Belén Arcos, firmeza, dulzura y entereza en la maldita ELA

Desmiento categóricamente que Belén se cansara de luchar, ha decidido quien tan dignamente vivió que dignamente abandonaría este valle de lágrimas

23 de Septiembre de 2025
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Belén Arcos y su último testimonio de la ELA a la eutanasia

Es difícil describir una experiencia de tal dimensión. Por eso pido disculpas de antemano por si me tiembla el pulso de la razón afrontando una situación tan extrema, tan dura, tan hermosa, tan instructiva, tan estremecedora, tan emocionante. Podría ampliar los epítetos, en composiciones en modo oxímoron, hasta todo lo que da nuestra hermosa lengua española.

3 de septiembre de 2025. Llego a la Abadía de Siétamo después de aparcar más allá de la Escuela de Niñas y la Escuela de Niños (tales son talladas sobre piedras que alojan en tiempos muy pasados). Me reciben Nacho y Adrián, serenidad y afabilidad como corresponde a las señas de la creadora de este amable refectorio. La procesión va por dentro, aunque durante dos años han recibido las lecciones de Belén sobre la vida y su reverso, la muerte acechante.

Toda la parte privada está acondicionada a las exigencias de una persona enferma de ELA. Naturalmente, sin ayudas. Aunque la parte económica pueda parecer lo de menos, también es lo de más. Básicamente, porque constata las miserias de quienes han engañado con ardides indecentes a los miles de ciudadanos españoles que han contraído esta pena de muerte en diferido... y a los que le sucederán. Y a cualesquiera que se preciaran de disponer de sentido crítico.

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En su habitación, con esos seres inseparables que son los michinos cuyo instinto de acompañamiento en el dolor es mítico, Belén. Extremadamente delgada, el volumen de voz en mínimos, pero esa sonrisa que expresa que, consciente de su destino inminente, hay que hacer un guiño a la vida en el imposible supuesto de que consiguiera revertir la llegada de la parca.

En su fragilidad, Belén ha cogido por los cuernos el toro de su porvenir. Su por venir. Resiste seguramente como ninguno de la estancia, de los cuatro que la compartimos, a la atmósfera dramática rayana en la tragedia que, por la severidad del anuncio de su determinación, se avecina. Adelante con la entrevista. Sonríe y ríe ante cada pregunta, y su respuesta es un calvario por el que atraviesa su menguada voz otrora formidable, para componer una sinfonía de las cuatro estaciones: la primavera en la que forjó su carácter, el verano en el que vivió plena de días de vino y rosas, el otoño que se aventuraba en retirada paulatina -como todos- y el invierno que ha llegado hosco, inhóspito, destructor.

Veinte minutos de una intensidad anímica, espiritual y vital difícil de repetir. Una experiencia rica y demoledora, repleta de dudas y de certezas, de conflictos y de armonía. A cada cuestión, su sonrisa. Fortaleza hercúlea emitida desde las débiles cuerdas vocales. La enfermedad ha mermado exclusivamente su resistencia física, no así su coherencia ni su sabiduría. Le inquiero: ¿Por qué? Y me recuerda que hace un año, en su primera expresión reivindicativa ante la enfermedad de la ELA, ya expuso su intención de "no ser un lastre", de no condicionar el entorno que más ama y, sobre todo, de coger con fuerza el timón de su vida que es tanto como concebir cuándo la embarcación personal ya no tiene salvación y hay que anticipar el desenlace.

Es la misma Belén que en aquel testimonio se comprometió a erigirse en activista contra la actitud pasiva del Gobierno ante las necesidades de los enfermos de ELA. Nunca un cómputo tan pequeño, cuatro mil fallecen al año, ha ganado elecciones, está claro. Es más rentable defender lo que acaece en desiertos remotos, porque la empatía exigida no roza tanto la piel como el padecimiento próximo. Aunque muchos valerosos adalides de esta causa, como Jordi Sabaté Pons, creyeron en las buenas intenciones de la Ley ELA, la Arcos, que es mucha Arcos, no se dejó seducir por el ardid institucional que sólo se frotaba el sudor de la frente con apenas un pañito legislativo que no han querido desarrollar. ¿Para qué? Su desafección con los gobiernos se extiende a la sociedad: "Nos comportamos como borregos". Siempre ha sido muy observadora esta química que transitó por el marketing, el urbanismo y, finalmente, la restauración que le dio la mejor vida.

Belén también manifiesta sus zozobras, ese conflicto con Dios y la Virgen que deriva en un debilitamiento, a la par que el cuerpo, de la fe. Incluso para los que nos consideramos cristianos, y tal era su caso, causa estupor lógico el consentimiento de la Providencia de males tan crueles, tan inhumanos. Deseo fervientemente que Belén, que ponía en duda -la inteligencia es la consecuencia de saber formular las preguntas y buscar las respuestas- la posibilidad de encontrar un sentido para el reencuentro con la fe por la premura de su solución definitiva, halla encontrado el camino.

No, desmiento categóricamente que Belén se cansara de luchar. Ella, abadesa y combatiente de por vida, que tanto ha disfrutado de los placeres y tanta felicidad ha procurado a amigos y clientes, no se ha rendido. Simplemente, ha perdido de vista el propósito de su existencia en tales condiciones, ha concebido que no se puede pelear una batalla que no se puede ganar. Así, lisa y llanamente. No se puede buscar el futuro cuando se ha desvanecido por un ataque letal en diferido, que le ha privado de toda calidad vital. Y por eso, en su legítima y legal voluntad, ha decidido quien tan dignamente vivió que dignamente abandonaría este valle de lágrimas. Soltanto lastre. Amando sin límites, tanto, que se ha llevado ese amor a los suyos y a la humanidad a otra dimensión. En paz reposa la guerrera en su abadía. Habiendo legado una postrera lección de entereza y de humanidad.

P.D.: Hoy, Belén, en tu honor y recordando aquellas risas de hace un año con tu pajita alemana importada por Ignacio Almudévar, me voy a tomar el más delicioso vino blanco del mundo. Y lo compartiré contigo. Y brindaré. Besos

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