Alejandro Marín y Borja Alonso, acompañados por Lucía Gracia, han presentado en la 41 Feria del Libro de Huesca La ceguera de Zyra, un ambicioso ejercicio de fantaciencia especulativa escrito a ocho manos junto a Carlos Calleja y Fran Montero, y publicado por la editorial Numak.
Hace unas semanas, ya lo habían hecho en la librería Iglú. La novela arranca cuando una mujer pierde sus lentillas inteligentes en un mundo donde ver -literalmente- depende de ellas. A partir de ahí, comienza a vislumbrar lo que otros no perciben. Pero la distopía no reside solo en la trama: también en su génesis.
El proyecto nació como un juego entre cuatro autores que no se conocían cara a cara, aunque compartían formación en la academia Caja de Letras. Tres años después, y tras superar enfermedades, oposiciones y paternidades, el resultado es una obra coral de más de seiscientas páginas. “No nos atascamos con la historia, sino con la vida”, resume Marín. Y lo único innegociable era la amistad: “Empezábamos siendo amigos y acabábamos siéndolo. Si no, no merecía la pena”.
El universo de Zyra se vertebra alrededor de un dispositivo omnipresente: lentillas capaces de leer códigos QR invisibles impresos por toda la ciudad, e incluso en los rostros humanos. A través de ellos, cada persona puede reinventar su aspecto cada mañana. Pero también puede ser manipulada: quien controla los códigos, controla la mirada colectiva.

La novela aborda la identidad líquida y la distorsión institucional del mundo percibido. Bajo su aparente ficción, laten preguntas contemporáneas: ¿hasta qué punto somos lo que parecemos?, ¿quién decide lo que vemos? Cuando una de las protagonistas pierde esas lentillas, descubre un entorno despojado de filtros: mugre donde otros ven limpieza, exclusión donde otros observan armonía. La tecnología actúa como un velo cuidadosamente tejido por el poder.
El proceso creativo fue tan entrelazado que ni los propios autores pueden distinguir ya sus párrafos: “Parece que lo ha escrito una quinta persona, que no es ninguno de nosotros”, comentan. La cubierta, ilustrada por David G. Vaquero, simboliza esa tensión: una ciudad dividida entre el artificio y lo oculto.
Pese a los contratiempos -incluido un cambio de editorial por cuestiones legales-, el libro se ha convertido en una experiencia profundamente transformadora. Aunque la trama se cierra, la constelación de Zyra sigue encendida, abierta a futuras exploraciones, ya sean conjuntas o individuales. Eso sí, bajo una condición: no perder lo que los unió desde el inicio.

MÁS AUTORES
La mañana ha estado marcada también por otras presentaciones, como José Antonio Labordeta, diputado del pueblo (Pregunta Ediciones), donde Conrad Blásquiz Herrero reivindica la vigencia política del cantautor aragonés. Carlos Garcés, por su parte, ha revivido el inquietante caso de posesión colectiva de mujeres en el Valle de Tena en el siglo XVII en Las endemoniadas del valle de Tena (Prames). También han compartido sus trabajos Honesto Herrera (Manús 1936-1939, Literarte) y Carmelo Marcén (El desbarajuste del mundo, PUZ), reflexionando sobre la memoria, la sostenibilidad y el desconcierto contemporáneo. Completaron la jornada los más pequeños con cuentacuentos y talleres creativos de Kids&Us Huesca, y firmas de libros como la de la escritora Camino Díaz.