Myriam Martínez Iriarte

Cuidado con los "sincericidas"

14 de Febrero de 2023
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Todavía le sigo dando vueltas a muchas de las cosas que nos contó el otro día, en el Centro Cultural Ibercaja, la reconocida psicóloga Laura Rojas-Marcos, en una conferencia organizada por la Asociación contra el Cáncer, que se podían resumir en lo importante que es la comunicación. Sí, bueno, nada nuevo bajo el sol, pero es que puso un espejo tan grande en el que mirarnos, que fue difícil no reconocerse en algunas imágenes que a lo mejor, en ocasiones, solo somos capaces de ver en el otro. Cuando vamos por la vida con los párpados medio caídos, es bueno que alguien nos abra los ojos.

Qué importante  es la comunicación verbal y la no verbal para transmitir emociones y mensajes, y hay que poner especial cuidado si no queremos herir a los demás ni provocarles miedo o angustia, sin destruir su autoestima. Ni con la palabra ni los gestos. ¿Y los microgestos? Esos sí que tienen peligro, una miradita hacia el cielo de tan solo unos segundos, con los ojos como virolos, puede ser un dardo muy certero. 

Ojo con el lenguaje despectivo y con "los ruiditos". Los sonidos forzados me cargan, esos suspiros con fuerza -que se repiten con el doble de intensidad si tu interlocutor no te ha escuchado la primera vez-, o las carrasperas, o los chasquidos con la lengua.

Hay que aprender a llamar las cosas por su nombre, porque eso nos va a dar paz, dijo la psicóloga, pero sin renunciar a ser empáticos, que nos conocemos, añado yo. Hay que ser amables y delicados, que luego, apelando a la verdad, se puede ser muy bruto, o muy bruta. Y ahí nos encontramos con un maravilloso neologismo, el "sincericidio", una especie de bula para pasar como una apisonadora por encima de quien más nos apetezca. Eso sí, recuerda que se trata de un ejercicio de franqueza y de defensa a ultranza de los principios.

El "sincericida", sea del sexo que sea, antes de soltar la primera descarga eléctrica, avisa: "Yo es que soy muy sincero". Estas palabras, cuando ya se han escuchado una vez, deberían ponerte en guardia. ¡Eh, alto ahí, frena! Ya lo decía Laura Rojas-Marcos, ¿pero por qué crees que tu opinión es tan importante como para que tengamos que escucharla? ¡Pero si nadie te ha preguntado! ¿Qué necesidad? Podremos dormir plácidamente, aunque no conozcamos cada uno de tus pensamientos. ¿Te suena?

Me gustó el término, "sincericida", quizá porque he conocido a más de uno y no sabía cómo dirigirme a ellos. ¡Qué grande es el lenguaje! Espero que la Real Academia de la Lengua no tarde en incorporarlo al diccionario, porque, desgraciadamente, parece que han venido para quedarse.

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