"Con el siglo XIX sucede lo mismo que Felipe II", que hay una cierta pulsión por una versión edulcorada de lo que realmente pasó. Y ocurre como con la consideración de que "no fue tan mala la desamortización", pero provocó efectos como la influencia en la desaparición de una institución crucial en la historia de Huesca. "La Universidad de Huesca no se debió haber perdido nunca". Es la convicción de José María Maestre Maestre, director del Instituto de Estudios Humanísticos (IEH), expresada en la jornada "La importancia de la Universidad Sertoriana" promovida por Studiosi pro Universitate Sertoriana con la colaboración del Ayuntamiento de Huesca y el propio IEH. El escenario, Santa María in Foris, donde participaron los concejales Ramón Lasaosa, Cristina de la Hera y Teruca Moreno, además de la vicerrectora del Campus de Huesca, Marta Liesa.
El también presidente de la Sociedad de Estudios Latinos contextualizaba la historia de los últimos tiempos de la Sertoriana, con la Guerra de Independencia que dejó en evidencia a los afrancesados por la querencia de Napoleón al despotismo ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo) y con la desamortización de Mendizábal que no sirvió, como reveló "el primer trabajo serio" sobre el tema su amigo Julio Anguita, señalando que las iglesias y conventos fueron quitados a la iglesia, pero al final los terratenientes y la burguesía utilizaron testaferros para comprarlas y no ser excomulgados. De esta forma los que con la Iglesia eran aparceros pasaron a jornaleros, que a la postre reclamaron que las tierras debían ser para quienes las trabajaban. "Y así se gestó uno de los problemas más importantes de la Guerra Civil".
Maestre se ha preguntado cómo es posible que un país con dos siglos de oro haya tenido el retraso cultural tan enorme que ha padecido. Y ha aludido a hitos como la expulsión de los jesuitas y el apagón de "las luces de la enseñanza" con el desahucio napoleónico de los conventos. Tras criticar la desamortización, ha proclamado que "donde haya universidad, habrá cultura. Y el país se levantará". La desaparición de la Universidad Sertoriana no fue mala para Huesca, sino "que tuvo consecuencias negativas para Aragón. Desde mi punto de vista la Universidad de Huesca no se debió haber perdido nunca. La moraleja es que hay que aprender". Y ha traído la figura de Nebrija como modelo de lucha contra la barbarie, que él prefiere utilizar en la acepción más rotunda: Parafraseando al humanista, "bárbaro es el que no sabe latín ni griego, ese es un bárbaro, y el que está contra las humanidades".

En su intervención inicial, José María Maestre ha hecho una interesante lectura sobre los tiempos de la institución de la Universidad de Huesca por privilegio de Pedro IV el Ceremonioso, tras una terrible epidemia de peste negra que hizo desaparecer la mitad de la población en Europa (1346-1353). Sirvió para "formar valores aragoneses" y congregar los saberes. En torno a la Medicina obligada por la situación sanitaria, la Teología, el Derecho canónico y Civil, y la Filosofía. Una ciudad apropiada para la felicidad y la fecundidad en un lugar bonito, con un aire purísimo. Era una atmósfera ideal para una sociedad del conocimiento. Tras su exposición desde el medievo a través de las épocas de esos cinco siglos, ha sostenido que "los tiempos son los mismos, la historia es cíclica" y ha culminado que la denominación actual de Campus de Huesca demuestra sensibilidad.
LA SITUACIÓN DE LOS ESTUDIOS
Pablo Cuevas, presidente de Studiosi pro Universitate Sertoriana, ha adelantado las actuales líneas de investigación en torno a la institución oscense y ha adelantado la edición de un segundo volumen fruto de la colaboración de grandes investigadores de distintos países, de instituciones y de universidades como la de Las Palmas, la Carlos III, la San Jorge zaragozana y la de México.
El profesor ha recordado que, 178 años después de su desaparición, tras las de Salamanca y Valladolid sigue ostentando la condición de la más longeva con casi quinientos años de historia. El interés crece y así lo constatan los trabajos importantísimos que recogerá el segundo tomo que se congrega en torno a los conceptos de "Humanismo y poder" en la Universidad Sertoriana, para el que la línea de aportaciones financieras sigue abierta. "Huesca estuvo especializada en ciencias y saber, en las necesidades de una ciudad moderna. Huesca fue responsable con los reyes que le concedieron la universidad y fue prestigiosa hasta el final, con ciencias y artes a buen nivel".

De hecho, ha recordado los argumentos que aportó el defensor de la Universidad de Huesca en el litigio en el que defendió la exclusividad que le había concedido Pedro IV: una ciudad pequeña, grata, con buenos alimentos, adecuada para el estudio. Con la desaparición de la Sertoriana, ha concluido, no perdió Huesca, sino que "se sajó Aragón" y se vio perjudicado el Pirineo Central hasta Lérida y hasta Navarra, territorios beneficiarios de sus servicios educativos.
Rosa María Marina, catedrática de Latin de la Universidad de Zaragoza, ha realizado un interesante recorrido por las manifestaciones artísticas efímeras que se desarrollaron en la Universidad de Huesca a lo largo de su trayectoria, en la que se combinaban conocimiento, poder y participación popular.
Concursos, exposiciones, representaciones tuvieron el latín como un idioma que constataba una posición relevante, y cuyas lecturas y nombres demuestran la participación de autores consagrados. Paulatinamente, el latín fue dejando paso al predominio de la lengua vernácula. La profesora ha citado la publicación de Francisco Diego de Aynsa en 1612 de la Traslación de las Reliquias de San Orencio, impresa por Juan Pérez de Valdivielso, que constata el ambiente cultural de la ciudad y el desarrollo de grandes causas. Nobleza, iglesia, universidad y toda la comunidad están volcadas en la cultura. Así lo demuestran los certámenes de poesía latina, poemas, sonetos... y también la actividad de la imprenta de Juan Francisco de Larumbe.
Paulatinamente, hay una transición de la poesía a la prosa y una atención progresivamente mayor a las cuestiones relacionadas con todo el país. Huesca, en el Siglo de Oro, se convirtió en un gran centro cultural.
Juan Francisco Baltar, catedrático de Derecho de la Universidad de Zaragoza, ha centrado su exposición en la importancia capital de la que fue la universidad del Reino de Aragón, la primera y durante dos siglos largos la única, en la que los estudios de Derecho sucedieron a la Filosofía y la Teología, "saberes más altos para las necesidades de intelectuales". Posteriormente, Leyes y Cánones configuran las enseñanzas de Derecho, "el poder político necesitaba letrados formados, juristas en Derecho Romano. Fue una cuestión práctica".
Paulatinamente, Zaragoza va absorbiendo las instituciones, desde la Diputación General de Aragón al Justiciazgo, la Capitanía General, la Audiencia. "Se convierte en el núcleo político, económico y social de Aragón". Sin embargo, hubo un alto número de magistrados en la Real Audiencia egresados de la Universidad de Huesca en los siglos XVII y XVIII, como Pedro María Ric y Monserrrat, Juan de Villarreal, José Broto y Garcés, Jaime Ric y Veyán, Diego Franco de Villalba y José Regales y Gregenzán, entre una quincena que ha citado y desglosado.
Baltar ha afirmado que, en realidad, hubo una relación y traslación de profesores y de profesionales entre las dos ciudades hasta la desaparición de la Universidad de Huesca.
