Azucena Lozano, Miguel Puyuelo y Marien Martín han sido tres personas muy respetadas y queridas por la labor que han desarrollado en la Universidad de Zaragoza. Cada uno en su campo profesional y los tres en el Campus de Huesca dejan una huella indeleble, por la que ahora caminarán otros. Ha llegado el momento de su jubilación, ese punto de inflexión en la vida, en el que a veces pueden enredarse sentimientos de alegría y de cierta nostalgia.
Coincidiendo con la fiesta de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación, “su casa”, compañeros de la comunidad educativa, trabajadores del centro, miembros del equipo directivo y responsable de la Universidad les brindaron un homenaje, en el que destacaron sus valores personales y profesionales.
El acto tuvo lugar el 24 de noviembre, y contó con la presencia de la vicerrectora de la Universidad de Zaragoza, Marta Liesa, y el decano del centro, Javier Zaragoza, así como la directora provincial de Educación, Amparo Roig.

Azucena Lozano, a punto de tomar la palabra. Foto Myriam Martínez
AZUCENA LOZANO, GENTE NECESARIA
Azucena Lozano, que seguirá vinculada como profesora colaboradora al Campus oscense, ha sido durante 20 años integrante del equipo directivo de la Facultad y, en el último periodo, coordinadora de la Universidad de la Experiencia en Huesca. Esta especialista en Didáctica de las Matemáticas fue también, junto a otras profesoras del centro, una de las promotoras del proyecto de transformación urbana La Ciudad de las Niñas y los Niños en Huesca, que la Universidad viene impulsando junto al ayuntamiento desde hace más de una década.
Las últimas semanas han sido muy complicadas para Azucena Lozano, que sufrió una grave enfermedad que la mantuvo ingresada varios días en el Hospital San Jorge de la capital oscense y ahora se está recuperando de sus secuelas. No se ha visto afectado, sin embargo, ni su espíritu ni su carácter, así que se puso una vez más el mundo por montera, como siempre que ha hecho falta, y se subió al escenario con la ayuda de su hijo, Lorién. Y se agarró al coraje del que siempre ha hecho gala y al micrófono para poder leer su discurso. Y su energía y determinación hicieron que su voz sonara más linda que nunca y que demostrara el valor constructivo de la palabra, que salía de su boca, empoderada y a borbotones.
Además, la gran profesora vistió de gala su mejor humor, para adornar una nueva lección magistral que fue sublime y que dejó muchas enseñanzas. “Nada mejor que tener aquí a Miguel Puyuelo para que me arregle la voz -bromeó-. No sé por qué me falla la puerta derecha -dijo tocándose la cabeza y aludiendo a su enfermedad y a su orientación política-, debe de ser por todo lo que llevo en la izquierda”.
Y ya, más seria, aseguró que tenía que estar muy agradecida a su dolencia, porque le ha inundado de cariño, “y como dicen Maite y Francho, el cariño es antinflamatorio y, además, crea defensas en el organismo”.
También observó que lo que le había ocurrido le sirvió como una cura de humildad. “Ahora, mi objetivo de calidad, Javier -dijo jocosa dirigiéndose al decano-, es ser capaz de beberme un vaso de agua un día de estos, no puedo comer ni un plato de sopa. A veces estamos por arriba y no nos damos cuenta de lo que realmente es importante”.
Y no pudo evitar que brotara la emoción, cuando nombró a una persona que debería haber estado allí, participando de la fiesta. “Habría cumplido 65 años el día 14 de este mes y al que echo mucho de menos. Entramos el mismo año a la Facultad y habíamos hablado muchas veces de jubilarnos juntos, pero ya no está. Os pido un aplauso enorme para Antonio Fernández”.
Después de enjuagarse unas lágrimas, recuperó la entereza para recalcar que había sido muy feliz, tanto que se va a quedar como colaboradora. “No os vais a librar de mí tan fácil”.

Azucena Lozano citó también a un buen número de personas a las que estará “eternamente agradecida” por todo lo que le han enseñado, desde Pilar Bolea, José Domingo Dueñas, Marta Liesa o Javier Zaragoza, a Rosa, Loreto, Angelines, Juan, Inma, Macu, Fernanda, Paz, Silvia Rubén Anabella, Esteban y otros más, como a Francesco Tonucci “por inspirar ese proceso de cambio a través de la Ciudad de los Niños y las Niñas”. También pidió disculpas a los que, en algún momento, no supo tratar como merecían, por sus salidas de tono y por su falta de empatía.
“Tenemos la mejor profesión del mundo y podemos trasladar nuestras esperanzas en el futuro a través de nuestros estudiantes”, observó, para agregar después que, aunque ha aprendido mucho de lo que los investigadores publican, todavía se ha enriquecido más cuando lo ha visto en sus estudiantes y, sobre todo, en las niñas y los niños.
Se lamentó, además, por los estudiantes a los que no supo motivar suficientemente y reclamó que seamos conscientes de todas las capacidades de los pequeños y de los adultos. “Alentémoslas, miremos más a los ojos y menos a la productividad, construyamos con nuestras manos lo que dice nuestro cerebro pero aplicando siempre el corazón. No dejemos que nos construyan nuestras vidas. Seguid contando conmigo y con la Trova Sertoriana, que son únicos”, se despidió entre aplausos.

