La presentación de la Peña Taurina Angelistas, plataforma de impulso al joven aspirante Ángel Mena Puente, se convirtió en una reivindicación de que el anunciado Plan Director para la Plaza de Toros de Huesca no se deje un gramo de ambición en la antigua (1929) y vetusta instalación taurina, un coso a cuatro años de ser centenaria y, como tal, asumible por Patrimonio con las ventajas y limitaciones que conlleva.
En el debate posterior, grandes aficionados como Carlos Jalle y exprofesionales como Pablo Ciprés sostuvieron la urgencia del cambio del drenaje y del albero para lo que se circunscribe al ruedo, pero también la necesidad de mejorar todo el complejo del coso oscense.
Una de las principales peticiones se encamina a la accesibilidad, y es que la proclamación de la fiesta nacional como un aspecto cultural y universal demanda que el referido Plan Director contemple, como se espera, esta circunstancia porque, de lo contrario, habrá las mismas barreras que ahora.
María, tesorera de la Peña Angelistas, catalana de origen y aficionada de nuevo cuño (que no empece para que sienta la misma pasión que cualquier veterano), es la constatación práctica de la dificultad de disfrutar de una corrida de toros como las de la última feria para una persona que precisa de silla de ruedas.
Con su amiga Mamen, recuerdan que en el último ciclo de La Albahaca la tenían que subir al tendido amigos -como se puede apreciar en el video- y voluntarios de Cruz Roja que no necesariamente han de estar cualificados para manejar una persona en silla de ruedas, pero que ponían todo su entusiasmo. Al final, entre las amistades y la generosidad de los bomberos, que recalca, conseguía disfrutar del espectáculo.
Si ya el acceso es toda una gesta y una abundancia de brazos magnánimos, ni que decir tiene que la vieja instalación no cuenta con aseos habilitados para personas con discapacidad, ni barandillas. Ni para las corridas de toros ni cualquier otro tipo de actividad que se realiza en la plaza.
Desde hace muchos años, la Plaza de Toros queda habilitada con parches que a duras penas se van colocando año tras año, sin tener en cuenta la gran repercusión económica que la Feria Taurina de la Albahaca tiene para la hostelería, la restauración y el comercio en las fiestas de San Lorenzo.
Quedan apenas cuatro años para devolver su dignidad plena a una plaza que se acerca al Centenario. Tres años y medio no son demasiados para la faena que queda por delante, aunque si se construyó en 1929 entre enero y agosto, nada hay imposible.