Antonia Piedrafita, María Sarsa, Marisol Punzano y Angelines Ferrer brillaron este viernes sobre el escenario del Centro Cultural Manuel Benito Moliner, como cuatro lunas llenas que arrojan luz sobre la más oscura de las noches. Son cuatro referentes para las mujeres de Huesca, porque encarnan importantes valores reflejados en su compromiso y perseverancia.
Gracias a su legado, las niñas y jóvenes de hoy transitaron un camino un poco más fácil para abrirse paso en medio de la desigualdad de género que todavía persiste. Este viernes brindaron sus testimonios en una emocionante tarde, organizada por Irene Abad, Sescún Marías, Estela Puyuelo y Charo Ochoa, en la que colaboraron muchos más nombres para dar vida al encuentro "Tan altas como la luna", en el que se rescataron y celebraron las luchas y logros feministas de la Transición.
Además, Maruja Cazcarra y Ángela Martín Casabiel también recibieron su propio reconocimiento, Sandra Blasco participó en diferido para contextualizar el periódico histórico y la represión que sufrían las mujeres; María Sarrato puso música de piano como acompañamiento, y el escenario se llenó también de unas jóvenes generaciones que pronto tomarán el testigo de sus mayores.

Como recordó la periodista Esther Puisac, hace 50 años, el 7 de marzo de 1975, España estaba a punto de experimentar un cambio profundo. Franco, con 82 años, llevaba meses con problemas de salud, pero lo más significativo era que, tras 40 años de dictadura, había intensificado la represión en sus últimos años. En ese escenario , miles de personas trabajaban desde sus propios ámbitos para impulsar la democracia y un nuevo orden basado en la libertad.
Se preguntó cómo debió ser aquel complejo tránsito hacia la democracia, del que no se habló públicamente hasta 20 años después. Recordó que, en el verano de 1995, Televisión Española emitió discretamente la serie La transición de Victoria Prego, que tuvo tanto éxito que se repitió tras las vacaciones. En ese relato, los protagonistas eran Juan Carlos de Borbón y Adolfo Suárez, aunque, como señaló luego la historiografía, el cambio no habría sido posible sin la presión de miles de personas que, desde distintos sectores, exigían democracia, libertad y un país más inclusivo.
Puisac subrayó la escasa visibilidad de las mujeres como artífices del cambio, incluso 50 años después. Mencionó que, recientemente, una serie ha reconocido la labor de abogadas como Cristina Almeida, Paca Sauquillo, Lola González y Manuela Carmena, pero insistió en que no era necesario mirar solo a Madrid o al ámbito académico. En Huesca también hubo mujeres que se arriesgaron para conquistar los derechos y libertades actuales.

ANTONIA PIEDRAFITA
Con 81 años, Antonia Piedrafita ha dedicado más de medio siglo a la defensa de diversas causas sociales. Su vida laboral comenzó a los 14 años en empresas de Huesca, meramente de mujeres. A lo largo de los años, ha desempeñado distintos oficios, pero su compromiso se inició con los movimientos cristianos de base.
Desde los años 70, ha sido una figura clave en la asociación vecinal del Barrio del Perpetuo Socorro y en diversas plataformas de activismo, principalmente en defensa de viviendas dignas y contra los abusos hipotecarios.
Durante el franquismo, la división dentro de la Iglesia ha sido evidente. Mientras algunos sectores han apoyado el régimen, otros se han alineado con movimientos que han defendido la democracia y la libertad. Antonia Piedrafita ha recordado que las Juventudes Obreras Cristianas contaron con el apoyo de "curas obras y monjas que se dedicaban a ayudar a los enfermos y tenían una vocación social". Poco a poco, estos grupos fueron creciendo y formando un grupo de la JOC, donde se formó un grupo de amigos, que siguen manteniendo contacto.
De estos colectivos surgieron diversas iniciativas políticas y sociales que sirvieron de base para la creación de partidos, sobre todo de izquierdas, sindicatos y asociaciones. En el vecindario, muchos de sus integrantes participaron en la creación de la asociación de vecinos, donde predominaban los cristianos.
También se ha referido al papel de la mujer en la Iglesia, que ha sido poco visibilizado, pero la lucha continúa. "Es cierto que no se ha hablado mucho de la mujer en la Iglesia, pero estamos allí", afirma. En la actualidad, muchas mujeres teólogas que siguen trabajando dentro de la institución para obtener el reconocimiento que les corresponde.

