Existe una creencia popular de que en las fiestas, que para algo se organizaban en tiempos pretéritos para honrar al patrón, las oraciones al santo sirven más. Como que ofrecen mejor rendimiento, como las indulgencias plenarias en año jacobeo. O en año laurentino. En 1957-58 los oscenses disfrutaron de ellas y durante esos doce meses pecaron divinamente, sin malicia, sin perversión. Permítanme las autoridades eclesiásticas la chanza, que la Iglesia está necesitada de mucho humor. Aún recuerdo uno de los primeros discursos del Papa Francisco: "No hay cosa más fea que un obispo triste. ¡Dios, qué feo es un obispo triste!" El pontífice argentino, que es de San Lorenzo y del San Lorenzo, no podría ser entrenador de fútbol. Demasiado ingenioso.
Pues vamos al grano. Si usted, querido abonado, socio, seguidor de la Sociedad Deportiva Huesca, arraiga su fe en la creencia de que los rezos de San Lorenzo tienen mayor rentabilidad, haga sesiones intensivas de aquí al martes. La Basílica está abierta un montón de horas. Y sirven también las jaculatorias en casa. Visto lo visto en Burgos, hará falta sumar a las gestiones de las tres próximas semanas de Ángel Martín González todos los misales y libros de oraciones dirigidos a San Lorenzo y a San Jorge, incluso hasta el caballo de la batalla del Alcoraz.
Más allá de la indignidad del penalti, visto desde cualquier ángulo, la evidencia es que al equipo del Cuco Ziganda no le faltan unos toquecitos en el motor para carburar. Precisa la práctica totalidad de las piezas de un propulsor, para lo cual incluso ha de sustituir aquellas que demuestran síntomas de agotamiento. Las obsoletas. Y esta tarde, sobre el campo, las ha habido. Pero también ha de incorporar el Cuco algún pensamiento para variar sus planteamientos sin necesidad de traicionarse. Lo del Plantío ha sido una continuidad de toda la temporada pasada, en la que tuvimos dos fases: una en la que nos aburrimos y otra en la que, además, perdíamos. Quizás piense el navarro que requiere de otros recambios, y seguro que tendrá algo de razón, pero la apuesta no enamora. No hace tilín. No erotiza al aficionado, que ha hecho una procesión de fe con la renovación de los abonos tras muchos meses de desilusión.
Quedan unos cuantos días para cerrar la plantilla y la reflexión ha de alcanzar a todos los ámbitos del club, incluso el remozado Consejo. El alivio de la carga presupuestaria deportiva ha sido muy importante -no sabemos si suficiente porque falta comunicación por todos los lados y el proceso de inscripciones ha sido agónico, algo que no es nada normal- y desconocemos cómo está evolucionando el de las otras dos partes anunciadas: la de la estructura extra deportiva y la de los contratos externos. Por esa transparencia limitada, ignoramos cómo se está armando el cubo de Rubik. Pero las caras que se han visto en este primer embate liguero no inducen al optimismo. Empatamos, que es lo nuestro. Y, sin embargo, que la indignidad del trencilla de turno no nos desvíe de la realidad: no vale hacerse trampas al solitario. Para ser competitivo, este equipo que defiende por aglomeración necesita mucho más. Ausente san Andrés, san Álvaro ha volado esta tarde. Pero santos, santos, lo que se dice santos, están homologados Lorenzo y Jorge.
Una última proclamación: Yo, a pesar de todo, tengo fe. Pero por si acaso redoblaré las visitas a la capilla en la Basílica. He dicho.