Todo ha comenzado por la bendición del precioso belén en la cabeza de la nave izquierda de la Basílica de San Lorenzo, con la que el párroco, Nicolás López Congosto, y Lorenzo Naya han dado a todos su feliz Navidad con palabras de fe y de esperanza, que han sido refrendadas por el Adeste Fideles a cargo de la Coral Diego de Pontac que dirige Mariángel Leo. La Real Cofradía de San Lorenzo ha ejercido de anfitriona de un acontecimiento tradicional en el que se reconoce Huesca.
Ante una nave central rebosante de público, la Coral ha caminado tras la bendición hacia el altar y delante de él ha iniciado un concierto precioso que ha arrancado con el gregoriano de la Antífona del día 22, en la que las notas de las voces han significado la esperanza en el final de la larga espera hasta el alumbramiento del Mesías.
370 años se celebran de la muerte de Diego de Pontac, el oscense gran Maestro de Capilla de catedrales extraordinarias como Salamanca, Santiago, Valencia, Zaragoza o Granado, que vio su última luz el 1 de octubre de 1654. Como si su espíritu sobrevolara el crucero basilical, con Juan Gracia al piano, ha comenzado a fluir la variedad de estilos con la que honrar como merece una celebración con tanto simbolismo religioso y humano. La Albada del Nacimiento de Blas Coscollar con texto de la gran poetisa oscense Ana Francisca Abarca de Bolea ("Todos el pie le besemos, /que es nuestro Dios y Señor, /pidiendo faga pesebre del cristiano corazón") ha sonado deliciosa, elevadísima en el caso de la Alta Trinitá Beata del manuscrito del siglo XIII Laudario di Cortona.
Con un respeto reverencial se sucedían las interpretaciones como el nunca suficientemente ponderado Canticorum Lubilo de Haendel y la bendición irlandesa de James E. Moore. Poderoso el Omni die dic Mariae de Gorczycki y el Ave Verum de Camille Saint-Saens. La sutileza de las voces llenaba la atmósfera en el O Sanctissima de Abel di Marco. A esas alturas, el concierto crecía con el It's me oh Lord de Josly y su negra espiritualidad, y con el Jesus Christ, you are my life de Marco Frisima.
El Puer natus est nobis (un niño nos ha nacido) de Javier Busto daba paso al género villancico con el Navidades blancas de Irving Berlin que eleva el éxtasis del público, ¡Oh! qué precioso niño de Mozart, las composiciones populares andaluzas de José Blasco Una pandereta suena y la Virgen va caminando, el exquisito Neno Xesús gallego de Julio Domínguez y, como colofón, La Estrella de Oriente de Marcelo Beltrán, de Molina de Segura.
A esas alturas, nadie tenía duda de que este Concierto de Nuestra Señora de la O era una confirmación de que, efectivamente, la "larga espera" estaba llegando a su fin y el Cristo empezaba a proyectar su presencia entre los hombres.