodidad, compliccación a la mayoría para propiciar el contento de una minoría que queda beneficiada por todos los privilegios con el dinero de todos.

Kilos. Los que se han llevado los Pujol y compañía, los Puigdemont y compañía, cuya comisión queda impune.

Lúgubre. La claridad de los derechos y libertades queda nublada por la inequidad entre regiones, que es tanto como la desigualdad de los ciudadanos.

Maquiavelismo. El fin justifica los medios. Pues, ¡hala!, el que venga detrás que arree.

Narcisismo. No hace falta explicación. Ya saben el mito, pero éste no quiere dejarse subsumir por el agua.

Ñoñería. Todo revela poco ingenio, cutrez máxima.

Opacidad. Nada a la luz de los administrados, todo en oscuros despachos para cometer las fechorías y engaños.

Putrefacción. Descomposición acelerada de la unidad bajo unos principios sanos de equilibrio y vertebración de todos los pueblos de España. Y, de paso, otra P, la pobreza en distintos órdenes.

Quimera. Monstruo imaginario que vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón en la mitología clásica. Esto es, algo que se propone como verdadero siendo absolutamente falso.

Reverencia. Tirando a la obscenidad respecto a quienes quieren destruir tu casa común.

Supremacismo. Lo contrario al juramento de los Reyes de Aragón -"Nos, que somos y valemos tanto como vos, pero juntos más que vos..."- Las comunidades ricas, en su creencia de señoríos feudales, sostienen que las pobres han de contribuir a su engrosamiento desmedido. El concepto del Estado reequilibrador, del revés.

Tiranía. Más de cuatro décadas de tiranía de los votos independentistas sobre toda España, por la vía de un sistema que les otorga mucho más valor y de una debilidad de los dos grandes partidos incapaces de poner el foco en los ciudadanos.

Usurpación. El asalto a las arcas del Estado en detrimento de las comunidades menos favorecidas -por cierto, esto viene de tiempos de la oprobiosa-, el del terreno de la tercera lengua más hablada del mundo y el de una cultura admirada en todo el mundo... menos en dos regiones de España.

Violencia. La violencia tiene barra libre. Ahora la amnistía a los delincuentes del "procés", en cuatro días llegará a los pistoleros de Otegui. Al tiempo.

Wéstern. Las negociaciones son una película del Lejano Oeste con güisqui, juego trilero de cartas y duelos en OK Corral mientras todos miran temerosos por las ventanas. Al final, la muerte del Estado tenía un precio. Es el juego de la selva.

Xenoglosia. Lenguaje ininteligible compuesto por palabras inventadas y secuencias rítmicas y repetitivas, propio del habla infantil, y también común en estados de trance o en ciertos cuadros psicopatológicos. Pues eso, nuestras Cámaras legislativas desde ya.

Yugo. Presumiblemente, en el rodillo frankestiniano, sólo faltarán las flechas.

Zombi. El estado construido con cuidado durante la Transición camina ya en ambiente lóbrego, nocturno, moribundo, porque se ha quedado -otra z- en una zarandaja sin valor.

Volviendo la oración por pasiva, ¿qué opinarían los que han votado favorablemente en esa consulta chavista si los contrarios estuvieran haciendo tan aberrantes concesiones a quienes quieren cerrar la casa de España con siete candados? Quizás nada, quizás se les aparece la imagen del amado líder y queden embelesados por su hermosura. Es la muerte de la ética, e incluso de la política como la gobernanza de la polis, de toda la polis.

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