“Nos han enseñado a callar, a tener miedo, a sentir vergüenza”, con esa contundencia ha arrancado este martes el manifiesto leído en la céntrica plaza de Navarra, donde centenares de personas se han reunido a las 19.00 horas para conmemorar el Día Mundial por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. La ciudad ha vuelto a ser escenario de una movilización masiva que ha puesto el foco en la persistencia de un sistema que, como denuncian las organizadoras, “se revuelve contra nuestra lucha” y reinventa sus mecanismos de opresión.
La concentración convocada por el colectivo 8-M ha tenido por lema “Frente al terror machista, nuestra lucha feminista”, y se han sumado pancartas: “Ni una menos, vivas y libres nos queremos vivas”, “que la vergüenza cambie de lado”. También “no más violencia contra las mujeres”, de Amnistía Internacional, la Federación de Barrios Osca XXI y numerosos lemas elaborados por asistentes, como “juntas, sin miedo, pedimos justicia”, “en España más de 2,8 millones de mujeres han sufrido violencia sexual, “489 huérfanos y huérfanas desde 2013” y “se ven solo unas cuantas y detrás hay millones”.

El texto, elaborado por la Asamblea 25N de Huesca, ha recordado que “no son solo cifras, son vidas arrancadas” al mencionar los 39 feminicidios registrados en España durante 2025, junto a los asesinatos de dos niñas y un niño, además de los más de 105.000 casos activos bajo seguimiento en el sistema VioGén. Una realidad que, según se ha subrayado, sitúa a miles de mujeres y menores en “una vulnerabilidad permanente” pese a las alertas constantes.
La lectura ha ido desgranando las múltiples violencias machistas, física, psicológica, sexual, económica, institucional, simbólica, recordando que todas actúan de forma simultánea y han sido históricamente “una herramienta de control para mantenernos sumisas y subordinadas”. La referencia a la caza de brujas en el Pirineo, donde mujeres fueron asesinadas bajo acusaciones inventadas, ha servido para trazar un puente entre los feminicidios del pasado y las violencias que persisten en la actualidad. “No es un episodio cerrado, la violencia se reinventa”.
El manifiesto ha insistido en la necesidad de una educación sexual inclusiva, libre de estereotipos y capaz de desmontar masculinidades posesivas y dominantes. Ha sido en ese punto donde se ha lanzado un mensaje dirigido a los hombres: “Les queremos a nuestro lado denunciando este modelo machista que no les representa”.

En un tono firme, se ha reclamado que la violencia machista sea tratada como una cuestión estructural que hunde sus raíces en “un sistema capitalista, patriarcal y colonialista basado en jerarquías de género, clase y raza”. También se ha exigido que el aborto sea reconocido como derecho fundamental, fuera del Código Penal y garantizado en la sanidad pública.
Una parte amplia de la lectura se ha centrado en la situación de las mujeres migrantes, sometidas según denuncia el texto a violencias cruzadas que combinan racismo, xenofobia, precariedad laboral, falta de protección jurídica y riesgos agravados en los trayectos migratorios. La Asamblea ha reclamado la modificación de la Ley de Extranjería y la garantía de intérpretes, seguridad y apoyo efectivo cuando denuncien una agresión. “Frente al ‘Nosotros primero’, defendemos el ‘Nosotras juntas’”, ha sido una de las frases más aplaudidas.
La crítica a los medios de comunicación ha vuelto a ocupar un papel central, instando a abandonar tratamientos “amarillistas y morbosos” y a dejar de empatizar con los agresores. Del mismo modo, se ha cuestionado el canon estético occidental impuesto a las mujeres, que “anula nuestra diversidad y genera sufrimiento”. En este punto, se ha reivindicado el derecho a todos los cuerpos: “Ni demasiado gordo ni demasiado delgado, blanco pero algo tostado… Queremos que se reconozca la diversidad de cuerpos y de formas de ser y estar en el mundo”.
El manifiesto ha incluido, además, un testimonio en primera persona sobre el estigma hacia las mujeres con diagnóstico en salud mental, que siguen encontrando barreras para vivir una sexualidad libre y sin prejuicios. “Tener un diagnóstico no me quita el derecho a explorar mi cuerpo y el de otras personas”, señalaba la voz anónima incorporada al texto.
Hacia el final, la Asamblea ha dirigido su mirada hacia Palestina y Sudán, denunciando la violencia extrema que sufren mujeres y niñas en ambos territorios. Ha citado el testimonio de una rehén palestina sometida a torturas y violación, una narración que ha estremecido a la plaza. “Deseé la muerte en cada instante”, recogía el relato. Las organizaciones feministas oscenses han exigido la creación de un comité internacional independiente que investigue los abusos.
La lectura ha concluido con una imagen de resistencia: “Como las amapolas en los campos de Palestina, como los claveles blancos de esta plaza, resistimos y resistiremos no solo para sobrevivir, sino para vivir más libres”. Y con un grito unánime que ha retumbado entre los porches y comercios cerrados: “¡Frente al terror machista, nuestra lucha feminista!” y se ha coreado la canción "Sin miedo", de Vivir Quintana.

