La Javierada iniciada el jueves en Huesca, bajo la organización del Club de Montaña Javieres, se desarrolla sin incidentes, a pesar de que las condiciones atmosféricas no están siendo las mejores.
Este año, del centenar de personas que se han sumado a esta experiencia religiosa y aventurera, 31 son menores de edad.
Tras la oración que pronunció el cura Alfonso García de Eulate en la Iglesia María Auxiliadora de Salesianos, y una emocionante despedida de familiares y amigos que repartieron abrazos y besos con generosidad, la comitiva comenzó el recorrido de 120 kilómetros, que separan la capital altoaragonesa de la localidad navarra de Javier.
Eran aproximadamente las 14:30 y en torno a las 21:00 horas, cuando los participantes recalaron en Ayerbe, acompañados por el coche de apoyo de la Guardia Civil en los últimos kilómetros, cuando ya anochecía. Allí, se les esperaba con la calefacción puesta y un espacio para dejar las mochilas.
Los peregrinos entregaron al alcalde, Antonio Biescas, y a la concejala de Cultura, Marisa Latorre, una placa de agradecimiento por sus atenciones.
Antes, habían hecho parada en El Sotón, también cumpliendo con otra tradición, donde se les obsequió con un refrigerio, del que dieron buena cuenta.
La segunda etapa les llevó desde Ayerbe a Longás. La jornada comenzó temprano, a las 4 de la mañana, para desayunar en los bajos de la casa consistorial, gracias a la Asociación de Amas de Casa de la localidad.
La salida se retrasó unos minutos debido a la lluvia, pero finalmente, con la ayuda de frontales y linternas, comenzaron la larga etapa de 45 kilómetros con la previsión de agua y nieve. A pesar de la lluvia inicial, el grupo caminó con frontales y linternas. A medida que avanzaban, se unió un coche de la Guardia Civil para darles protección.
La ruta incluyó paradas en Concilio y Agüero, donde disfrutaron de impresionantes vistas y fueron fotografiados por el aguacil. En San Felices, almorzaron bajo el sol, pero poco después, el cielo encapotado comenzó a arrojar las primeras gotas de lluvia.
Afrontaron tramos de barro y nieve, y en los Tablaos, alcanzaron el último collado al atardecer después de superar diferentes obstáculos. Tras rendir homenaje a los ausentes y hacer una oración de agradecimiento por la jornada sin incidentes, se enfrentaron a los últimos 6 kilómetros hasta su destino, completando así más de 1300 m de desnivel acumulado. Cruzaron el puente sobre el río Onsella a las 20:45, y ya sólo les quedaba dar la bienvenida a Longás, cenar y descansar para la siguiente jornada.