El busto de San Vicente ha salido de su vitrina en la sala de los tesoros de la iglesia de San Pedro el Viejo en Huesca y ha podido ser contemplado en el altar mayor por oscenses y visitantes, coincidiendo con la celebración de la festividad del martirio de este patrono, con San Lorenzo, de la ciudad. Fue una de las sorpresas que encontraron quienes participaron en la visita a los lugares vicentinos celebrada el pasado sábado, que atrajo el interés de un nutrido grupo de personas que pudieron conocer más sobre los templos que guardan el recuerdo de este santo oscense universal.
Cada año desde 2003 se realizan estos recorridos que incluyen el convento de la Asunción, la iglesia de San Vicente y San Pedro el Viejo, además de la imagen que explica su pasión y que se encuentra en la entrada de la sede de la Diputación Provincial de Huesca. La ruta había sido organizada dentro de los actos por la festividad del patrono de la ciudad por el Área Municipal de Turismo y la Asociación Ciudad Vicentina.
La primera parada fue el convento de la Asunción, que albergaba la antigua la iglesia románica de San Vicente el Viejo o de San Vicente el Alto por su ubicación en la zona más elevada de Huesca, en el casco histórico, primera dedicada en la ciudad al diácono, y que dice la tradición que se levantó en el lugar donde estuvo la casa de sus abuelos y de su madre y donde transcurrió su infancia.
Tiene su origen en una mezquita reconvertida en iglesia cristiana, que tras la toma de Huesca por Pedro I en 1096 fue donada al año siguiente a la catedral de Roda de Isábena, importante sede episcopal dedicada a San Vicente Mártir, que le dio su misma advocación, como se explica en el audiovisual que forma parte de la visita a los lugares vicentinos, que recuerda que, cuando fue derribada la antigua iglesia románica, se encontró una lápida con inscripciones romanas dedicada al emperador Augusto, testimonio histórico del pasado de la ciudad.
A pesar de que el convento se encuentra actualmente bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, el retablo mayor de la iglesia está presidido por un gran lienzo de final del s. XVII, que sería necesario restaurar, dedicado a la glorificación de San Vicente Mártir.
La siguiente parada de la visita fue la iglesia de San Vicente el Bajo, en el Coso Alto, conocida por la Compañía porque desde el siglo XVII, con algunas interrupciones, perteneció a la orden de los Jesuitas -a quien la ofreció el obispo de Huesca en 1610-, que derribaron el antiguo templo y levantaron la actual iglesia.
Obra del arquitecto José Sofí, fue inaugurara el 21 de enero de 1746, y está dedicada a San Vicente Mártir, cuya imagen preside la fachada junto al escudo de armas de Carlos III, y en su interior, las pechinas de la cúpula están decoradas con ángeles que portan los atributos de su martirio: la corona de la flagelación, la cruz en aspa, la rueda de molino y la corona y la palma de los mártires. Las bóvedas del templo tienen pinturas sobre lienzo que aluden a la pasión del santo, como la de su glorificación acompañado por San Valero y San Lorenzo. Además, una cenefa recorre la iglesia con palmas y fondo rojo en alusión al martirio y la sangre derramada, como recordó la historiadora y guía en el recorrido María Antonia Buisán en este punto de la ruta.
Coronando el retablo hay un escudo de Huesca, en alusión a su origen oscense, y la escultura de San Vicente, que antes se encontraba presidiendo el retablo y que los Jesuitas sustituyeron por un Sagrado Corazón, aunque se espera que algún día vuelva a la hornacina central, apuntó Buisán.
La tradición dice que San Vicente fue bautizado en la iglesia de San Pedro el Viejo. Hasta 1892 se celebró la Fiesta del Bautismo de San Vicente y hubo una cofradía en su honor. El templo, incluido en el recorrido de los lugares vicentinos, mantiene una vinculación especial con el diácono y conserva abundante iconografía. En el tímpano de puerta principal se puede ver una pequeña imagen yaciente acompañada por una inscripción con su nombre, que es la escultura de piedra más antigua que existe del santo en España. También destaca en el retablo mayor, entre otros, en las pinturas murales de la capilla de San Justo y Pastor y la verja del coro.
El busto relicario de San Vicente sobresale en el tesoro de la capilla de San Ponce, que alberga valiosas obras de orfebrería. Es de 1519, el más antiguo de la ciudad, realizado en bronce y plata. Hasta los años 60 se sacaba en procesión y ha permanecido mucho tiempo en un almacén hasta que en 2001 fue instalado en esta capilla ubicada bajo la torre del templo.
María Antonia Buisán señaló que este año el nuevo párroco, José Alegre, consideró que para la fiesta de San Vicente, el busto tenía que estar en el altar mayor de la iglesia, toda una sorpresa para quienes participaban en esta visita a los lugares vicentinos, que disfrutaron de su belleza. La iglesia de San Pedro guarda también un relicario de plata del s. XVII que conserva un fragmento de un hueso de San Vicente.
Las luces de colores que generan las vidrieras y la estrella de Belén en el claustro de la iglesia, que solo se puede observar desde la epifanía hasta San Vicente, fueron los regalos finales de esta visita vicentina.
La ruta culminaba en esta iglesia, aunque no hay que olvidar la vinculación de la catedral de Huesca con los patronos de la ciudad, San Lorenzo y San Vicente, representados en su portada, respectivamente, por la parrilla y la rueda de molino. San Vicente se encuentra en numerosos lienzos, pinturas y retablos de capillas y oratorios de la seo; en la pintura de Martín Coronas de 1911 junto a otros santos oscenses y en la sillería del coro, entre otros.