MARÍA SARSA
Nacida en 1954, María Sarsa comenzó a trabajar a los 14 años en Meyba, una fábrica de ropa deportiva en Huesca, cuya plantilla estaba formada casi en su totalidad por mujeres. En aquella fábrica, las trabajadoras empezaron a organizarse para mejorar sus condiciones, a pesar de la falta de derechos sindicales. María enró en contacto con grupos de acción social, como la Juventud Obrera Católica, y en 1975 se unió al FRAP en Huesca.
Más tarde, dejó la militancia, pero mantuvo su compromiso con la política y las causas sociales. En los años 80, colaboró en Lérida con colectivos en riesgo de exclusión, como personas afectadas por la drogadicción y la discriminación por orientación sexual. En los 90, regresó a Huesca y comenzó a trabajar en el Hospital San Jorge. Desde el año 2000, reside en el barrio del Perpetuo Socorro, donde sigue participando en el movimiento vecinal.
Una inspección laboral en Meyba marcó un punto de inflexión. "Recuerdo que un día vinieron a la fábrica y entre ellos había un sindicalista. Se interesó por nuestras condiciones, y ahí comenzamos a tomar conciencia de la situación. Gracias a ese hombre, y entramos en contacto con el abogado laboralista Manolo Pardo y otras personas con una visión social más avanzada", relata.
En esos años, la militancia y la conciencia obrera fueron creciendo en toda España. "Recuerdo que un compañero decía: 'El 50% de los que estamos aquí somos del partido'. La implicación era enorme". Aunque los comités de empresa no estaban permitidos, en Meyba, de forma clandestina, las trabajadoras comenzaron a organizarse en pequeños grupos para exigir mejoras laborales.

MARISOL PUNZANO
Nacida en 1956, Marisol Punzano mostró desde pequeña un carácter rebelde. Le atribuyeron el apodo de "Marisoluciones", por su empeño en encontrar respuestas para los jóvenes. Su interés por la política surgió temprano, en 1975, cuando militaba en el FRAP. Años después, se sumó al Movimiento Comunista, con el que se presentó a las primeras elecciones municipales en Huesca en 1979, encabezando la lista del partido. Gracias al respaldo electoral, se convirtió en una de las primeras mujeres en formar parte de un Consejo Democrático en la ciudad.
Su mandato, de 1979 a 1983, estuvo marcado por importantes momentos, incluyendo el golpe de Estado del 23-F. Como líder del partido más a la izquierda de Huesca, en aquel momento, experimento de primera mano la tensión política de la época. "Sí, hubo una pintada, pero fue precisamente con motivo de la visita de los Reyes a Huesca. Fue una pintada firmada por Falange, no sé cuál, porque había tantas en aquella época, y ponía algo así como 'Marisol con el rey' o 'contra el rey'", recordó
Su participación en la recepción con el Rey Juan Carlos generó debate dentro de su partido. "Había un sector que decía que para qué; que no, que éramos republicanos. Pero nos montaron la película de que había sido Juan Carlos quien paró el golpe de Estado -cosa de la que no nos vamos a enterar hasta dentro de 50 años-, pero yo veía que la gente se lo creyó". Y no quiso desairar a aquellas personas que representaba.
El 23-F marcó un punto de inflexión en su trayectoria política. "Nos fuimos de casa por precaución. Curiosamente, sentí más miedo entonces que cuando estábamos en la cárcel y murió Franco", confesó. Su perfil político estaba muy definido. "No era una anónima. Tenía nombre, apellidos y unas siglas detrás", señaló.
Cuando se le preguntó si Huesca estaba preparada para tener una concejala comunista, Marisol fue clara: "Creo que sí. A nivel institucional quizá no, pero en la ciudad hubo mucha militancia de distintos partidos, un fuerte movimiento vecinal y una gran actividad sindical. De hecho, cuando contaron los votos, de los 1.002 obtenidos, más de 500 eran del barrio", explicó.
Antes de su entrada en política, Marisol estuvo profundamente involucrada en el movimiento vecinal y fue presidenta de la asociación del Barrio Perpetuo Socorro. Después, ya no volvió a postularse más.