TESTIMONIO DE CARLA
La concentración se había inicido con la lectura de los nombres de las 39 mujeres asesinadas este año y su recuerdo simbolizado en unas luces encendidas en el centro de la concentración, y cada uno de sus nombres con un clavel blanco. Posteriormente, Carla, una superviviente de violencia machista, dejó su testimonio. Ha relatado cómo logró salir “de un infierno”, un lugar “que te apaga, que te quiebra y que te hace dudar hasta de tus sombras”. Ha recordado que durante mucho tiempo creyó que sobrevivir era lo máximo a lo que podía aspirar, “pero estaba equivocada”, ha afirmado. “Vivir de verdad también era para mí”.
Ha explicado que “salió con miedo, con dudas, con el alma hecha trizas. Ese día no fui fuerte. Fui humana. A veces eso basta para empezar”.
Ha dirigido sus palabras, en primer lugar, a las mujeres que aún siguen atrapadas en situaciones de violencia. “No te voy a decir sal ya. Yo también pensé que era culpa mía, que si aguantaba él cambiaría, que si era más buena habría paz. No es verdad. No es tu culpa”. A ellas les ha recordado que la chispa que un día les dice “merezco una vida digna” es ya un comienzo. “No estás sola. Llegará tu gran día. Mientras tanto, mírate con amor”.
También ha tenido un mensaje para quienes ya han logrado escapar, pero aún conviven con las heridas. “No tienes por qué ser perfecta para estar bien. La culpa que sientes no es tuya. Te la metieron a base de miedo, silencios y manipulación. Tú no fallaste. Tú te salvaste”.
Carla se ha dirigido igualmente a las familias y amistades que acompañan desde fuera, a menudo sin comprender del todo lo que ocurre. Les ha pedido paciencia y presencia. “Sé que da rabia verla volver, justificar, callar. Pero vuestra compañía es más importante de lo que imagináis. No la juzguéis. No la empujéis. No la dejéis sola. Ella ya ha cargado bastante infierno por dentro”, ha dicho.
Sus palabras también se han dirigido a los organismos que intervienen en una situación de violencia de género. Ha señalado que una mujer que llega a pedir ayuda “no llega, se arrastra, tiembla, respira a medias. Y una frase vuestra puede ser la diferencia entre volver atrás o empezar a vivir”.
Y por último, se ha dirigido a todas las que ya no están, "a las que faltan y nunca debieron faltar. Hoy -ha dicho- os nombro con respeto, con dolor y con la esperanza que algún día ninguna mujer tenga que marcharse para que el mundo despierte".
"Y si alguien necesita escucharlo, sí se sale del infierno, sí hay vida después, sí vuelve la risa, vuelve la paz. Y un día te miras al espejo y dices, esta soy yo, por fin. Salir del infierno ha merecido la vida", ha finalizado.