Al psiquiatra oscense Sergio Sarría y a su familia le ha pillado todo el horror del terremoto de Marruecos de vacaciones en aquel país. No han sufrido daño físico alguno, aunque han empatizado enseguida con el dolor que atenaza a todo el país.
Ahora, su máxima preocupación es cómo van a afrontar miles de personas su futuro después de haberse quedado prácticamente sin nada y hacen un llamamiento para que el mundo vuelva su vista hacia el norte de África y demuestre su humanidad.
Al terrible drama de las miles de vidas que se han perdido, se suma la devastación que han sufrido centenares de ciudades y pueblos.
Sergio Sarría llegó a su destino turístico el pasado miércoles, un lugar enclavado entre las ciudades de Esauira y Chichaoua. En esta última, han fallecido en torno a 300 personas.
El viernes, cuando se estaban acostando, pasadas las 23:300, se vieron sorprendidos por el seísmo. Fue medio minuto de terror. “Tembló absolutamente todo, se abrían las puertas y parecía que pasaba un tren por el tejado. Tuvimos que salir corriendo a la calle, llenos de pánico, abrazados los tres, no sabíamos si se iba a caer la casa o no”, recuerda.
Subraya que la construcción en la que se alojan no tiene nada que ver con la mayoría de viviendas del medio rural, tan sólo tiene quince años de antigüedad y, por lo tanto, está edificada con criterios de sismicidad. Esa noche, no obstante, durmieron en el jardín.
“Marruecos es un país muy extenso, con unas diferencias bestiales de recursos. Cuando te adentras un poco en el Atlas, todas las aldeas están construidas en terrazas, con casas de adobe apoyadas una en las otras, y cuando hay un movimiento sísmico, eso cae como un castillo de naipes. Además, hay desprendimientos en casi todas las carreteras”.
El oscense también se refiere al número de víctimas para subrayar la dimensión de la tragedia, que ahora se cifra en torno a los 3.000. Sin embargo, poco se dice del número de desaparecidos. “Hay mucha gente nómada, sobre todo en esta zona, y es muy difícil de cuantificar, pero podría llegar a los cinco o seis mil”, observa.
Conforme fueron avanzando las horas y llegando las noticias, comprendieron el alcance de lo sucedido. En las inmediaciones de Chichaoua, la destrucción comenzaba ya a manifestarse.
“Está claro que nosotros somos unos turistas privilegiados, el problema es la gente que está allá arriba dejada un poco de la mano de Dios. Los españoles fuimos ayer a comer a un restaurante y lo primero que hizo el dueño fue darnos las gracias porque habíamos sido los primeros que habíamos mandado ayuda”.
Sergio Sarría y su familia han decidido seguir con sus planes, después de analizar su situación y la del país, y este miércoles se desplazarán a Marrakech. Lamentablemente, comenta que la embajada y el consulado no les han prestado demasiada atención. También ha criticado cómo se han disparado los precios de la compañía Ryanair, que ha pasado de cobrar 70 euros por un billete a disparar el precio en torno a los 1.000.
Sergio Sarría subraya que ahora Marruecos necesita mucha ayuda. “Aún estamos en verano, pero la climatología en el Atlas es muy dura y la gente está en la calle. Van mandando tiendas y hospitales de campaña, pero el problema es que va a faltar de todo. Necesitan equipos de arquitectos y dinero para reconstruir sus viviendas, su traída de aguas y su luz, necesitan mucha ayuda material. Cualquier cosa, mantas, comida no perecedera, ropa de abrigo, toda ayuda va a ser muy bienvenida”.
"Todos tenemos estereotipos, pero adolecemos de algo que ellos tienen: la solidaridad está dentro de su cultura -prosigue-. Todo el mundo para en las carreteritas a las mujeres que no tienen medio de locomoción y tienen que ir a hacer su compra humilde de pan y sardinas, que es de lo que se alimenta la gente. Aquí hay mucha pobreza, pero ves a la gente riendo y gastando bromas por la calle. En el Marruecos rural, la solidaridad está viniendo de los que tienen poco hacia los que no tienen nada. Están recogiendo a gente en sus casas humildes que no se han venido abajo".
"Yo creo que la sociedad oscense sera solidaria a nivel de personas pero realmente quien tiene mas poder de ayuda son las instituciones y las empresas, económicamente y en equipamientos (hacen también falta equipos de tratamiento de agua, de suministro eléctrico, etcétera) y por su capacidad deberían ser mas solidarios", señala Sarría.
Cáritas Diocesana de Huesca es una de las entidades que ha puesto en marcha para ayudar a Marruecos. Se ha unido a la campaña de emergencia “Cáritas con Marruecos”, que ha impulsado Cáritas Española. Su objetivo es canalizar la solidaridad de las personas donantes para atender la emergencia humanitaria provocada por el seísmo registrado en las provincias y ciudades de Marraquech, Tarudant, Chichaua, Uarzazat y Al Hauz (sur del país).
Por su parte, la Diputación de Huesca va a destinar una partida de 50.000 euros del presupuesto de este año para ayudar en la catástrofe. Esta ayuda se canalizará a través del Comité Autonómico de Emergencias que es el órgano que coordina la respuesta de las administraciones aragonesas.
El Ayuntamiento de Huesca también aportará 6.465,23 euros para el apoyo de la reconstrucción de la zona de Marrakech-Safí.