ANGELINES FERRER
Angelines Ferrer nació en 1946 y, como muchas mujeres de su generación, comenzó a trabajar muy joven. A los 14 años, inició su vida laboral en un supermercado y, con 21, ingresó en el Hospital San Jorge de Huesca, recién inaugurado. Fue allí donde prendió su implicación en la lucha sindical, en un contexto en el que estas organizaciones, tal como se conocen hoy, no existían.
Su activismo se desarrolló dentro del sindicato vertical, la única estructura de este tipo permitida por el franquismo, que agrupaba tanto a trabajadores como a empresarios. "Lo había creado por el Gobierno franquista en el que estaban afiliados todos los trabajadores y también formaban parte los patrones", explicó.
El acceso a la representación sindical no era transparente. Angelines vio en ese espacio una oportunidad para representar a sus compañeros y empezar a reivindicar mejoras laborales.

LA MUERTE DE FRANCO
Angelines recuerda el año 1975, el de la muerte de Franco, como muy intenso. Cuando Arias Navarro comunicó el fallecimiento del dictador, ella se encontraba dándole el pecho a su hijo, que tenía dos meses. "Ese mismo año ya celebrábamos desde hace años antes el Día de la Mujer Trabajadora", donde apenas seis o siete mujeres salían a la calle para proclamar sus reivindicaciones.
María, por su parte, se encontraba en esa fecha en la prisión de Torrero, donde pasó seis meses tras ser detenida junto a otras personas en una redada, en Zaragoza. En la cárcel, compartió espacio con hasta cincuenta mujeres recluidas distintas circunstancias. “La cárcel fue una escuela de vida tremenda”, indicó.
Marisol recordó que les daban algo de vino para comer y fueron guardándolo con la confianza de celebrar el deceso del caudillo, pero a veces tenían que tirarlo porque no llegaba ese día. "Al final, pudimos brindar", confirmó.
Antonia vivió la muerte de Franco trabajando y "fue una alegría fuerte saber que terminaba la opresión". Y aunque el cambio no fue tan rápido como preveían, se abrió una luz de esperanza y llegó la democracia. "A lo mejor no es todo lo que esperábamos, pero, mira: aquí estamos".
Estas mujeres, unidas por la lucha colectiva, se establecieron en el Perpetuo Socorro como una opción de vida. Era un barrio que no disponía de infraestructuras básicas y se transformó gracias al esfuerzo conjunto. La creación de la asociación vecinal en 1973 fue complicada, pero supuso el inicio de una serie de conquistas, desde el asfaltado de calles, el consultorio, a la construcción de la iglesia y la mejora de los servicios de todo tipo. El Centro Cívico lleva el nombre del esposo de Angelines Ferrer, Santiago Escartín Otín.

MOTIVO DE ORGULLO
Al reflexionar sobre su trayectoria y el impacto de su lucha, las cuatro mujeres se mostraron profundamente orgullosas de haber sido parte de un movimiento que no solo desafió las normas preestablecidas, sino que también contribuyó a moldear un futuro más equitativo.
María resalta la importancia de haber estado siempre al lado de la gente, algo fundamental en los movimientos sociales. Su mensaje para las generaciones futuras pone el acento en la amistad, una escuela que enseña a convivir. En un mundo cada vez más individualista, apuesta por las relaciones humanas como una semilla poderosa para cualquier transformación.
Angelines, por su parte, expresa su orgullo por haber sido capaz de "romper normas" sociales que, en su época, limitaban las oportunidades de las mujeres. Decidió no abandonar su empleo tras casarse ni al tener hijos, un acto de rebeldía que fue un hito en la lucha por la igualdad.
Su mensaje para las jóvenes es que sigan luchando, porque aunque se ha avanzado, aún queda mucho por conquistar. Les recuerda que deben forjar su propio criterio, no dejarse influir por las redes sociales ni por la presión de otros, y tener siempre claro lo que está bien y lo que no.
Antonia recuerda con gratitud la vida que ha llevado, llena de amigos y compañeros que lucharon a su lado. Se siente orgullosa de su compromiso, siguiendo el ejemplo de figuras como Jesucristo y Óscar Romero, quienes dieron sus vidas por defender los derechos de las personas. Para ella, el mensaje a la juventud es claro: a pesar de los tiempos de prosperidad, es crucial que defiendan sus derechos y se unan por el bien común.
Marisol también reflexiona sobre su propia valentía al haber sido capaz de enfrentarse a las injusticias, pero destaca que nada de lo logrado hubiera sido posible sin el apoyo de otra mucha gente.
"Se han conseguido cosas, pero no está todo y hay que estar muy atentos, porque en cualquier momento nos lo pueden quitar. Y lo estamos viendo ahora, tal y como está la situación. Debemos dedicar tiempo a analizar lo que está pasando. La vida no es cómoda", comentó.
Angelines apuntó que Marisol puede estar también muy orgullosa de haber salvado el Matadero -hoy Centro Cultural Manuel Benito Moliner- de la especulación, transformándolo en un espacio comunitario.
"Nos hemos cruzado más de una vez con estas cuatro mujeres, o son ellas quienes nos han atendido alguna vez que hemos pasado por San Jorge. Son nuestras vecinas y, aunque no ocultan su vida, pocas personas saben todo el trabajo que han desarrollado durante más de 50 años, para que estemos un poco mejor y para que la convivencia sea mejor y más justa. Y seguro que ellas están pensando, y con razón, que igual que ellas, hay otras mujeres parecidas que también podrían estar en este lugar. Para Angelines, Marisol, Antonia, María, y todas esas vecinas que han luchado por lo que ahora tenemos, les pido un gran aplauso para darles las gracias con todo el corazón", concluyó Esther Puisac.

