Una imagen de la Semana Santa de Huesca llamémosle "disruptiva" está recorriendo redes sociales de todo orden por su carácter transgresor y por la obvia inconveniencia en un desfile serio en el día en que precisamente Jesús está siendo enterrado.
Se trata de un romano fumando, sonriente y mirando a cámara, sinónimo de desfachatez quizás, de relajación poco aceptable, de humor mal entendido probablemente y con un posible punto de inconsciencia. En algunas de las reacciones, hay una pregunta sobre el cierto descontrol de esta legión o de la autoridad a la que corresponda la tutela de un recorrido tan emblemática.
En la fotografía, también hay un error por anacronismo, y es que difícilmente los romanos que custodiaron al Cristo podían liarse un pitillo porque el tabaco, procedente de la conquista de América, no llegó hasta dieciséis siglos después.
Pero, ante todo y sobre todo, es un ataque a la pulcritud debida en una Semana Santa con aspiraciones, la fundamental la de rendir culto en un día fundamental dentro del periodo de Pascua, Muerte y Resurrección. Alguien tendría que tomar alguna determinación, porque, de lo contrario, un Obélix turístico podría proclamar aquello de "están locos estos romanos de Huesca".