Para sanar la mente, hay que volver al propósito, a la pausa y al sentido. Esta idea, compartida por Guillermo Lahera, Patricia Fernández y Javier Olivera Pueyo, resume el espíritu del debate celebrado este jueves, 30 de octubre, dentro del ciclo Debates de Otoño en Huesca. Los tres especialistas coincidieron en que la indecisión, la impaciencia y la adicción a los estímulos inmediatos son rasgos dominantes de la sociedad contemporánea, y que solo reconectando con las emociones, los valores y la filosofía es posible recuperar equilibrio y libertad interior.

Los tres profesionales coincidieron en señalar la complejidad de elegir en una sociedad que ofrece un exceso de opciones, lo que -según explicaron- complica el deseo y genera una sensación de angustia ante la elección.
Guillermo Lahera Forteza -que ya participó en este ciclo y en otros foros en Huesca para hablar de asuntos como el trauma o el trastorno bipolar- es profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá de Henares y jefe de Sección en el Hospital Príncipe de Asturias.
Sí ha sido la primera vez que Patricia Fernández Marín, psicóloga clínica en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y colaboradora habitual en medios como El País Semanal y la revista Ethic, donde escribe sobre psicología, humanidades y salud mental, visitaba la capital altoaragonesa.

Su trabajo se caracteriza por unir el enfoque clínico con una mirada humanista sobre las emociones y el comportamiento del sujeto moderno. Fernández es una de las voces más reconocidas en la divulgación sobre bienestar psicológico y cultura emocional.
Javier Olivera Pueyo, jefe de sección de Psiquiatría del Hospital San Jorge de Huesca y co-responsable del programa de psicogeriatría, resume que, "la indecisión y la impaciencia se han convertido en claves del colapso emocional”.
La conversación derivó o hacia un análisis más amplio sobre la situación actual y las dificultades que provoca el exceso de elección, un fenómeno que coloca a las personas “en una posición de angustia ante la necesidad constante de decidir”.
Durante su intervención, Patricia Fernández ha subrayado que en la sociedad contemporánea elegir resulta cada vez más difícil, porque las personas se enfrentan a un número creciente de alternativas y muestran una escasa disposición a renunciar a algo. En su opinión, el individuo actual “no está preparado para renunciar a casi nada y lo quiere todo”, lo que le lleva a dudar antes de decidir y a arrepentirse después.

La psicóloga ha señalado que las causas de esta parálisis ante la elección o de las decisiones poco satisfactorias se deben tanto a factores individuales como sociales. Por un lado, la "sobrecarga de estímulos y la presión" del entorno dificultan la claridad; por otro, existen rasgos personales o estilos de afrontamiento que agravan la indecisión.
En su análisis, Fernández ha defendido que "para tomar buenas decisiones hay que intentar apaciguar la voz autocrítica, parar y no sólo buscar alternativas, sino también saber leer las emociones propias y utilizar ese instinto que a veces tenemos un poco olvidado". Y ha apelado a “volver a la autenticidad y al propósito”.
También ha reivindicado el valor de la filosofía como fuente de "horizonte y metas", capaces de ayudar a que decidir sea menos difícil y más coherente con los propios deseos.
Por su parte, Guillermo Lahera ha abordado el papel de las emociones en la toma de decisiones y la forma en que la psicopatología refleja el momento histórico en el que se desarrolla. Ha recordado que, igual que a finales del siglo XIX la histeria marcó una época, hoy asistimos a una psicopatología propia de la sociedad contemporánea, influida por factores sociales, tecnológicos y filosóficos.
El profesor ha advertido sobre el riesgo creciente de las conductas adictivas en una época caracterizada por un exceso de estímulos y la presencia de superestímulos —como los alimentos ultraprocesados o la adicción a las pantallas— que “hackean el sistema de recompensa y pueden colapsar la capacidad de decisión”. Según ha señalado, la adicción es uno de los principales enemigos de la libertad, al dificultar la autonomía y la reflexión consciente.
Lahera ha recordado que, mientras algunos filósofos han sobrevalorado la razón, la neurociencia actual resalta el papel esencial de las emociones como guía de la conducta. Citando a Antonio Damasio y Joseph LeDoux, ha explicado que “la emoción guía y la razón modula”, y que entender esa interacción es fundamental para comprender cómo decidimos.
De cara al futuro, el psiquiatra ha defendido la necesidad de reconectar con lo emocional y con los sentimientos más duraderos, regulados por la razón y el conocimiento de uno mismo. Esa combinación, ha señalado, permite recuperar la capacidad de decisión intuitiva, basada en los llamados marcadores somáticos que orientan las elecciones más profundas.
En la parte final del coloquio, los tres participantes han coincidido en reivindicar la filosofía, la espiritualidad, la religión y los valores como dimensiones necesarias para la salud mental y el bienestar. Fernández ha resaltado la importancia de la aceptación y el compromiso con los propios valores, mientras Lahera ha apelado a la “desintoxicación” del exceso de deseo y distracción que caracteriza a la vida actual.
Renunciar de forma consciente a los estímulos inmediatos, ha afirmado, permite volver a lo esencial: al propósito vital, al sentido de las cosas y a la construcción de vínculos sólidos y duraderos.
El debate ha concluido con una reflexión compartida: la búsqueda del sentido de la vida como eje desde el que repensar la salud mental y la experiencia humana en una época marcada por la saturación, la prisa y la incertidumbre.