En la Iglesia de Santo Domingo y San Martín, justo antes de escuchar el magnífico pregón del obispo de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, ha resonado entre los asistentes una triste noticia: ha fallecido en Zaragoza Javier Alzueta Domeño. Sobre las siete de la tarde, el sacerdote que estaba dotado de una especial habilidad para las relaciones multidireccionales (lo mismo hablaba con Dios que con Don Bosco que con el común de los mortales) ha exhalado su último aliento y ha pasado a convertirse en una leyenda de Huesca, con permiso de la Casa Salesiana en la que tantos servicios pastorales oficial.
Javier Alzueta Domeño, navarro de Aibar, 82 años, que dedicaba su devoción a lo más alto pero sentía pasión además por el fútbol compaginando su cariño por Osasuna con la Sociedad Deportiva Huesca (no en vano, fue capellán y tradicionalmente rezaba y bendecía en la ofrenda floral del club al comienzo de cada temporada para que tuviera toda la protección), desempeñó multitud de cargos en el Colegio Salesiano y en la familia salesiana durante más 57 años de sacerdocio (66 de salesiano) hasta que hace un lustro fue enviado por la superioridad a descansar.
Javier nació en Pamplona el 22 de diciembre de 1941. Hizo el noviciado en L´Arboç del Penedés y allí profesó el 23 de diciembre de 1957. Los estudios de filosofía los cursó en Sant Vicenç dels Horts (1957-60) y el tirocinio lo realizó en Huesca (1960-63). Después siguieron los años de estudio de la teología en Barcelona Martí-Codolar (1963-67). Fue ordenado sacerdote, en Barcelona Hogares Mundet, el 5 de marzo de 1967 por Mn. Matías Solà. Los lugares en donde ha desarrollado su labor pastoral han sido los siguientes: Ciutadella (1967-75), Horta (1975-78 y 1984-90), Monzón (1978-84), Huesca (1990- 2019) y Zaragoza (2019-24).
Su labor docente y pastoral era compartida con una maravillosa capacidad para convertirse en un miembro más de muchísimas familias oscenses. Consoliario de la Asociación de Antiguos Alumnos, director de las catequesis, responsable del coro de antiguos alumnos, especialmente sensible con los enfermos y además una persona con una extraordinaria memoria para felicitar en todas las grandes efemérides de multitud de oscenses.
A buen seguro, entre las miles de anécdotas y vivencias felices y algunas desdichadas que han dejado su huella en la ciudad, en la Misa Funeral que tendrá lugar en la Iglesia de María Auxiliadora el lunes a las 11 de la mañana emergerá alguna sonrisa y mucha melancolía porque el cura de las familias, el que bautizaba, comulgaba, casaba y acompañaba como nadie en el adiós más triste ahora requiere toda nuestra concentración para decirle aquello de gracias por tanto y descansa en paz, amigo, que te llevas hasta otras esferas celestiales el corazón de todos. Descanse en paz el padre, hermano y todo Javier Alzueta Domeño