María Antonia Martín Zorraquino rinde homenaje en Huesca a los maestros que transmitieron el legado de la Escuela Española de Filología

Con la conferencia "A hombros de gigantes" rescató la parte humana de los aragoneses Alvar, Buesa, Lázaro Carreter y Monge en el centenario de su nacimiento

Periodista
26 de Abril de 2024
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Homenaje de María Antonia Martín Zorraquino a los maestros de la filología

La profesora de la Universidad de Zaragoza María Antonia Martín Zorraquino ofreció este pasado jueves una amena conferencia en el Campus de Huesca, en la que, bajo el título A hombros de gigantes, rindió homenaje a los maestros de la filología española, con especial atención a los aragoneses Manuel Alvar López (1923-2001), Tomás Buesa Oliver (1923-2004), Fernando Lázaro Carreter (1923-2004) y Félix Monge Casao (1924-2019), además de a Emilio Alarcos Llorach (1922-1998).

La charla ha formado parte del ciclo de Conferencias de la Asociación de Profesores Eméritos de la Universidad de Zaragoza, en colaboración con el Vicerrectorado de Huesca, a quien Martín Zorraquino trasladó el agradecimiento de esta entidad. “Siempre nos tiene muy en cuenta y nos acoge con muchísimo cariño”, señaló.

María Antonia Martín Zorraquino y Marta Liesa.
María Antonia Martín Zorraquino y Marta Liesa.

La vicerrectora del Campus oscense, Marta Liesa, fue la encargada de presentar a la ponente, catedrática emérita de Lengua Española de la Universidad de Zaragoza. Su investigación se recoge en más de 150 publicaciones y se ha centrado en la gramática del español -sobre todo, en la sintaxis-, el análisis del discurso y el estudio sociolingüístico de diversas áreas de Aragón. Se ha ocupado, asimismo, de algunos aspectos de historiografía lingüística, relacionados, sobre todo, con la historia de la educación y de la determinación de la norma lingüística, y también de la enseñanza del español a extranjeros. En estos ámbitos, ha dirigido además 18 tesis doctorales.

En A hombros de gigantes, María Antonia Martín Zorraquino se centró en la parte humana de estos grandes maestros en el centenario de su nacimiento, una charla plagada de anécdotas, algunas personales. “Nacieron justamente en los felices años 20 del siglo pasado, y constituyen una generación de personas con las que estamos en deuda, especialmente teniendo en cuenta el pasado del que procedían y el futuro que se encontraron delante, más el presente que tuvieron que vivir desde muy niños”.

Comenzó citando la publicación de la “obra magna” de Ramón Menéndez Pidal Los orígenes del español (1926). “Está próximo a celebrarse el centenario de su aparición, y en la preparación de tan importante efeméride trabajan intensamente varias instituciones españolas vinculadas especialmente a la Filología, como la Fundación Ramón Menéndez Pidal, la Real Academia Española y la Revista de Filología Española”, señaló.

Se trata de un libro considerado como “el más hermoso y más importante de la Filología española", porque “supuso colocar a los estudios filológicos españoles en el mismo nivel que los dedicados a otras lenguas románicas, sobre todo, en Francia e Italia”, explicó Martín Zorraquino.

Martín Zorraquino con parte del público asistente a la charla.
Martín Zorraquino con parte del público asistente a la charla. Foto Mercedes Manterola

Tras recordar la “excepcional” labor de Menéndez Pidal, se detuvo en que formó a un conjunto de discípulos filólogos que crearon con el maestro la Escuela Española de Filología, superando el vacío de la Lingüistica del siglo XIX en España. “Una escuela filológica que, con base en la metodología del positivismo (la atención meticulosa a los datos y al estudio objetivo de estos), supo ampliarla combinándola con el idealismo (la convicción de que las lenguas son reflejo también de una cultura acrisolada a través del tiempo). Figuras como Américo Castro, Tomas Navarro Tomas, Federico de Onis, Dámaso Alonso, Amado Alonso, Samuel Gili Gaya y Rafael Lapesa se formaron junto a don Ramón, en sucesivas generaciones y se convirtieron en los maestros de la Filología Española del primer tercio del siglo XX”, recordó.

Esta escuela contó con un apoyo especial en la II República Española, hasta que Guerra Civil llevó en 1939 a la desaparición del Centro de Estudios Históricos (CEH), del que fue director Menéndez Pidal.

El término de la Guerra Civil supuso la marcha de muchos de los miembros del CEH y de muchos de los catedráticos de las universidades españolas, como explicó Martín Zorraquino.

Otro hecho muy relevante en la década de los 20 fue el nacimiento “de los que iban a ser maestros de la Filología Española de la segunda mitad del siglo XX”, señaló la catedrática en referencia a Emilio Alarcos Llorach (1922), Antonio Llorente Maldonado de Guevara (1922), Tomás Buesa Oliver (1923). Fernando Lázaro Carreter (1923), Manuel Alvar López (1923). Félix Monge Casao (1924), Eugenio de Bustos Tovar (1926). Gregorio Salvador Caja (1927) y Fernando González Ollé (1929).

“Estamos en la década de la celebración del centenario de su nacimiento. De ellos, solo González Ollé permanece vivo, con una capacidad incansable para la investigación, pese a sus dificultades ambulatorias. Todos permanecen en nuestro recuerdo”, señaló Martín Zorraquino.

María Antonia Martín Zorraquino habla de Lázaro Carreter.
María Antonia Martín Zorraquino habla de Lázaro Carreter.

“Se trata de un conjunto de hombres que vivieron la experiencia trágica de la Guerra Civil como niños o primeros adolescentes. Y lo que incluso es más duro, una primera posguerra coincidente con los años más crueles de la dictadura franquista: carestía, persecuciones, ausencia de muchos de los maestros que habrían podido admirar y conocer en la Universidad. Y pese a ello, sacando fuerzas de flaqueza, se convirtieron en jóvenes maestros muy pronto, supieron transmitir el legado de la Escuela Española de Filología y, además, supieron también incorporarse e incorporarnos a las nuevas corrientes científicas. ¡Fueron y son unos gigantes!”, definió María Antonia Mateo Zorraquino, antes de detenerse en Emilio Alarcos, para continuar con los aragoneses Manuel Alvar López, Tomás Buesa Oliver, Fernando Lázaro Carreter y Félix Monge.

Sobre Monge, Martín Zorraquino contó que guarda el tomo siguiente a los dos que están publicados de la Enciclopedia Lingüística Hispánica, que contenía una contribución sobre la formación de palabras. “Tengo esa contribución con segundas pruebas corregidas porque me la dejó don Félix, y me gustaría publicarla en su homenaje”, anunció.

Como recalcó la catedrática emérita, los cinco lingüistas “nos han llevado, gracias a su magisterio y a la proyección de su obra, a hombros de gigantes. Si Alarcos es el lingüista español más destacado de la segunda mitad del siglo XX, los maestros aragoneses han sido reconocidos, en sus respectivas especialidades, como filólogos, lingüistas, teóricos de la literatura o historiadores de la lengua, como eximios, insignes y expertos”.

Como indicó, Alvar y Lazaro “siguieron carreras parecidas, muy brillantes. Han llevado el nombre de Aragón muy lejos. Buesa y Monge -agregó- no deben ser considerados con menor mérito. Antes bien, su determinante liderazgo en la Universidad de Zaragoza, como fundadores con Francisco Indurain de la titulación de Filología Románica -después Filología Hispánica de nuestra Universidad-, comporta un agradecimiento incluso mayor por la directa repercusión de su figura o su obra entre los aragoneses”, finalizó.

 

 

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