El cartel de "Nos trasladamos al Casino de Huesca" a partir del 4 de enero constata que el actual equipo del Restaurante Flor cambia sus servicios al espacio que hoy ocupa el Lillas Pastia, pero la otra realidad es que el emblemático establecimiento de los Porches de Galicia cierra sus puertas como ya estaba anunciado desde el 10 de marzo por EL DIARIO DE HUESCA. Fin a la segunda etapa después de la primera de hace más de medio siglo cuando llegó la erección del Palacio Provincial a mediados de los ochenta y la que se inició en 1987 con Antonio Arazo al frente de la dirección, que después pasó a la sociedad de Carmelo Bosque en un nuevo contrato.
El final del contrato al acabar este año 2023 abre, más allá de la nueva oferta más completa en el Casino, la incógnita sobre el futuro del mítico Restaurante Flor, y el actual equipo de Gobierno de la Diputación Provincial está analizando las posibilidades sobre sus usos, que variarán cualitativamente respecto a los anteriores. Lógicamente, la propiedad de la marca Restaurante Flor es de la corporación.
Más allá de un restaurante convencional, el futuro Flor está llamado a convertirse no sólo en escaparate de la oferta gastronómica y repostera de la provincia, sino también un sugerente espacio donde exhibir el potencial turístico de la provincia. Se baraja, incluso, la posibillidad de habilitar espacios específicos con sugerentes nombres que contribuyan a la promoción turística. Y también el aprovechamiento de todo el potencial que va desde los recursos formativos de la Escuela hasta la innovación del centro de Walqa, pasando por la colaboración con los productores agroalimentarios. Desde principios de año 2024, se perfilará el modelo de la tercera etapa del Flor. No será el de aquellos años 60 o 70, pero tampoco el de los últimos. Algo disruptivo o, cuando menos, diferente