Una de las maravillosas oportunidades que ofrece el periodismo es intentar superar las limitaciones propias para aprender sin límites en escenarios y vericuetos impensables. En nada se asemeja un choque dialéctico entre profesionales de la política a una comparecencia de un profesional experto en materia ajena a las tribunas para exponer sus probados conocimientos en el oficio jurídico, pongamos.
Es el caso de la que ha protagonizado este pasado martes Lorenzo Serena, vocal secretario de la Mesa de Contratación que adjudicó las obras de desdoblamiento de los túneles de Belate por 76 millones de euros en un procedimiento que invita, como mínimo, a las suspicacias por los indiciones evidentes de arbitrariedad.
El jurídico oscense afrontó las preguntas de UPN, VOX, el grupo de izquierdas en el que inquirió Uxúe Barcos, PSOE y PP. Haciendo honor tanto a su apellido como a la tradición familiar de hombres justos, Lorenzo Serena se expresó con una suave contundencia. Suave en las formas, firme en las certezas. No se canteó hacia ninguno de los espacios de tentación que pusieron con sus interrogantes los senadores, consciente de que en cada pregunta había una intención.
En el día de su cumpleaños (que ya son ganas de estropear la celebración), este probo funcionario de la institución foral de Navarra expuso hechos, argumentos jurídicos, doctrina administrativa y rotundidad en las tres supuestas vías de fuga de la legalidad del tío de la presidenta navarra y de la empresa participada por Santos Cerdán (hecho, por cierto, que desconocía cuando exigía rectitud en el proceder de la mesa): la falta de motivación de las valoraciones de los decisores, la ventaja del presidente de la mesa al conocerlas antes de emitir la suya con el consecuente riesgo para la neutralidad y la no contrastada solvencia técnica. Y, cuando fue inquirido por la presunta represalia de trasladarlo con una mesa, una silla y un ordenador a un polígono industrial, se limitó a contestar: eso lo ha dicho la Oficina de Buenas Prácticas y contra la Corrupción.
Para engrosar la sospecha, en cualquier caso, queda ese preludio de la constitución de la mesa de contratación cuando los ocho miembros, los ocho, advirtieron de que les habían llegado rumores de que lo iban a adjudicar a la que finalmente fue adjudicataria. Y lo curioso es que, conscientes de la rumorología, cinco de ellos no apreciaron ninguna de las inconveniencias que sí atisbaron Serena y dos compañeros emisores de votos discrepantes en medio de la "sordera" del presidente ante el clamor de que convocara reuniones presenciales frente a los simples correos electrónicos.
Precisión, firmeza e integridad. La trinidad virtuosa con la que marcar el camino para el marasmo entre la picaresca y la corrupción rampante por esas sendas de la Espña institucional.