San Vicente, luz y alegría para una Huesca "solidaria, fraterna, justa, convencida y convincente"

El obispo, Julián Ruiz Martorell, pone en valor la actualidad de la figura del copatrón como ejemplo de virtudes

22 de Enero de 2023
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Reparto de naranjas y jotas a San Vicente

Luz y alegría para una ciudad "solidaria, fraterna, justa, convencida y convincente". El obispo de Huesca, Julián Ruiz Martorell, ha invitado a los oscenses y a los visitantes a que sean partícipes de la figura de San Vicente, valiosa, vigente y ejemplar para los ciudadanos de hoy, en una brillante homilía que ha escuchado una abarrotada Iglesia de San Vicente con la corporación municipal presidida por Luis Felipe y las mairalesas como representantes de la juventud.

En el templo, la voz de monseñor ha retumbado potente a lo largo de sus palabras. De la historia de Vicente, ofrecido por sus padres al obispo de Zaragoza, San Valero, para el desarrollo de su vocación religiosa. Nombrado diácono y encargado del cuidado de la predicación, vivió una primera época serena y pacífica, a la que sucedió la violenta persecución de los emperadores Diocleciano y Maximiano y su ensañamiento con la población cristiana. "Arremetió contra los pastores para asustar al rebaño". La orden de ser conducido a pie hasta Valencia, entre penalidades que incluían el hambre y la sed, dejó una secuela de malos teratos. Pero Vicente mantuvo la entereza a favor de Jesucristo. Los carceleros no encontraban atisbo de debilidades, ni siquiera cuando le ofrecieron regalos y premios si abandonaban a Cristo y se pasaban a la religión pagana.

Se inició, ahí, una sucesión de torturas. La primera, el potro con cables atados a pies y manos de los que estiraban virulentamente en las cuatro direcciones. Seguía rezando y comprometiendo su amor a Dios. La segunda, el apaleamiento con métodos brutales como uñas metálicas que desgarraban el cuerpo. Y, a más desgarros, más expresión de fe. La pretensión de renuncia a las Sagradas Escrituras aún reforzaba más su creencia. La tercera, una parrilla al rojo vivo con puntas incrustadas mientras echaban sal a sus heridas. A más ferocidad en la represalia, más alabanzas a Dios salían de la boca de Vicente. La cuarta artimaña fue encerrarlo en un calabozo sin luz con cristales por todas partes. Allí tiene su infierno, como expresó el poeta Prudencio. Y, entonces, se hizo la luz entre la oscuridad y los ángeles le condujeron al valeroso Vicente al cielo en el que están quienes aman a Dios.

La rabia del gobernador le indujo a tirar el cuerpo a un muladar para que fuera alimento de las alimañas, pero un cuervo defendió valerosamente los restos sin vida del santo. La segunda alternativa fue el mar, que lo acogió cuando fue arrojado y lo devolvió a la orilla en Cullera, donde una mujer cristiana lo recogió y le dio sepultura.

El obispo ha recordado que el 30 de septiembre de 2019, el papa Francisco instituyó el tercer Domingo del Tiempo Ordinario para dedicarlo a la celebración, reflexión y divulgación de la Sagrada Escritura. Una manera, ha añadido el prelado, de dar fuerza a la comunidad eclesial. Huesca ha de concebir luz y gozo al celebrar a San Vicente, pidiendo precisamente que su luz sea reflejo de la luz de los cristianos, pidiendo también su intercesión. Valor, vigencia y ejemplo de San Vicente, que protege a los ciudadanos de Huesca y a los visitantes a una "ciudad solidaria, fraterna, justa, convencida y convincente"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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