Los 'ofendiditos'

16 de Mayo de 2023
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Ahora va a venir a resultar que el derecho a la expresión, a la queja, va a estar penalizado. Han escocido, y de qué manera, los abucheos de la grada, los gritos de "fuera, fuera" ahogados impropiamente con el nuevo sistema de sonido en uno de los pocos momentos que funcionó en su estreno. No saben, quienes se sienten desairados, que además de las manifestaciones de desagrado el "sanedrín del váter" al final del partido con la Ponferradina era una tumba. Ni Tutankamón está tan callado. Retumba el silencio. Depresión. O indiferencia.

Y, sin embargo, en las últimas horas, después de manifestar libérrimamente que no había nada que celebrar, más allá de la opinión legítima y autorizada del carca José Mari con su "Seguimos en Segunda", ha emergido un batallón de lo que antes llamaríamos victimistas, hoy ofendiditos. El ofendidito, habitualmente, es una persona con poco apego a la reflexión y la autocrítica, pero además exhibe poca capacidad emocional para empatizar con los demás, en este caso con una parte importante de la afición.

Ofendiditos se sintieron los jugadores que apostaron por la gestualidad para mostrar su desagrado ante los silbidos de los que pagan una parte de sus voluminosas fichas. Están en su derecho, faltaría más, de ignorar el sentimiento de quienes se manifiestan con disgusto porque sus expectativas cotizaban en sentido inverso a la capacidad demostrada del equipo. Ofendidito el capitán, Jorge Pulido, persona admirable donde las haya, pero al que debieron recomendar que no saliera a hacer las declaraciones porque, quizás, el enojo cambie de bando. Colegir que la afición no le daba la importancia que tenía al partido contra la Ponferradina es faltar al respeto a la inteligencia de unos socios y abonados que han soportado estoicamente una temporada... mala. Me voy a parar para no indisponer a nadie con calificativos más gruesos y quizás más proporcionados.

Sin ir más lejos, ayer discrepaba con un buen aficionado cuando me decía que la segunda vuelta ha sido un tostón. No, cuando nos aburrimos fue en la primera. En la final, se rebasan todos los calificativos. Ha sido algo más. Ha supuesto un pozo de desesperación sin fondo, con el temor además de que se convierta en desesperanza. Y también una sensación de hartazgo porque la crisis en el césped se antoja la proyección de algo todavía más inquietante que sólo puede ser resuelto por un milagro o una asistencia externa. Insisto, el enfado procede de la frustración y la frustración del incumplimiento de las expectativas. Más autocrítica y menos victimismo. Huesca, en todos los sentidos, necesita más rebeldía y menos conformismo, porque la abulia mata a las sociedades.

Permítanme, para acabar, aportar una reflexión en boca ajena, a ver si de este modo los ofendiditos entienden la verdadera intención de los aficionados y los disonantes. Era el recientemente fallecido Fernando Sánchez Dragó el que sostenía que la mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio. A aplicarse.

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