NI UN PASO ATRÁS
Antes de esta emocionante tertulia, Charo Ochoa leyó un manifiesto feminista en el que recordó cómo, durante la dictadura franquista, las mujeres fueron relegadas a un papel subordinado y privado de derechos. "Convertidas en ciudadanas de segunda, fuimos relegadas al papel de esposas sumisas, madres abnegadas y guardianas del hogar". Destacó cómo la Sección Femenina reeducó a las mujeres en la obediencia, mientras las leyes las condenaban a la dependencia económica y personal, sin posibilidad de trabajar o realizar gestiones básicas sin el permiso de un hombre.
Subrayó que, pese a la represión, las mujeres resistieron primero en silencio, después en la clandestinidad y finalmente en las calles. Recordó las Primeras Jornadas por la Liberación de la Mujer de 1975, donde se exigió la derogación de las leyes discriminatorias, el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad laboral y la eliminación de la violencia de género. También se reclamaron servicios básicos para los barrios, atención a las mujeres rurales y la coeducación como base de una sociedad igualitaria.
Ochoa afirmó que, aunque se han logrado avances, la lucha continúa contra la brecha salarial, la feminización de la pobreza y las violencias machistas. Concluyó con un mensaje firme: "¡Ni un paso atrás! ¡Por las que fueron, por las que somos y por las que vendrán!".

HOMENAJE A ÁNGELA MARTÍN CASABIEL
Teresa Moreno puso texto y voz al homenaje que se le rindió a su tía Ángela Martín Casabiel (1924-2014), catedrática de Lengua y Literatura y una de las profesoras más destacadas del IES Ramón y Cajal de Huesca, donde ejerció entre 1961 y 1989.
En su intervención, recordó con cariño la personalidad de Ángela, evocando su alegría habitual fuera del aula y su rigor dentro de ella, donde "sus gritos se oían más allá de la ciudad". Destacó su capacidad de transformación, pasando del enfado a un tono didáctico que conducía al alumnado a "lo más profundo de la literatura". Subrayó cómo Ángela estimulaba el pensamiento crítico y alentaba a participar activamente en la sociedad con compromiso y coherencia.
Moreno insistió en que no era un homenaje, "esto es una necesidad" de expresar gratitud y cariño, sentimiento que, aseguró, comparten muchas personas que la conocieron. Describió a su tía como una mujer que trascendía los lazos de sangre, acogiendo a "sobrinas y sobrinos de alma" y transmitiendo el valor de la familia y el respeto por el esfuerzo educativo de las madres.
Resaltó la influencia de la formación de Ángela en la Institución Libre de Enseñanza y el ejemplo de su padre, quien, tras la temprana pérdida de su madre, la apoyó durante los difíciles años de guerra y posguerra. Pese a las adversidades personales, nunca dejó de estar cerca de quienes la necesitaban.
En su recuerdo, Teresa evocó con especial cariño las experiencias compartidas en el grupo de teatro, donde aprendieron "a hablar, a respirar, a sentir, a reír, a llorar, a caminar, a compartir, a pensar... ¡a vivir!". Destacó su defensa de la igualdad, permitiendo que todos realizaran cualquier tarea sin distinción de género, y cómo su voz se alzaba para defender las causas más difíciles.

