"Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?"
Cuando aprecio atentados contra la libertad, aflora a mi mente el Soliloquio de Segismundo en La Vida es Sueño de Calderón de la Barca. Lo hube de aprender de memoria porque Don Ramón, mi profesor de Lengua, era muy calderoniano, muy metafísico, dentro de su ejercicio magistral y sacerdotal. Es lo que tienen los clásicos, que trascienden las épocas y se nos presentan como un asidero frente a las intemperancias de los tiempos gaseosos. Este jueves, el periodismo ha sufrido un atentado cruento en la intimidad de nuestra pequeña Huesca. Una central sindical, CSIF, ha notificado que la Audiencia Provincial ha admitido a trámite una querella por la vía penal contra el presidente de la Diputación, el secretario que ejercía en el momento de los hechos y una funcionaria presuntamente colocada "a dedo". El resultado es que usted, querido lector de EL DIARIO DE HUESCA, se halla entre los privilegiados que han tenido acceso a la información. Esto es, que han ejercido una libertad fundamental de nuestra Constitución.
La secuencia de los hechos es la que sigue. Convocatoria de prensa a las 10 horas. Ausencias significativas de los dos medios que antaño ostentaban el liderazgo de audiencias (hogaño, lo siento, ha cambiado la cosa hacia nuestro alero), que encabezan, eso sí, los favores de los planes de medio institucionales. En este asunto, no hay casualidad, sino absoluta causalidad. La televisión y la radio pública presentes y el diario regional, a estas horas de la tarde (19:00) aún no se han hecho eco de la información, las primeras después de una orden desde las alturas de silenciar el asunto, el segundo sospechosamente lento en la divulgación (en el supuesto caso que acabe en papel).
Una mínima aplicación de la inteligencia permitiría concebir que la opacidad es una solemne tontería. Es probable que la demanda judicial acabe en nada, y que aunque hubiera alguna responsabilidad al presidente le afectara lo mínimo. O no. Si no fuera así, habría que respetar la decisión de los juzgados como ahora mismo se hace con la presunción de inocencia. La supuesta prevaricación es un tipo ilícito suficientemente grave como para resolverlo con toda la tranquilidad de nuestro ordenamiento global.
Y, sin embargo, más allá de las facultades intelectivas plurales que todos tenemos, es un hecho extremadamente grave que los medios de comunicación nieguen su deber y su servicio a la sociedad ocultando informaciones con criterios exclusivamente divididos entre la política y la rentabilidad publicitaria. No es esa la misión de los periódicos, las radios y las televisiones que, sin su esencia, pierden el sentido y la imprescindibilidad. Y un cimiento imprescindible de la ética se desmorona. Aviso a navegantes. Un diamante ha de ser pulido: se llama libertad y es lo más valioso que disfrutamos.