Fitur, el mundo de los mundos

Hay muchas oportunidades para lo local en esta globalidad, pero para transitar a la acción hay que comprenderla.

26 de Enero de 2024
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Estand de Aragón en Fitur
Estand de Aragón en Fitur

El planeta que voló, navegó y corrió Phileas Fogg era otro. Para establecer el récord de los ochenta días en la preclara mente de Julio Verne, necesitaba sortear dificultades, amenazas y riesgos que, curiosamente, hoy siguen presentes en lo esencial pero se resuelves en un clic. Lo que exigía un total de movilidad -globo, barcos, carruajes y caballos, además de mucha zapatilla- ahora está concentrado en una decena de pabellones en el Campo de las Naciones. Es la Feria Internacional de Turismo y resulta tan exuberante que hay que tener muy desarrollado el músculo de la reflexión para no dejarse llevar por la anécdota y procesar todo el caudal de curiosidad en pensamiento.

Desde hace muchos años, cuando disfruto el estand de Aragón y lo analizo en sus virtudes y defectos, recomiendo a los agentes turísticos que no se encierren en esos metros cuadrados en los que con más o menos acierto mostramos nuestras fortalezas. Para mejorarlas, es imprescindible contemplar y estudiar, para después aplicar, todos los mundos que se congregan en unos centenares de metros en el universo Fitur. Hay muchas oportunidades para lo local en esta globalidad, pero para transitar a la acción hay que comprenderla.

El turismo es la vida. Es la diversidad, es la complementariedad entre culturas y es un ente orgánico que conviene cuidar. Disfrutar la gala de los 150+Influyentes del Turismo de España va mucho más allá del llenazo o del glamur que desprenden muchos de los presentes. Es una ocasión única para concebir la trascendencia de esta amplísima actividad más allá de las estadísticas. Poner cara y ojos a los que, crisis tras crisis, tiran del carro de nuestra economía que es tanto como decir que lo hacen de la sociedad. y que, además, lo hacen sin buscar su motivación en el reconocimiento, sino en el servicio. Servir para ayudar. De ahí que sean líderes virtuosos, la expresión del pensador Alexandre Havard: crecen y hacen crecer.

Desde aquellos tiempos de Pedro Zaragoza Orts y su viaje en Vespa para pedir al Generalísimo que no prohibiera el dos piezas (luego popularizado como bikini) en el Benidorm turístico que se ha consolidado en su inteligencia sostenible, el turismo siempre se desenvuelve entre encrucijadas. Y, cuando estás situado en esa tesitura de escoger el camino, el libre albedrío te garantiza la posibilidad de ir por el que desees porque todos están abiertos aunque no todos conducen al fin más idóneo.

Hoy, en 2024, la febrilidad estadística deriva en conclusiones no siempre atinadas y, por eso, conviene hablar con personas como Fernando Garasa (el autor y timonel del ranquin de los 150) o un oscense de la lista, Alfredo Lachos, cuyo liderazgo consiste en expresar lo pensado para inducir al pensamiento libre amparado en los mimbres del análisis. Y con Kike Sarasola, emblemático empresario hotelero que, con razón, se resiste a la pulsión numérica para denunciar -al contrario que un homónimo de otro grupo- que cien millones de turistas en España sería -expresión guardiolista- una puta barbaridad (el primer epíteto es licencia del autor de este artículo). Que desataría la turismofobia y, lo que es peor, empobrecería la industria de la felicidad para soterrarla en la industria de la mediocridad. Transeúntes como zombis por las instalaciones depauperadas de establecimientos deprimidos.

No, no es esa la tesitura que conviene ni la solución, que ha de ir por una sociología distinta de un país más próspero con unos salarios acordes al 2024 que permitan disfrutar de la calidez y de la calidad. Los guarismos, en barbecho, sin contrapuntos comparativos, son puro espejismo.

La Feria, insisto, es un cosmos que refleja y explica las personalidades de los continentes y de los países. Europa se ha convertido en una colmena de oficinas donde, en mesas insulsas y con la penalización de caras de hastío, funcionarios muestran folletos y rellenan formularios. Como atracción, no tiene precio (ironía modo on). El otro extremo es el pabellón donde los países centroamericanos varían el gris tedioso por un policromatismo inspirador, magnético. Música, muchachas y muchachos repartiendo ritmo y alegría, como si proclamaran que un mundo mejor es posible. Similares tonalidades, pero con mayor humildad, en la África que expone sus recursos con una sonrisa. Y pura elegancia la de los expositores asiáticos, exóticos, acogedores, hermosos. El decadente mundo occidental explica que, más allá del turismo de negocios, los viajeros se inclinen por la seducción de lo excitante. Esto va de placer, de conocimiento y de felicidad.

En cuanto a los espacios de las comunidades de España, la tendencia está muy definida. Fascinante, con aspecto esotérico, vanguardista y tecnológico, Andalusian Crush, el enamoramiento andaluz que explica cómo un líder puede pensar como tal porque, efectivamente, crece y hace crecer el turismo español. Algunas regiones ocurrentes (Castilla y León ha conseguido una identidad clara), otras abúlicas aunque harán balances triunfalistas y pocas magnéticas. Y, en general, una cierta querencia al ensimismamiento y a la endogamia de estands muy poco concebidos para la apertura de puertas. Así se explica que, mientras los pabellones internacionales están petados, los nacionales quedan al albur de paseantes sin rumbo.

El concepto turístico ha de ser pensado. Para Aragón, para España, es un filón interminable, pero hay que saber encontrar el punto. Probablemente, haya que aprovechar este bufet libre para los observadores que es el "around of the world" (esta expresión es de mi amigo Lachos, entre mis protestas como acérrimo defensor de Cervantes). Picando de aquí y de allá, se puede confeccionar algo grande. El turismo es, como el impresionismo, un cuadro en el que el puntillismo conforma una obra maestra, la de la creación en el sentido de Miguel Ángel. Y las influencias, pasadas por el tamiz de la inspiración, pueden engendrar nuestro gran lienzo trascendente. Recorrido Fitur, al rincón de pensar, a apuntar las conclusiones y a funcionar. Que hay muchos mundos dentro de este y, para competir, necesitamos transformar nuestra providencial afabilidad en virtud.

P.D.: No olvido algunos conceptos como la Inteligencia Artificial, los datos y otras oportunidades tecnológicas insertas en Fitur, pero esto requiere una reflexión también global pero menos territorial, en la que entendamos que son herramientas, que no fines. Pero, como herramientas, pueden ayudar al homo sapiens.

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