Irene Miranda Abad, un viaje a la memoria familiar premiado en Europa

La estudiante de 2º de Bachillerato del IES Ramón y Cajal logra un segundo premio en el concurso internacional EUSTORY con su trabajo "Las piezas de mi puzle"

Periodista
12 de Octubre de 2025
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Irene Miranda Abad, logra un premio para estudiantes europeos con su trabajo "Las piezas de mi puzle".
Irene Miranda Abad, logra un premio para estudiantes europeos con su trabajo "Las piezas de mi puzle".

“Me encanta escuchar las historias que ilustran el pasado de mi familia y saber de aquellos que ni siquiera conocí, pero cuya sangre corre por mis venas”. Es una de las primeras frases del trabajo de Irene Miranda Abad, estudiante de 2° de Bachillerato en el Instituto Ramón y Cajal, que ha logrado un segundo premio en el concurso internacional de investigación histórica para jóvenes de Europa EUSTORY. En su decimoctava convocatoria, el tema ha sido “Mi familia en la historia”.

Irene ya participó como parte de un grupo de ocho alumnos de 4º de la ESO de Salesianos en una pasada edición del concurso, entonces dedicado a las instituciones y para la que prepararon el origen de la Caja Rural de Huesca. En esa ocasión, el tema era más personal e Irene se embarcó en una investigación que le ha llevado a recopilar recuerdos familiares, a investigar en archivos y a recoger testimonios para cerrar su trabajo uniendo las piezas como si fuera un puzle, y así lo ha titulado: “Las piezas de mi puzle”, con el subtítulo “Secretos, memoria y lugares de un patrimonio familiar desconocido”.

Su abuelo paterno falleció hace un año y eso hizo que para Irene la investigación cobrara “más relevancia que nunca”, porque “ahora entiendo -señala- la importancia de la memoria perdida y porque, en su nombre, quiero recuperar la de nuestra familia”.

Ese puzle se compone de las historias de sus abuelos y bisabuelos, y se ordena por sus apellidos: Miranda por la familia de su abuelo paterno; Abad, la de su abuelo materno; Álvarez, de la abuela paterna; y Buil, de la abuela materna, todos ellos procedentes de la provincia, pero también con historias que les llevaron a otras tierras.

Irene podía tener como tutora del trabajo a una persona vinculada a la historia y la elección fue fácil, su madre, Irene Abad, historiadora y profesora de la Universidad de Zaragoza, que ha sido quien la ha guiado y ayudado.

Cuando esta semana se conoció el fallo del concurso, Irene estaba en clase. “Tenía el móvil apagado, y cuando salí vi una llamada de mi madre. Enseguida me imaginé algo. Cuando llegué a casa me dieron la noticia y sentí una emoción enorme. Me alegró mucho saber que todo el esfuerzo había merecido la pena”, recuerda. Tenía muchas esperanzas puestas en su trabajo, pero, como señala Irene Abad, “éramos conscientes de que por la temática de la convocatoria iba a haber mucha competición, y la satisfacción es mayor precisamente por eso”. 

Irene Miranda sabía que en su familia “había varias historias interesantes”, y comenzó a recopilar toda la información. “Fuimos a varios archivos a buscar expedientes, actas de matrimonio… todo lo que pudiéramos encontrar, y muchas entrevistas a los abuelos”, explica.

Había escuchado a su abuelo Antonio contar que su padre fue quien trajo el plátano de Canarias a Huesca, y por eso lo llamaban “el platanero”. Irene lo pudo corroborar al hallar en el archivo municipal de Huesca la solicitud de colocación en 1932 de un puesto en el mercado de abastos de plátanos de Canarias a nombre de Nicolás Miranda, su bisabuelo. 

Entre los hallazgos, también están los expedientes penitenciarios, de responsabilidades políticas y de libertad vigilada del tatarabuelo de Irene, y una carta de 1911 del tatarabuelo materno, que era herrero, en la que cuenta todos los secretos del negocio. Se encontraba en el archivo personal de un familiar, que lo había recibido en herencia. “Sabíamos que existía, pero nadie lo había consultado, salvo el heredero, quien nos lo prestó muy amablemente para el trabajo. Es una carta exquisita y una satisfacción haber accedido a ella”, comparte Irene Abad. 

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Irene Miranda, durante su investigación.

Irene Miranda ha hecho muchos descubrimientos con esta investigación. “Sí que flipé bastante con muchas cosas, por ejemplo, con los hermanos de los abuelos de mi abuela materna, porque no tenía ni idea de que habían estado en la cárcel, que habían sido perseguidos y uno de ellos condenado a muerte. Y claro, encontrar todos los expedientes me sorprendió mucho”. 

El trabajo, que inició hace un año y entregó en agosto, se ha nutrido de intentar evidenciar con documentación las historias que corrían en la familia a modo de anécdotas, pero la dificultad ha sido encajarlas. La autora tuvo la magnífica idea de relacionarlo con un puzle, que luego daría título al trabajo.

“Lo más difícil, sin duda, ha sido redactar el trabajo -explica Irene Miranda-. Porque encontrábamos los datos y las pruebas, pero luego había que unirlo todo, darle un sentido y hacer un texto que fuera ameno y que a la vez se entendiera. En un principio queríamos hacerlo todo como un relato, pero nos dimos cuenta de que no tenía nada que ver una historia con la otra y no podíamos juntarla”, y optaron por hacer un recorrido por el siglo XX español con distintos momentos de la historia de España, unidas a las personales. 

“Fuimos poniendo apartados, con los apellidos como piezas y dos subtítulos, para la historia de los bisabuelos”. El subtítulo que acompaña cada una de las piezas es la característica más significativa de cada uno de esos apellidos. Por ejemplo, Marcha Verde, porque el abuelo de Irene estuvo en Marruecos y de echo ahí nació su padre. Como añade Irene Abad, “para introducir todas las evidencias compusimos algo así como álbum fotográfico digital”.

Para Irene Miranda, lo mejor de esta travesía ha sido ya “ver el resultado final. Y sobre todo la ilusión de los abuelos al enseñarles el trabajo y que vieran la importancia de todo lo que nos habían contado”. Irene Abad comparte el sentimiento. “Ver la ilusión con la que lo leían mis padres… No deja de ser también otro legado que Irene les regala, tanto a mi familia como a la de mi marido. Y también como homenaje al abuelo paterno, que lamentablemente ya no está con nosotros, y a todas las memorias que nos ha dejado”, señala.

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Aunque su futuro académico apunta hacia la Psicología, no descarta seguir escribiendo. “Si me vuelve a surgir un proyecto así, no me importaría repetir. Es muy gratificante investigar y, además, si es sobre tu familia, te emocionas mucho. Es muy interesante la investigación, aprendes muchas cosas”, anima a otros jóvenes.

Irene Abad, en este caso como madre, ha disfrutado del trayecto. “Me ha gustado mucho el espacio de debate que se ha generado en torno a este tema. Nos ha dado la oportunidad de compartir inquietudes comunes. Ha sido muy gratificante y he aprendido mucho de ella. Me satisface mucho ver que también le ha aportado una madurez para tomar una serie de decisiones, que en definitiva es lo que guía la investigación. He disfrutado viendo cómo se manejaban en los archivos, el interés por la documentación, por el pasado... Todo eso han sido aprendizajes muy interesantes para mí y también ver cómo ella misma iba construyendo sus propios aprendizajes”, expresa. 

Como explica Irene en su trabajo, “será un puzle en el que encajen todas las piezas, pero no tendrá bordes, porque no tiene fin, no tiene límites”.

 

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