Guillermo Lahera y Javier Olivera advierten del uso banal de los términos trauma y trastorno bipolar

Se presenta en Huesca "Las palabras de la bestia hermosa", un libro que aborda enfermedades mentales graves

10 de Mayo de 2025
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cuadros sicóticos, trastorno bipolar, trauma, depresión y síndrome de diógenes

Los psiquiatras Guillermo Lahera y Javier Olivera Pueyo coinciden en la necesidad de dar voz a las personas con enfermedades mentales graves, combatir el estigma que las rodea. Ambos destacan la importancia de comprender la experiencia del paciente, así como el valor de la psicoterapia y el uso racional de los tratamientos farmacológicos.

Lahera viajó esta semana a Huesca para presentar su libro Las palabras de la bestia hermosa. Breve manual de psiquiatría con alma, que aborda diversas enfermedades mentales a través de casos reales, como cuadros psicóticos, trastornos paranoides de personalidad, de acumulación, síndrome de Diógenes, trauma y depresión.

El acto se enmarcó en el ciclo Ansiedad, salud mental y trascendencia, organizado por la Fundación Ibercaja en colaboración con la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de Huesca, perteneciente a la Universidad de Zaragoza, con la coordinación del doctor Javier Olivera Pueyo

Lahera, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá y jefe de sección en el Hospital Príncipe de Asturias, destacó la importancia de tratar la psiquiatría desde una perspectiva humana, algo que comparte con Olivera Pueyo, psiquiatra jefe de sección en el Hospital Universitario San Jorge y profesor permanente de la Facultad de Medicina de Huesca. 

Olivera, que le acompañó en la mesa, calificó el llibro como una "sucesión de casos clínicos, todos muy bien narrados, casi como literatura". Lahera, por su parte, detalló que la obra se enfoca en los trastornos mentales graves, especialmente en los dos primeros capítulos, que abordan los trastornos psicóticos, los cuales considera el "caballo de batalla" de la psiquiatría. En este contexto, explicó que la psicosis es una alteración en la percepción de la realidad, una de las características más humanas: la capacidad de simbolizar.

Javier Olivera y Guillermo Lahera, en la Fundación Ibercaja Huesca. Foto Myriam Martínez
Javier Olivera y Guillermo Lahera, en la Fundación Ibercaja Huesca. Foto Myriam Martínez

Lo que nos diferencia de otros animales no es tanto que seamos más racionales, sino que somos capaces de representar la realidad. Gracias a nuestra memoria y capacidad de predicción, no tenemos una relación directa e inmediata con ella, sino que la representamos”, explicó Lahera. “Cuando esa representación se vuelve incompatible con la de los demás o no tiene capacidad predictiva, el paciente psicótico experimenta perplejidad y extrañeza, lo que lo lleva a desarrollar un delirio, tratando de poner orden y sentido a una experiencia que le resulta incomprensible.”

Olivera recordó que, según el Manual de Sims de síntomas psiquiátricos, “la realidad no tiene por qué coincidir con la verdad”. Indicó que esto se enseña en la patología psicopatológica y aludió a cómo tradicionalmente se ha entendido la psicosis como estar “fuera de la realidad”, una noción que durante siglos se ha vinculado con la figura del “loco”.

Lahera respondió que esta idea servía para explicar “la soledad del psicótico”, quien, por no poder compartir su experiencia con los demás, cuando lo intenta “le dicen que no es verdad, que está loco, lo descalifican, lo insultan”. Añadió que esto hace que muchos acaben por minimizar sus síntomas incluso ante el psiquiatra, para evitar una sobremedicación. Recalcó que los pacientes psicóticos ya tienen suficientes problemas, entre ellos “el estigma social”, y por eso subrayó la necesidad de “humanizar tanto al paciente como al psiquiatra”.

Los dos primeros capítulos del libro abordan la psicosis, el trastorno paranoide y el trastorno delirante. Olivera pasó después al siguiente, para destacar cómo se banaliza en la sociedad actual el uso del término trastorno bipolar, consideración que también compartió su colega.

Lahera apuntó que se ha trivializado al usarse expresiones como "soy un poco bipolar" o "mi jefe es un poco bipolar". Explicó que, cuando se dice eso, en realidad se quiere hacer referencia a la inestabilidad emocional, un rasgo de carácter, y no a una enfermedad.

Javier Olivera y Guillermo Lahera. Foto Myriam Martínez
Javier Olivera y Guillermo Lahera. Foto Myriam Martínez

Según detalló, las personas con inestabilidad emocional pueden atravesar momentos de adversidad, sentirse completamente abatidas y, luego, tener reacciones desmesuradas, pero el trastorno bipolar, enfatizó, se caracteriza por periodos prolongados e intensos de depresión, hipomanía y manía, y es una enfermedad que afecta muy negativamente la funcionalidad y la calidad de vida del paciente.

Javier Olivera apuntó que algo similar ocurre con el asunto abordado en el capítulo siguiente, el trauma, algo que no debe confundirse con cualquier adversidad, puesto que está relacionado con situaciones límite, cercanas a la muerte, como los abusos o accidentes graves.

"Si todo es trauma -asintió Guillermo Lahera-, nada acaba siéndolo y acabamos traicionando a las personas que realmente han vivido un atentado terrorista, una violación, una catástrofe natural”.  Aclaró que hay un sufrimiento inherente a la existencia humana, pero lo que define al trauma es que es inesperado, sorprendente, y rompe los esquemas de lo que entendemos por existencia humana, provocando intensos sentimientos de terror y atentando contra la integridad física o psíquica del sujeto.

