Huesca ha acogido este viernes una jornada cargada de emoción y simbolismo. La celebración de una fiesta saharaui en el centro de Aspace Huesca, con jaimas tradicionales y actividades culturales propias de este pueblo ha marcado la celebración de la estancia de varios niños y niñas con discapacidad procedentes de los campamentos de refugiados.
Su participación en el programa Vacaciones en Paz, impulsado por la asociación Alouda Huesca y desarrollado en colaboración con Cadis Huesca, les permite recibir atención médica especializada, convivir con otros menores en entornos inclusivos y participar en experiencias educativas y lúdicas inolvidables.
En este feliz encuentro, han estado presentes representantes y profesionales de Aspace, Alouda y Cadis, y varios usuarios con parálisis cerebral y otras discapacidades afines que han compartido estas semanas con los menores saharauis.
Marta Peña, gerente de Cadis Huesca, ha explicado que esta colaboración con Alouda comenzó en 2013. Desde entonces, cada verano, un pequeño grupo de niños y niñas saharauis con discapacidad ha sido acogido en tres entidades de la Coordinadora. A diferencia de otros participantes del programa, que se alojan con familias, estos menores son recibidos en centros especializados, donde inician su estancia con un período de adaptación que incluye las primeras revisiones médicas y el acompañamiento terapéutico necesario.
Posteriormente, se trasladarán al centro de la asociación Valentia en Martillué, donde disfrutarán de excursiones por el Pirineo y actividades al aire libre. La última etapa de su recorrido tendrá lugar en el centro vacacional de la Fundación Adislaf, ubicado en Isín, donde continuarán compartiendo experiencias antes de su regreso.
Pilar Abió, portavoz de Alouda Huesca, ha subrayado que el programa supone un beneficio pleno para estos niños y niñas, no solo por el descanso que les ofrece, sino por el acceso a servicios que en los campamentos saharauis son prácticamente inexistentes.
Este año, ha explicado, han repetido estancia dos menores con el objetivo de continuar sus tratamientos. Uno ha sido intervenido quirúrgicamente durante esta edición, y otro ya lo fue el año anterior. Abió ha detallado que las causas de discapacidad en los campamentos son múltiples, y en muchos casos están relacionadas con la malnutrición, enfermedades durante el embarazo o el parto, y la falta de recursos sanitarios.
Ha compartido la historia de una niña que, al llegar a Huesca por primera vez, se golpeaba con los cristales porque nunca había visto uno. Según Abió, esta anécdota ilustra cuán distinta es su realidad cotidiana, y cuánto puede transformarles una experiencia como esta. Ha señalado que los niños saharauis participan de forma plena en las actividades escolares y residenciales, y reciben atención física especializada, igual que cualquier usuario local.
También ha anunciado que ya se está trabajando para que otro menor pueda regresar el próximo año y continuar un tratamiento de columna, imposible de realizar en los campamentos. Ha agradecido el esfuerzo conjunto de todas las entidades implicadas, especialmente la coordinación con Cadis Huesca, por hacer posible esta experiencia.
Eva Cabrero, directora de Aspace Huesca, ha valorado muy positivamente la llegada de los menores saharauis, que, según ha dicho, siempre traen consigo alegría y vida al centro. Ha reconocido que su acogida exige una reorganización importante a nivel logístico, tanto en el colegio como en la residencia.
Cabrero ha explicado que se han integrado en el campus de verano y que se han habilitado espacios propios para garantizar su independencia. Ha querido agradecer expresamente al personal de residencia su compromiso, destacando su esfuerzo para atender con calidad y calidez.
La directora ha afirmado que el programa se alinea perfectamente con la misión de Aspace Huesca, centrada en mejorar la calidad de vida de personas con parálisis cerebral en todas las etapas, sin importar su origen o condición. Este proyecto, ha señalado, permite que ese trabajo cotidiano se proyecte a nivel internacional, generando un intercambio de valores y vivencias que enriquece a todos.
Begoña Buesa, maestra del centro escolar, ha aportado una mirada cercana y emocional al desarrollo del programa. Ha explicado que cada año, con la llegada de nuevos niños o la repetición de algunos del año anterior, todos -profesionales y menores- aprenden algo nuevo. Para los pequeños, ha dicho, estas semanas suponen tener unas vacaciones como las de cualquier otro niño, disfrutadas en una gran familia que es Aspace, compartiendo espacios con alumnado del colegio, adultos de la residencia y personas del servicio de día.
Buesa ha insistido en que lo más importante es ofrecer igualdad de oportunidades, y que, aunque a veces no hacen falta grandes gestos para cambiar el mundo, los pequeños pasos, como los que permite este proyecto, son los que verdaderamente marcan la diferencia.
Ha señalado también que a lo largo de los años, los profesionales han aprendido a respetar los ritmos y necesidades de los niños y de sus monitores, ajustando expectativas y enriqueciendo mutuamente sus culturas. Ha valorado la humildad y el esfuerzo de los profesionales saharauis que, con muy pocos recursos, hacen todo lo posible por mejorar la calidad de vida de estos niños.
Para Buesa, descubrir el mundo a través de los ojos de estos pequeños es uno de los grandes regalos que deja el programa. Ha concluido que aunque quizás no se pueda cambiar todo su futuro, lo que sí se logra es enriquecer su mochila vital con experiencias de cuidado, cariño y dignidad, que los acompañarán siempre.