Entre las muchas labores que desempeñan los Bomberos de Huesca, una de las más duras y menos conocidas es la de intervenir en situaciones de tentativa de suicidio y, en ocasiones, cuando el hecho ya se ha consumado. Así lo ha explicado este miércoles Ana Benito Marín, oficial del Parque Municipal de Bomberos de Huesca y actual subjefa de intervención, en la conferencia “Tentativa suicida: actuación desde los servicios de emergencia”.
El acto estaba organizada por Cruz Roja Huesca y se ha celebrado en el salón de actos de la Oficina de Refugiados (Pasaje Almériz, antiguo espacio Ibercaja Castillo de Montearagón), con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio. A continuación han intervenido los psicólogos responsables del proyecto SOS Adolescentes, Óscar Nadal y Noel Torrijos, que han abordado el tema “Acompañando el malestar: una aproximación al suicidio en la adolescencia”.
Ana Benito ha explicado que, en este tipo de actuaciones, los equipos de emergencia nunca tienen el control absoluto: “La decisión siempre la tiene la persona que está en esa situación”, afirma. Los bomberos, ha agregado, solo pueden tratar de aprovechar esa “pequeña ventana de duda” que a veces se abre para que la persona reconsidere una decisión irreversible.
La oficial ha subrayado que el objetivo de los servicios de emergencia no consiste en restar importancia al motivo que ocasiona el sufrimiento ni las preocupaciones de quien atraviesa ese momento. “Para esa persona no se trata de querer morir, sino de dejar de sufrir”, ha señalado.
Se trata de individuos atrapados en un ciclo de dolor que no saben cómo gestionar con las herramientas de las que disponen. “Mantienen su guerra interna cada día, y no sabemos cuánto tiempo llevan luchando contra ese sufrimiento”.

Procuran actuar siempre desde la conciliación y el entendimiento. Su objetivo es identificar “anclajes” que conecten a la persona con la vida, recopilando información tanto durante el trayecto como a partir de la alerta recibida. No se trata de reforzar los motivos que la han llevado a esa situación, sino todo lo contrario: fortalecer aquello que pueda ofrecerle una razón para seguir viviendo.
Sin embargo, Benito reconoce que no siempre se ha logrado. “Hay veces que, por mucho que te esfuerces, la persona ya no quiere escucharte y sigue adelante”. En esos casos, la carga emocional para los bomberos es enorme y obliga a contar con apoyo psicológico. “Hemos tenido que aprender a entender que no es culpa nuestra, que hemos hecho lo que hemos podido, pero la decisión final siempre le pertenece a la persona”.
La oficial ha relatado que la presencia de los bomberos se requiere por diferentes circunstancias: para abrir una puerta, para comprobar si el acto se ha consumado o porque alguien ha visto a una persona en situación de riesgo. A veces han llegado demasiado tarde y solo han podido actuar sobre el cuerpo. En otras ocasiones, en cambio, han encontrado a alguien en un estado de indecisión, y es ahí donde han tratado de intervenir.
Cuando se trata de conductas parasuicidas, en las que la persona aún no ha tomado la decisión definitiva, pueden buscarse diferentes motivaciones que les llevan a actuar así: desde reclamar atención o cariño hasta intentar retener a una pareja en un proceso de divorcio. “Pero si no se les presta atención -advierte-, estas personas siguen trabajando esa idea, acumulan tentativas y, con el tiempo, van perfeccionando su técnica hasta que finalmente lo logran”.
PERFILES DE RIESGO
En cuanto a los perfiles más frecuentes, Benito ha indicado que las estadísticas muestran un pico de mayor incidencia entre los 50 y 59 años, además de en personas mayores que sufren soledad o pérdida de autonomía, por ejemplo, cuando se ven obligadas a ingresar en una residencia.
No obstante, ha advertido que también se ha producido un aumento en jóvenes. “En los adolescentes juega en su contra que su personalidad está todavía en formación, con muchas dudas e inseguridades, y disponen de muy pocas herramientas para gestionar lo que sienten”. Asimismo, ha señalado que entre los adultos de unos 40 años también se ha detectado un repunte, vinculado a la frustración de no haber alcanzado las expectativas de vida -laborales o familiares- propias o impuestas desde fuera.
La oficial ha insistido en que la labor de los bomberos de Huesca no puede entenderse de forma aislada. “Nosotros somos solo un grano de arena dentro de la playa que supone este problema”, ha explicado. Tras una intervención de rescate, ha defendido, resulta imprescindible que el sistema sanitario garantice un acompañamiento cercano y constante. “De poco sirve rescatar a una persona si después solo cuenta con una consulta mensual en psiquiatría y el resto de los días queda sola frente a su dolor”.
La oficial ha sido contundente al señalar la carencia de recursos para hacer frente a estas situaciones. “En España no ha habido políticas reales en materia de depresión y suicidio”, considera. Ha explicado que la falta no es solo sanitaria, sino también operativa: “Nosotros hubiéramos necesitado, por ejemplo, colchones de protección para casos de precipitación, y no disponemos de ellos”.