Excelente noticia la del órgano de Barbastro

25 de Abril de 2023

En este país donde el Mecenazgo está permitido con reticencias porque merma  los ingresos del Estado, y en este país donde los progres llegados a su Administración prefieren ayudar económicamente a cualquier  grupo de paniaguados, pero descartan  lo relacionado con el patrimonio religioso, por un principio de separación  que entienden según sus limitaciones, oír que la Catedral de Barbastro va a restaurar su órgano  mediante crowdfunding, lo que se llamaba cuestación popular, es una excelente noticia. 

Añaden  argumentos sólidos a este intento  cuando dicen que el Plan director de la Catedral no ha servido para nada, absolutamente para nada.  Tal cuestación  implica  iniciativa para la actualización de un instrumento musical singular de los que en zona roja de la Guerra del Treinta y Seis desaparecieron varias decenas. A su vez, querríamos ver en esta iniciativa un primer inicio, decidido, de afrontamiento de la conservación del Patrimonio religioso, por responsabilidad asumida  y avanzando en  la independencia de la iglesia, con recursos generados y gestionados desde dentro. En este sentido está todo por hacer.  La iglesia española, las diócesis, sobre todo las pequeñas como las del Alto Aragón, necesitan afrontar  este tema  con eficacia permanente y  con buscada autonomía, superando la obsoleta contabilidad actual. Ya nos gustaría que también en esto la de Barbastro tomara la delantera, hasta ser referencia. Escribí al respecto en este mismo periódico tres “opiniones” que continúan siendo muy leídas.

Usando como pretexto lo mentado, la Catedral de Huesca tiene un legado para recuperar su destrozado órgano. Esta vez no fue en la Guerra Civil, sino por mala gestión eclesiástica. Con el paso del tiempo los legados desmerecen y éste, en concreto, ya ha experimentado el riesgo de ser sisado, contraviniendo la voluntad de la donante. Aun así, si las cosas se quieren hacer bien, la dotación donada no será suficiente. No se trata de que el órgano suene mejor, que a buen seguro sonará, sino de asumir a tiempo que su ubicación en esta otra catedral es inadecuada porque el transepto tiene mucha reverberación acústica y porque a tiempo hay que estudiar qué llegará del sonido del órgano a la nave central. Por otra parte ese órgano que fue de magnifico sonido, hay testigos, fue hecho para donde estuvo, en la nave central, que es a donde tiene que volver. El Deán tiene la oportunidad de enmendar el descalabro de sus colegas los deanes que le precedieron, para lo que, probablemente, por ahora, no tiene otra opción que recurrir a la cuestación popular bien motivada. Me consta, de testimonio  directo,  que si la diócesis funcionara de otra forma, como Dios manda,  tendría ya dinero para todo eso y más.

Y haciendo una precisión a la bienintencionada autoridad catedralicia barbastrense: el órgano de la catedral de Barbastro “no se quemó en la guerra civil”, lo quemaron, y lo quemaron no cualesquiera, sino los que fueron a  “liberar Barbastro”,  y para conseguir esa liberación  también mataron y asesinaron. Y puesto que viene a cuento, “Felicidades” a la Diócesis y sus actores  por saber sabido hasta ahora, con pertinacia, mantener el enorme cartel del muro de San Francisco, con los nombres de los asesinados en nombre de Dios. Pudo ser una solución de circunstancias poner un olivo que lo semioculta, pero merece que aparezca en toda su evidencia.

El resentimiento es consecuencia de culpabilidades y estas deben ser asumidas por los protagonistas. Mientras esto no suceda estará presente la España profunda, la del fanatismo de siempre que ahora pretende presentarse redimida y redimidora mezclando lo cutre con la progresía, pero que, en el fondo, es  tan fanática como siempre. La ley de Memoria democrática o histórica, o como la quieran llamar para distorsionar los hechos,  no busca hacer justicia, lo que busca es borrar todo mal recuerdo y error que pone en evidencia a los actuantes. Tal desaguisado es fundamentada causa para intentar ocultar las culpabilidades heredadas,  de aquella forma de pensar y actuar que llevó asesinar, destruir, y sentar pretextos para que hubiera quienes se sublevaron, incrementado matanzas, desastres y destrucción que ya estaban comenzadas y eran crueles antes de la sublevación.

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