La Asociación Provincial de Pastelerías de Zaragoza y Provincia ha entregado su tradicional premio Lanzón durante la comida de hermandad que ha realizado este miércoles con motivo de la celebración de su fiesta patronal, y el destinatario ha sido Juan Barbacil como reconocimiento de su extraordinaria labor de difusión de la gastronomía aragonesa y, particularmente, de la pastelería.
Le ha entregado el trofeo su buen amigo y presidente de la Asociación Manuel Rébola, en una velada entrañable en la que se han glosado los holgados méritos de quien es secretario de la Academia Aragonesa de Gastronomía, impulsor de muchos de los grandes programas gastronómicos y turísticos que ha impulsado Aragón y, además, prestigiado comunicador.
El postre “El Lanzón” se presentó a los medios de comunicación en el año 1982, en vísperas de San Jorge, y su éxito incitó a la Asociación a convocar un premio anual con su nombre desde 1984, para reconocer a instituciones o personas que durante el año anterior han aportado su grano de arena en mejorar o difundir el nombre de la provincia.
A la comida de hermandad han asistido Ramón Sorroche, que este año se despide como presidente de la Asociación y Manuel Rébola que coge el relevo en el cargo. Además de entregar el premio Lanzón, también se ha hecho el reconocimiento a tres asociados por su reciente jubilación: Cándido Cervera, Javier Roldón y Jose Luis Supervía.
El premio a Juan Barbacil ha sido recibido con alborozo por parte de los miembros de la Academia Aragonesa de Gastronomía, de los muchos amigos que tiene el comunicador en la profesión, de productores y hosteleros, y naturalmente de EL DIARIO DE HUESCA, medio de comunicación por el que Barbacil apostó desde los orígenes y del que ha sido valedor a través de sus contribuciones divulgativas y de su aprecio que es correspondido. Su arraigo en Huesca se extiende por toda la provincia y la gratitud se acentúa con su contribución y apoyo a grandes aspiraciones oscenses como la candidatura de Huesca Ciudad Creativa en Gastronomía de la UNESCO y, en el pasado, la de Capital Española de Gastronomía. Con muchos respaldos así, todo hubiera sido una garantía de éxito.