Antes de su parlamento, actuó como su madrina Ester Ayllón, que leyó un poema de Lima Quintana, Gente necesaria, absolutamente precioso y muy acertado, para dirigirse a Azucena Lozano. “Quiero agradecer a la vida el haberte conocido -le dijo después-, que hayamos podido compartir tantos momentos juntas y llenos de tantas emociones, de alegrías y de tristezas. Me gusta de ti tu inmensa humanidad, tu apertura e interés hacia los demás, tu generosidad. Me encanta tu manera de estar en el mundo. Tus 38 años de dedicación han sido una manera de vivir y de trabajar muy linda, porque has sabido vivir la para y por los demás”.
Después fue leyendo mensajes de gente que también quiso mostrar Azucena Lozano su afecto, respeto y admiración. En ellos, la calificaron como una “humanista comprometida con la justicia social, la política, la hermandad y la naturaleza” y “un soplo de aire fresco. Y destacaron su “capacidad mediadora”, “su dedicación generosa a la política (con Chunta Aragonesista)”, su “su cercanía, implicación y compromiso”, su “empatía”, “su generosidad, implicación y vocación”.
En suma, buena gente, que cree en el poder del amor y la palabra, coherente, profesional y que tiene un gran corazón. “Estos días que te hemos visto más débil nos hemos dado cuenta de lo importante que eres en nuestras vidas y de lo que te queremos, te necesitamos y deseamos que te recuperes muy pronto.”, le dijo de parte de Marta Liesa

MIGUEL PUYUELO, FUENTE DE INSPIRACIÓN
Miguel Puyuelo Sanclemente, ha sido además de profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación, coordinador de la nutrida área de Psicología con que cuenta el Campus de Huesca, e impulsor de la implantación del Máster Interuniversitario en Estudios Avanzados sobre el Lenguaje, la Comunicación y sus Patologías que Unizar imparte en la capital altoaragonesa junto a otras tres universidades públicas españolas. Va a continuar un año más como profesor ayudante.
Puyuelo, al que se le quebró la voz en algunos momentos, señaló que era un momento “muy emocionante” para él, porque la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación del Campus de Huesca es en la que quiso estar ya desde los años 80. “Quiero felicitar a Huesca, a Aragon, pienso que tenemos que estar muy orgullosos de lo que tenemos, de la Trova Sertoriana, de la Facultad y de las personas que tenemos en ella. Si tuviéramos el marketing y el dinero de otros sitios lo celebraríamos más”, consideró.

Animó al profesorado y a todo el personal a continuar con el clima que existe en el centro educativo, dio las gracias a Marta Liesa por ayudarles a dar continuidad al Máster de Patologías del Lenguaje, a José Domingo Dueñas y a Fernando Alvira. “Incluso intentamos traer un Grado de Logopedia”, recordó y extendió su reconocimiento a Santos Orejudo, el director de su departamento, por “las facilidades” que siempre le dio de cara a su labor profesional.
Y su gratitud más inmensa fue para su mujer, Olga, que le acompañó en todo el proceso de las oposiciones para el acceso a la titularidad, y a su hijo Miquel, que tuvo que sufrir alguna de sus ausencias.
Terminó su intervención relatando una anécdota que le ocurrió hace un par de años, al salir de su despacho en Huesca, sobre las 21:00. Hacía frío, era invierno, y se dirigió hacia el Coso, donde había una promoción de Movistar. Una chica se dirigió hacia él y el profesor trató de esquivarla, hasta que oyó que le llamaba por su nombre: “Yo fui alumna suya en la Facultad de Huesca y fue muy feliz -recordó con emoción-. Yo solo quiero deciros que ella fue muy feliz y yo también. He sido muy feliz aquí”.

Cecilia Latorre actuó como madrina de Miguel Puyuelo, al que comenzó profesando todo su cariño y afecto, con las palabras que iban brotando de su corazón. “Su labor ha sido fuente de aprendizaje e inspiración para otras personas. De hecho, has alcanzado un reconocimiento internacional por la amplia especialización que fuiste adquiriendo en el ámbito del lenguaje y la comunicación”.
Atribuyó a su “empeño, determinación y constancia” la consecución del Máster del Lenguaje y le agradeció “haber contribuido a crear este camino de oportunidad formativa y de investigación” para toda la Facultad.
Valoró, además, otros conocimientos que, de manera más casual, ha adquirido también gracias al profesor Puyuelo, “vivencias personales que han estado repletas de humanidad, cercanía, apoyo y aprecio”.
Le aseguró que siempre le recordarán y que ahora es tiempo de mirar atrás con satisfacción por todo lo que ha logrado. “Dedícate plenamente a ti, a invertir tiempo de calidad con tu familia y amigos, a olvidarte de las horas de trabajo y de responsabilidades -le recomendó-. Un día nos dijiste: ‘La experiencia en la vida te permite ser cada vez más consciente de que lo importante es dedicar tiempo a esos pequeños momentos del día que nos hacen felices’. Te despedimos como persona de referencia en esta Facultad y en la Universidad de Zaragoza”.

