El obispo Ángel Pérez descubre las cartas del modelo coral de la Diócesis Barbastro-Monzón

La Iglesia de Santo Domingo y San Martín de Huesca, abarrotada en la última sesión de los Ejercicios Espirituales para Laicos

10 de Marzo de 2023
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Ángel Pérez muestra una carta que entregará a un feligrés. Foto: Carlos Jalle
Ángel Pérez muestra una carta que entregará a un feligrés. Foto: Carlos Jalle

Y el verbo de don Ángel Pérez Pueyo se hizo carne en el testimonio de la feligresía de Barbastro-Monzón. El prelado, maestro espiritual en los Ejercicios para Laicos desde el lunes, se ha hecho acompañar el jueves final de ejemplos vivos de la fe y el modelo de la Diócesis en la que es pastor que se remanga con todos para elevar un edificio cristiano sólido, joven dentro del envejecimiento, maduro dentro de un entusiasmo juvenil.

La multidireccionalidad del diálogo se ha impuesto a la prédica admirable y admirada del primer día. Cada jornada ha crecido la participación, inspirada por un examen de conciencia en el que cada uno ha tenido que estrujarse las meninges para descubrir sus mejores virtudes. Aquellas que desembocan en una verdad y en una luz llamada a recargar los argumentos cuaresmales para guiarnos permanentemente: "Dios me ama".

De este mensaje emanado de la trascendencia que susurran las palabras del prelado ejeano, se ha transitado tras juzgarse cada uno a la actuación. En la última tarde, Ángel Pérez Pueyo se ha hecho acompañar de algunas de sus bazas. Ahí ha estado Silvia Peropadre, oscense pero barbastrense por los cuatro costados, con la cruz bendita de la Junta de Cofradías de Barbastro, recordando algunos de los hitos del último Congreso Nacional de Cofradías en la ciudad del Vero. Y Anabelén Andreu, de Cáritas Diocesana Barbastro-Monzón, poniendo lírica a la religiosidad. Las experiencias fluyen, con la palabra como herramienta.

La vida, que es un juego, se ha cargado de azar y el obispo ha sacado sus cartas. Las ha barajado y ha buscado voluntarios. Tiene el jerarca, quizás, un punto de mago, pero los trucos quedan a la vista, transparentes. A uno le ha dado un naipe y le ha dicho que mirara detrás. A otra, lo mismo, y brotaba el as de corazones. Y detrás de cada uno, la misión encomendada para los laicos en su fundamental papel en la iglesia. Como esas decenas de barbastrenses que ayudan a mantener la diócesis martirial en movimiento a pesar de las canas de sus sacerdotes. Los valores que cogen la carretera y recorren el extenso territorio para que no falte el auxilio de la fe en ninguna aldea, en ningún domicilio, en ningún creyente, en ninguna persona.

Al final, cada uno de los asistentes a los Ejercicios Espirituales para Laicos puede elegir entre la pasividad o tomar la carta de su importancia como seglar en la Iglesia. En el barroco de Santo Domingo y San Martín, durante un año susurrarán los muros las palabras sencillas y hondas de Ángel Pérez Pueyo, impregnadas de sabiduría y de humor. ¡Quién sabe! Aunque con su sorna característica pidió que no le llamen por tercer año, quizás se ha ganado la renovación. Pero eso la Archicofradía lo decidirá.

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