La ausencia de estorninos en verano representa un cierto alivio para los ciudadanos de Huesca, especialmente para aquellos que tienen sus coches en zonas sensibles como la Calle del Parque.
En paralelismo con aquel título cinematográfico de tanto éxito, los excrementos animales también son para el verano. Durante los últimos días, como si el sofocante calor hubiera aligerado la descarga de las aves, por la ciudad se aprecian algunas escenas poco agradables.
Es el caso de dos escenas que hemos constatado fehacientemente. Una, un vehículo de un color negro en la calle Pintor León Abadías, cuya luna delantera pudiera inspirar a Joan Miró, aunque en negativo. Sobre el fondo oscuro del cristal, una docena de círculos imperfectos y con ramificaciones correspondientes a hez de animal volador. Cuando lo coja el conductor, va a tener que tirar de espátula, agua y probablemente algún otro producto para tener la visibilidad suficiente para que su vehículo sea funcional.
Evidentemente, las aves no se han cebado caprichosamente en tal automóvil, aunque sí parece probable que el árbol que lo corona sea un lugar confortable para las necesidades de los pajaricos, y también que lleve aparcado más tiempo del recomendable y, especialmente, en el sitio más inoportuno.
Algunos vecinos de la calle Los Olivos han reparado también en el estado de suciedad, con el mismo origen y quizás con algún tipo de dejadez excesiva de la empresa de limpieza, en la tapa del contenedor de orgánico frente al número 19. El caso cierto es que la cobertura y el lugar en el que se sobrepone la tarjeta para la apertura de la boca para depositar las bolsas (por cierto, cada vez menos resistentes y de peor calidad) están inundadas también de cacas de especies rampantes de nuestros cielos.

No estaría de más que, a la vez que recogen lo contenido, los operarios se percataran de esta suciedad y comunicaran a sus superiores que unos chorritos de agua serían precisos para aliviar la fea escena sobre los contenedores. No hay mejor campaña promocional que un buen servicio.
A todo esto, fuentes del Ayuntamiento confirman que, efectivamente, tal poderío defecador obedece a palomos o a otras especies, dejemos por una vez a los estorninos con la presunción -y certeza- de inocencia.