MARIÉN MARTÍN, UNA CONCIENCIA ALERTA
Marién Martín ha sido desde los años 90 bibliotecaria de la Facultad oscense, donde ha desarrollado una notable labor de formación bibliográfica y bibliotecaria del alumnado. Además, ha sido una de las coordinadoras del Club de Lectura universitario (2017-2021), junto a varias profesoras.
Agradeció ese “trabajo compartido” con las compañeras y compañeros de las bibliotecas a lo largo de estas décadas, “magníficas profesionales porque, en su mayoría, son mujeres infravaloradas, a menudo, e infrautilizadas”.
En su balance personal, lamentó “no haber sabido o podido” conseguir ampliar espacios, equipamientos, dotaciones de personal para el servicio de biblioteca, empeño que compartió con distintos equipos directores. “Quizá sea una falta de interés de la sociedad en general y de una Academia tecnocrática en particular por la cultura y el en un contexto que promueve más que la responsabilidad y el deber, el entretenimiento, la infantilización y quizá el atontamiento del alumnado. Una Universidad que se rinde al economicismo y pragmatismo, a la búsqueda cortoplacista de resultados, dificultando la formación rigurosa y exigente, pero también gratificante, y por tanto el proceso lento que todo buen trabajo exige”.
Sin embargo, Marién Martín admitió que nada le ha impedido el compromiso y la ilusión por un trabajo y una profesión a la que llegó por azar y que ahora considera “imprescindible en cualquier espacio social y gratificante en el ámbito educativo y en particular en el contexto académico”.
En su opinión, documentarse, leer, contrastar puntos de vista y debatir “son procesos clave en la formación de los estudiantes, si aspiramos a que lleguen a tener cierta autonomía intelectual y si queremos que vivan una vida digna y decente”.
Entre otros compañeros de viaje en su labor profesional en el Campus, citó a Elena González , Pilar Esterán, Agustín Malón y Juan Mainer. “Ojalá en un futuro pueda hacerse realidad una Universidad a la altura de los retos del presente, verdaderamente pública, que no abone la subjetividad del cliente consumidor, sino la de una ciudadanía crítica y atenta al bien común, una Academia que no anteponga la rentabilidad económica a la formación y al conocimiento”, deseó.
Está convencida que de que hay otras formas posibles de convivencia,”más libres más justas y más igualitarias entre varones y mujeres, libres por tanto del machismo” y, en ese caso, “los libros en cualquier formato, las bibliotecas y las bibliotecarias resultarán imprescindibles”.

Pilar Esterán, que hizo de madrina de Marién Martín, destacó de ella su sonrisa amable, su eficacia y sus líneas de interés: “La formación crítica de los usuarios de la biblioteca”.
“Ahora está muy preocupada por las condiciones actuales de la Academia en el marco de las sociedades tecnócratas y de control -indicó-, y por las condiciones de producción y déficit del llamado conocimiento científico”.
Con cierta sorna observó que esta etapa que empieza constituye para ella “poco más que un punto y seguido, porque tanto ella como su querido Juan Mainer acaban de llegar de un congreso en Pamplona sobre la memoria, la historia y la educación, en el que han participado”.
“Es y seguirá siendo una conciencia alerta”, recalcó, para recordar después que desde 2010 forma parte del colectivo Fedicaria, una plataforma de pensamiento crítico independiente y del Consejo de redacción de la revista Conciencia social, que desde 1998 es el órgano difusor de aquella entidad.
“Ella es historiadora y sabe de la importancia de analizar el pasado para utilizarlo como atalaya y desde él intentar comprender el presente y si hay suerte, atisbar algo del futuro”, dijo Pilar Esterán, y de acuerdo con Marién Martín, y para no insistir más en las loas personales, aprovechó su turno de palabra para reivindicar la lectura y un plan de intervención que pase por proponer y promover el contacto directo del alumnado con la bibliografía primaria y secundaria, lectura comprensiva con la aplicación de una dosis razonable de pensamiento crítico.
“Está probado históricamente que frecuentar las bibliotecas empodera a las mujeres y a los hombres, también”, finalizó entre las risas de los asistentes.
AGRADECIMIENTO A LOS CENTROS
La celebración incluyó, además de los homenajes a estos tres profesionales jubilados, la conferencia ‘Los secretos de la biblioteca de un maestro’, que impartió el profesor de Historia de la Educación Víctor Juan Borroy, el agradecimiento a los centros educativos aragoneses que acogen a los estudiantes para realizar las prácticas docentes, que le correspondió a Raquel Pérez, y la actuación de La Trova Sertoriana, el grupo de música de cuerda del Campus altoaragonés.