La gracia en los cojones (II)

28 de Diciembre de 2022
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Hoy me he acordado de Gomaespuma. Protagonizaron-presentaron Juan Luis Cano y Guillermo Fesser una gala de Aragoneses que Dejan Huella de la Asociación Española contra el Cáncer. Antes habíamos estado con Gofi y Nacho Gracia en la tertulia de Antena 3 Radio. Eran muy ocurrentes, extraordinariamente amables. En la cena, sin embargo, sucedió algo que me desagrada. Empezaron a bromear con los afortunados con los regalos del sorteo. En un momento determinado, los agraciados empezaron a ser desgraciados. Una sensación terrible el deseo de que no recibir nada del azar. Un conocido oscense, cuyo pelo era rebelde y puntiagudo, se convirtió en el pájaro loco. En otro se cebaron con su calvicie. A aquella señora ridiculizaron por el color de su pelo. Que si un gordo, que si un palillo. Quien no estuvo afecto, porque no coincidía su número, se desternillaba de risa, carcajadas a mandíbula batiente. Reírse de los demás, aunque el pretexto eufemístico es reírse con los demás. Mentira y gorda.

Desde aquel episodio (gracias a Dios, me fui con las manos en los bolsillos, sin jamones ni botellas de vino pero con la dignidad íntegra), me ha irritado asistir a supuestos espectáculos de monologuistas en celebraciones (recuerdo una especialmente grosera en la cena de los comerciantes oscenses) en los que los defectos físicos del público se convierten en objeto de las herramientas infectas de la falta de ingenio. Un gran humorista es Leo Harlem, que sostiene que no hace chistes sobre religión, sexo ni política, porque el talento se constata si eres capaz de no invadir el espacio de respeto del auditorio.

Un día apropiado para demostrar ese hilo de la dimensión adecuada de la gracia es el de los Santos Inocentes. Esto es, hoy. Recuerdo mi primer 28 de diciembre en Huesca, cuando Antonio Angulo, Solanilla y compañía determinaron que era adecuado mostrar un montaje fotográfico que hizo Artemio Echeverríbar con un empotramiento del coche de los Altoaragoneses, robado de su lugar de exposición, en Muebles Montovelaz. Paulatinamente, la costumbre de la prensa iba desapareciendo, más allá de los periódicos deportivos. Y al final de todos los medios de comunicación. Es cosa poco seria, decíamos para disimular nuestra falta de tiempo para el preparativo.

Con las inocentadas sucede como con las actuaciones humorísticas, que están francamente bien cuando son divertidas, discretas y respetuosas. Hoy, he sido víctima de una absolutamente burda, mezquina, torpe, chusca, miserable, ya retirada por Extra Digital, portal que me ha atribuido un presunto intento de compra de El Periódico de Aragón junto con Luis Martínez Barecha. Lo hubieran tenido más sencillo con amigos suyos del alto poder mediático aragonés, pero no hay suficiente coraje para hacerlo. Se llevan mi desprecio y mi cuña (autoría de mi mentor nuevamente): tienen la gracia en los cojones.

P.D.: Para que se hagan a la idea, he puesto el titular con el "II" entre paréntesis porque la primera vez en EL DIARIO DE HUESCA fue para denunciar a los imbéciles de los pinchacitos de Burundanga. Encuentren en Extra Digital ahí la proporción de mi enojo y, si tienen un ápice de épica, llamen para pedir disculpas. Que para el perdón siempre hay tiempo siempre que la petición sea humilde.

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