La artista María Cruz Sarvisé Laiglesia, la mejor pintora aragonesa del siglo XX y del primer cuarto del XXI, ha fallecido en Huesca a los 100 años de edad. Su funeral se oficiará este miércoles, a las 11:00, en la Iglesia San José de la capital altoaragonesa.
María Cruz Sarvisé, ejemplar grabadora, además, recibió la Medalla de Oro de la Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, el pasado 28 de abril, como colofón a una carrera artística que fue desarrollando desde una posición personal discreta, pero reconocidamente brillante.
El acto se celebró en el Centro Cultural Ibercaja de Huesca, donde se ofreció también una exposición, “María Cruz Sarvisé. 100 años retratos”, con la que se redondeó un momento histórico para la cultura aragonesa. Como señalaba este martes el director de este espacio, Roberto Cerdán, afortunadamente "pudo vivir un momento de halago en vida y muy consciente, pese a su fragilidad".
Asistieron al homenaje Domingo Buesa, presidente de la Real Academia de San Luis, y Fernando Alvira, comisario de la muestra, así como el entonces alcalde de la ciudad, Luis Felipe, y el director general de la Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo.
Muy emocionada, Sarvisé dedicó su breve parlamento a dar las gracias, a la familia y a los amigos. “Mi reconocimiento a Dios y a la vida, he disfrutado mucho con lo que tenemos y no nos damos cuenta”, dijo entonces.
Fue endeble físicamente, padecía fibromialgia -y se implicó mucho con la asociación-, pero poseía una gran fortaleza de espíritu y una gran determinación, que le hacían ser una persona muy activa.
María Cruz Sarvisé se veía como una persona insegura, tímida y con contradicciones y decía que todos estos rasgos asomaban en algunos de sus lienzos.
Pero, realmente, fue una artista innovadora, adelantada a su tiempo, con un gran dominio de la técnica y enorme sensibilidad, que alimentaba con su reflexiva observación del mundo. Tuvo un don, pero siempre le pilló trabajando. Fue, como sus cuadros, magia y misterio. Y, como sus obras, brilló con luz propia y divina.
SU TRAYECTORIA
María Cruz sarvisé (Zaragoza, 1923), la tercera de cuatro hermanos, se fue a vivir a Huesca los 7 años de edad, donde cursó sus primeros estudios para trasladarse después a Barcelona, donde realizó los estudios de Bellas Artes en la Escuela Superior de San Jordi (1951- 1955), y obtuvo el título de profesora de dibujo, pintura y grabado, que ejerció después en Huesca y Sabiñánigo.
Pero antes, se quedó un año más en la ciudad condal, con una beca del Ayuntamiento de Huesca. Aquel tiempo en la capital catalana, fue la época "más especial" de su vida, según me dijo en una entrevista.
Y después, viajó a países como Italia, Holanda, Francia y Alemania y su experiencia en el país germano dejó una profunda huella en su arte, como la dimensión espiritual que destaca en su pintura.
El expresionismo caracterizó sus inicios, pero, a finales de los 70, adquirió el dominio de esos tonos fríos que tanto se prodigan en su obra naïf. Nunca dejó de dibujar, pintar y grabar.
"Ella, la creadora de ese mundo de verdes y violetas, de flores y de ventanas abiertas, de rostros con orejas grandes, de hilos y de muñecos, se llama María Cruz Sarvisé y es pintora de misterios o fantasías, de figuras o de paisajes". Fernando Alvira ha querido recordar a la artista con esta frase de Ángel Azpeitia, en una de las primeras críticas que se hicieron sobre su obra.
Su obra se ha podido contemplar en salas de Aragón, Venecia, Chartres, Pamplona, Madrid y Barcelona.
La Diputación de Huesca ha expuesto varias veces su obra. La última gran muestra, Velo que vela al viento, fue en 2016 y en ella, comisariada por Teresa Salcedo, se invitó al público a profundizar más en su trabajo y a traspasar las primeras capas para descubrir un mundo más rico y hasta perturbador, en algunos momentos.
UNA FIGURA INDISCUTIBLE
Javier Sauras se refirió a María Cruz Sarvisé como “una figura indiscutible del arte aragonés del siglo XX”, el día de la entrega de la Medalla de Oro.
También destacó de ella, una persona muy cristiana y muy querida, su "timidez humilde", su generosidad y su bondad.
Domingo Buesa, por su parte, aseguró que María Cruz Sarvisé se había convertido en una referencia en la historia aragonesa, por su estilo personal, original e inigualable.
El 3 de mayo cumplió cien años. Se encontraba ya cansada, fastidiada en muchos momentos por haber perdido vista y oído, por sentir que cada vez le costaba más buscar las palabras necesarias para expresar todo lo que quería decir.
Porque, en su interior, las ideas, los sentimientos, su inteligencia y sus convicciones se movían con mayor fluidez de lo que podía demostrar.
Se ha ido serena, con la tranquilidad de haber cumplido casi todos sus propósitos, sin dejar tareas pendientes. En paz consigo misma.
REACCIONES DE PESAR
Una de sus grandes amigas y colega del mundo del arte, Teresa Salcedo, se ha mostrado desconsolada. "Estoy desolada, aunque esperaba este desenlace. He perdido a más que una amiga, aunque sé que siempre estará conmigo a través de la pintura", ha declarado.
"Para Fundación Ibercaja ha sido un honor organizar, junto a la RANBASL la última exposición de la ilustre pintora, Maria Cruz Sarvisé que fue, desde el primer día, algo más que una exposición. Primero por el acto de Homenaje que le rindió la Real Academia de San Luis y por haber tenido el privilegio de contar con la presencia de la autora. Es una satisfacción enorme que haya podido disfrutar junto con su familia de tan merecido momento en vida. DEP", ha indicado Roberto Cerdán.
"El respeto hacia ella es mi más sincero homenaje", ha afirmado el artista Miguel Mainar.