Moreno relató también la pasión de Ángela por el arte y la historia de la moda, que se reflejaba en el cuidado de los detalles en las representaciones teatrales, utilizando materiales reciclados como los antiguos cortinajes del instituto. Esta dedicación dejó una profunda huella en quienes la rodearon, como ella misma, que reconoció haber heredado su interés por la historia de la moda.
Concluyó afirmando que el legado feminista de Ángela sigue vigente. "No necesitabas enarbolar una bandera porque tú eras la bandera", dijo, aludiendo a su compromiso con la igualdad. Recordó cómo ayudó económicamente a mujeres para que pudieran estudiar o enmendar errores, y cómo apoyó a mujeres víctimas de maltrato. Siempre defendió la igualdad, sin dejar de lado a los hombres, y su recuerdo permanece en quienes la conocieron y aprendieron de ella.
Moreno subrayó que Ángela vivía con convicción la igualdad y la no discriminación por razón de sexo, raza, religión, discapacidad, edad u orientación sexual.
También recordó su inconfundible risa, "un manantial fresco" que aún resuena en su memoria. Destacó cómo Juan, a quien Ángela llamaba cariñosamente su "nieto de corcho", reflejó su esencia en la obra La Dama del Teatro, donde su risa quedó impresa entre líneas. Cuando grabaron la obra para un podcast, la risa de Ángela fue fundamental para caracterizar el personaje, haciendo que pareciera que era ella misma quien hablaba.
Evocó las largas charlas en su casa, que más que un salón era "una cueva del saber". Esa casa era un refugio para quienes la querían, un espacio de acogida donde se encontraba energía, enseñanzas, consejos y críticas siempre constructivas. Al llamar a su puerta, siempre se oía su alegre "¡Holaa!".
Juan, en La Dama del Teatro, describió con emoción cómo al abrirse el portalón de madera, su figura pequeña y sonriente aparecía detrás de sus enormes gafas. Recordaba el olor a papel antiguo de su biblioteca, las conversaciones y las clases magistrales de literatura, teatro y vida. Para él y para muchos, Ángela fue un faro que los guió en los momentos más difíciles, y aseguró que su influencia perdura en quienes crecieron bajo su amparo. "Ella fue Wendy y nosotros sus niños perdidos", concluyó con gratitud.

MARUJA CAZCARRA
también se dedicó un espacio especial para recordar a Maruja Cazcarra, cuya biblioteca personal estuvo presente en el escenario, siendo también motivo de tributo. Los libros que se mostraron pertenecieron a su colección, centrada en obras de la década de los 60 y 70, enfocadas en temáticas de género y feminismo. Esta valiosa bibliografía fue donada por Cazcarra a Irene Abad cuando ingresó en una residencia de ancianos. Entre esos volúmenes se encontraba el Programa original de las primeras jornadas por la Liberación de la Mujer, celebradas en Madrid en diciembre de 1975, que inspiró el proyecto "Tan altas como la luna".
Maruja Cazcarra fue una figura clave en el movimiento democrático de mujeres en Zaragoza desde 1965. Hermana de Vicente Cazcarra, uno de los militantes más destacados del Partido Comunista de Zaragoza, asumió un papel fundamental como "mujer de preso" tras la detención de su hermano. Junto a otras compañeras en situación similar, organizó y lideró el Movimiento Democrático de Mujeres e impulsó la lucha antifranquista y feminista en la ciudad.
La recaudación de la entrada se destinará a la Asociación Española Contra el Cancer. Su presidente en Huesca, José Manuel Ramón y Cajal, asistió al acto y, al finalizar, muy emocionado, aseguró que si volviera a estudiar Medicina se decantaría de nuevo en Ginecología. "Las mujeres sois muy especiales. El mejor piropo que me han echado nunca es que, después de tratar tanto con las mujeres, empiezo a pensar como ellas".