Finalmente, Lahera destacó que, además, se relaciona estrechamente con el desarrollo de la psicopatología, por lo que "disminuir la probabilidad de vivir experiencias traumáticas sería la acción preventiva número uno para reducir la aparición de enfermedades mentales".

En uno de los capítulos del libro, se trata el tema de los acumuladores, una cuestión que Olivera señaló como de gran interés. Explicó que el coleccionismo podría considerarse una forma ordenada de acumulación, algo común sobre todo en la niñez, cuando los pequeños coleccionan cromos o coches en miniatura. Sin embargo, la acumulación en adultos puede alcanzar niveles patológicos.

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Guillermo Lahera explicó que, aunque tanto la acumulación obsesiva como el síndrome de Diógenes comparten conductas similares, las motivaciones detrás de cada uno son completamente distintas. Explicó que el acumulador compulsivo suele dotar a los objetos de un valor emocional profundo, lo que le impide desprenderse de ellos. A menudo, esos objetos adquieren tal significado simbólico que, para el paciente, tirarlos puede ser percibido como un atentado contra su vida o recuerdos.

Por su parte, el síndrome de Diógenes se caracteriza por un desorden extremo y una falta total de autocuidado. En este trastorno, el paciente rechaza tanto la asistencia como los alimentos, acumulando basura e incluso animales muertos. Aunque se tiende a confundir con la acumulación obsesiva, el síndrome de Diógenes presenta un grado mucho mayor de desorganización y dificultad para ser comprendido. Lahera aclaró que este trastorno está asociado con demencias, trastornos de personalidad graves, alcoholismo y adicciones severas, y en muchos casos, puede considerarse la fase final de varios trastornos mentales.

Lahera mencionó el caso de su padre, quien superó una depresión mayor, para ilustrar la diferencia entre esta condición y un trastorno de adaptación o simplemente sentirse triste. Explicó que, aunque el libro se centraba en la vivencia de los pacientes que atendió, también era importante compartir su experiencia personal como familiar de alguien con un trastorno mental.

Su padre mejoró con el uso de psicofármacos. Por ello, Lahera apuntó que, si bien la psicoterapia es esencial, en algunos casos debe ir acompañada de medicación, que bien administrada, es vital para la recuperación del paciente. Además, subrayó la importancia de no estigmatizar su uso.

Olivera también expresó que le había encantado el homenaje que Lahera hacía a las personas que habían envejecido en un hospital psiquiátrico, que pasaron años allí desde su juventud, como aparece recogido en Cartas desde el manicomio, un libro desgarrador que recoge las misivas de pacientes del hospital de Leganés que nunca llegaron a sus destinatarios.

Guillermo Lahera comentó que le parecía una forma simbólica de concluir el libro, utilizando esa metáfora para reflejar cómo se ha tratado históricamente a los pacientes con trastornos mentales. El psiquiatra explicó que, en el pasado, se les había quitado la voz a estos pacientes y que, al final, quería enviar el mensaje de que no se podía seguir funcionando de esa manera.

Afortunadamente, agregó, se están realizando cambios y ahora se trata de acercarse con mayor empatía y comprensión, y tratarles con dignidad, lo que también propicia que su evolución sea mejor.

Al término de la charla, el mensaje de Lahera y Olivera fue positivo: "Creo que vamos a acabar por domesticar a la bestia". Ambos se mostraron convencidos de que, al igual que se han producido revoluciones en otras especialidades de la medicina, como en neurología, habrá avances en el conocimiento de la fisiopatología de algunas enfermedades neuropsiquiátricas. De hecho, ya se aprecian avances en campos como el autismo, la enfermedad de Parkinson, el Huntington y otros trastornos.

Lahera comentó que cada vez hay más estabilidad en los pacientes, sobre todo gracias a investigadores que manejan las tres dimensiones: biológica, psicológica y social. Además, resaltó la importancia de tener en cuenta la genética en cualquier estudio y entender la interacción entre la vulnerabilidad biológica y los acontecimientos vitales.

Olivera coincidió con él, señalando que "sería desesperanzador tirar la toalla en esa batalla". Ambos estuvieron de acuerdo en que, como sociedad, se debe tratar de ayudar a los pacientes, aunque no necesariamente para curar los trastornos mentales graves, sino para conocerlos mejo, encontrar remedios que no sean tan destructivos para sus vidas y ayudarles con otras técnicas, como la prevención y la resiliencia.

Javier Olivera y Guillermo Lahera. Foto Myriam Martínez
Un momento de la charla de Javier Olivera y Guillermo Lahera. Foto Myriam Martínez

Olivera agradeció a Lahera su libro, que, además de visibilizar y aclarar muchos aspectos de los asuntos abordados, contribuye a apagar el estigma sobre la enfermedad mental grave y dar voz a los pacientes.

El próximo encuentro lugar el jueves 15 de mayo con la conferencia “Trascendencia, espiritualidad y salud mental: ¿necesitamos creer?” a cargo del doctor Manel Sánchez Pérez, director del Área de Gestión del Conocimiento y de la Cátedra de Psicogeriatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, así como presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría.

El ciclo se inició con una primera sesión a cargo de Antonio Bulbena Vilarrasa, quien profundizó sobre la ansiedad.

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