Sijena, el latrocinio y el valor del Tribunal Supremo

En el MNAC hay mala fe y la ejecución de la sentencia habrá de ser forzosa

18 de Junio de 2025
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En términos generales, que no digo yo que no haya excepciones, los pronunciamientos del Tribunal Supremo están amparados en un profundo estudio de cada caso, en un acoplamiento a la ley e incluso en una interpretación porque la norma abarca una casuística amplísima pero, en ocasiones, los litigios navegan entre potenciales ambigüedades.

Cuando se ha pronunciado de manera taxativa, tras cuatro largos años, sentenciando el retorno de las pinturas murales a la Sala Capitular del Tribunal Supremo, es porque su ponente y la sala correspondiente han apreciado que existen pruebas irrefutables de la propiedad de las piezas artísticas del Monasterio de Sijena y de la asistencia de la razón a la reclamación aragonesa.

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No es preciso ser excesivamente agresivo para sostener, directamente, que la Generalitat de Cataluña robó las pinturas murales en dos ocasiones (1936 y 1960) y que fueron tratadas con tal indignidad que perdieron su color original en los años siguientes.

Tampoco se necesitaba excesiva perspicacia para saber, después del pronunciamiento del presidente Illa de acatamiento de la sentencia acompañado de la concesión de la última palabra al Museo Nacional de Arte de Cataluña, que éste iba a sostener la imposibilidad técnica de trasladarlas. Lo ha hecho, eso sí, con una sutileza: el MNAC no se ve capaz de hacerlo. Se suma a determinados lobbys profesionales catalanes, apesebrados del poder gubernamental catalán, que en tal sentido se habían manifestado.

La respuesta la dio en EL DIARIO DE HUESCA hace unos días el reputado historiador Juan José Barragán: "El MNAC las ha prestado en dos ocasiones para exposiciones en Londres y otras dos para Nueva York, por lo que pueden viajar a Sijena sin problema alguno. Además se han desmontado en siete ocasiones de su ubicación actual, como en 1995, para trasladarlas a los fondos debido a unas obras".

Esta aseveración, nada sospechosa de faltar a la realidad, significa que en el MNAC hay mala fe y que, como sucediera en el proceso que culminó con la vuelta de 111 bienes a la Diócesis de Barbastro-Monzón, la ejecución de la sentencia habrá de ser forzosa. Aragón ya se está preparando para evitar una afrenta más de ese nacionalismo abyecto y supremacista, ante el que hay que hacer evidentes ejercicios de buena fe para no buscar la confrontación que buscan desde la comunidad que no ha sido hermana, sino que en estos menesteres se ha comportado como una vecina indeseable.

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