El limbo, Torra, el Cinca y los "neoconquistadores"

01 de Noviembre de 2023
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"- ¿Vuestra majestad ha decidido ya qué hacer con Lérida y Tortosa? -pregunta Asalido.

- Serán aragonesas.

- Esto no va a gustar a los catalanes.

- Pues deberán aceptarlo".

"El Conquistador" (José Luis Corral)

Imaginen esta escena que la novela del historiador data en Valencia, primavera de 1245. O aquel episodio verídico hace 202 años, cuando se crearon las diputaciones provinciales y la propuesta del Ayuntamiento de Huesca al Gobierno de España extendía el territorio oscense hasta la misma Lérida. Trasládenlo en el túnel del tiempo y piensen en la pájara que se montaría. El 1-0 hubiera sido una broma.

El espíritu anexionista de los nacionalismos que mandan en España en 2023 es antiguo y reciente. En 1976, el peneuvista Irujo, llegado del exilio, proclamó que la vieja Euskalherria del mítico Aitor y el descentrado Sabino Arana alcanzaba Cartagena. Tal debió ser la prodigalidad conquistadora de sus antepasados. Y el Institut de la Nova Historia nacido en 2007 no es sino la ensoñación febril pagada por la Generalitat (e indirecta e involuntariamente por usted y por mí) destinada a estudiar y buscar argumentos sobre "la tergiversación de la historia de Cataluña y los antiguos reinos de la corona catalano-aragonesa". Entre los objetivos, certificar la catalanidad de Cristóbal Colón (Cristófor Colom, en su realidad), Miguel de Cervantes, Santa Teresa de Ávila, Leonardo Da Vinci o el Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba no era sino Ferrán Ramón Folch de Cardona).

Todas estas figuras, según explica uno de esos investigadores del Institut, fueron abducidas "por su personalidad caastellana a partir de cierto momento, renegando con asco sobreactuado -para agradar y vivir sin sospecha entre la élite española castellanicéntrica- de los viejos orígenes castellanos. Toda una escuela del legendario 'auto-odio' catalán comenzaría con ellos e iría propagándose con intensidades y fortunas diversas, a través de las diferentes escalas de la jerarquía social en el transcurso de los siglos". Estas frases corresponden a un hacha, Pep Mayolas, autor de "Erasme i la construcció catalana d'Espanya" y de "Teresa de Jesús, clarissa, catalana, abadessa, doctora".

Con las declaraciones anexionistas de Torra invocando el rigor histórico (el mismo que atribuye a Cristóbal Colón la paternidad de Erasmo), me ha venido a la cabeza la inspiradora novela El Limbo del barbastrense José Manuel Surroca, ese espacio lóbrego y custodiado por todas las llaves para mantener ocultas las capitulaciones de Ramón Berenguer IV (el esposo de Doña Petronila contenidas en el Documento 303, que desmontan la conspiranoica propaganda del nacionalismo catalán.

El Limbo tiene un final feliz y en él las mentiras de Puigvalent (Puigdemont) y Juncadellas (el Oriol en su 'hotel-cárcel' de Lledoners) quedan desbaratadas. Lo que quizás no contaba José Manuel es que alguien con ambición infinita fuera capaz de rehabilitarlos hasta el punto de decidir el futuro próximo de todo el país y, así, dar pábulo a la hipótesis de un Cinca para la confederación catalano-aragonesa extirpando el segundo término. Con sus gentes y su historia, con su Castillo de Monzón (Guillem de Mont-rodón se remueve en su descanso eterno), con su Teodoro Bardají, con su Ramón J. Sender,.... Vivimos el mundo del "nunca digas nunca jamás" y otra España imposible es posible.

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