Carlos Garcés rescata en Las endemoniadas del Valle de Tena un episodio oculto de posesión colectiva en el Pirineo

El autor subraya cómo la ignorancia, el analfabetismo y la desigualdad sentaron el caldo de cultivo de este fenómeno

03 de Junio de 2025
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Carlos Garcés. Foto Myriam Martínez
Carlos Garcés. Foto Myriam Martínez

Carlos Garcés ha presentado en la 41 Feria del Libro de Huesca su último trabajo, “Las endemoniadas del Valle de Tena” (Editorial Prames), un libro que rescata uno de los episodios más singulares y fascinantes de la historia de Aragón: una epidemia de posesión demoníaca colectiva que afectó a unas sesenta mujeres, la mayoría adolescentes, entre Tramacastilla, Sandiniés y Sallent de Gállego, a partir de 1637.

“No es algo único, este tipo de fenómenos eran relativamente frecuentes en la Europa católica del momento, aunque solían concentrarse en conventos, sobre todo en Francia o Madrid”, explica Garcés. Lo excepcional aquí es que se trata de un caso masivo en una pequeña comunidad pirenaica, que sufrió lo que él describe como “una tormenta perfecta de factores que desencadenaron este estallido colectivo”.

Uno de los descubrimientos más contundentes del libro es el retrato de la situación de la mujer en aquella época: “No hay ni una sola del Valle de Tena, durante dos siglos, que sepa escribir sus propios documentos. Ni una, por alto que sea su estatus social. Son todas analfabetas”. A partir de ahí, señala, se entiende el contexto de estas jóvenes, muchas de ellas a punto de ser casadas sin elección, sin expectativas vitales ni voz propia. En ese “magma de fondo” estalla la epidemia.

Chesús Yuste y Carlos Garcés. Foto Ana Mora
Chesús Yuste y Carlos Garcés. Foto Ana Mora

Garcés recupera también la figura de Magdalena López, una joven de quince años a la que el investigador Ángel Gari llamó “la líder de las posesas”. Tramacastilla, epicentro del fenómeno, vivió una situación de auténtico apocalipsis: “De unas 250 personas, hasta 50 fueron consideradas endemoniadas, prácticamente todas las mujeres jóvenes”.

A lo largo del libro se cruzan personajes tan sorprendentes como el clérigo Pedro Arruebo, al que el autor define como “un sinvergüenza redomado y de sexualidad desbordante”, y cuyo papel fue también determinante. El caso acaba con la intervención de la Inquisición, que baja a las chicas a Zaragoza, al tribunal de la Aljafería, donde hoy están las Cortes de Aragón. “Allí se produjeron los exorcismos, las torturas, los juicios”, apunta.

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Pero para Garcés, lo fundamental no son los demonios, sino lo que hay debajo: “Mi libro es un libro sobre las mujeres aragonesas de siglos pasados. Y eso me parece importante resaltarlo”. La historia, asegura, ofrece una lección de cuánto se ha avanzado y cuánto queda por avanzar, pero en aquella época, "las mujeres eran absolutamente dependientes".

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