Como si fuera un sarcasmo del destino, los antiguos locales de la Sociedad Deportiva Huesca en la Avenida Pirineos que han causado un desembolso de cerca de cuatrocientos mil euros al club azulgrana han sido ocupados cinco años después de que los abandonara su anterior inquilino, y el nombre de la marca comercial es Casa Sorpresa.
Casa Sorpresa será un establecimiento comercial de propiedad china que lleva muy avanzadas las reformas para utilizar quinientos metros de los casi setecientos que durante años, transitoriamente mientras se adaptaban las oficinas en El Alcoraz contemplando las decenas de trabajadores del club -hoy nómina total capitidisminuida que apenas ocupa la esquina de confluencia entre el Gol Norte y Preferencia, albergaron las oficinas y la tienda de la Sociedad Deportiva Huesca.
Casa Sorpresa es propiedad de los gestores de las instalaciones ubicadas en la Avenida Ramón y Cajal frente al Lidl con el nombre de Bazar Superdescuento Huesca SÍ, que por cierto cerrará sus puertas y sobre las que se baraja la posibilidad de que abra un nuevo concesionario de coches como fue su destino originariamente. El atractivo de una calle comercial como es la Avenida Pirineos ha motivado el traslado, y la ocasión de las oficinas vacías la han pintado calva, como expone el aforismo.
CASI CUATROCIENTOS MIL EUROS
El nombre, por otro lado, tiene su guasa por la truculenta historia de desidia y la sangría económica que ha supuesto para la Sociedad Deportiva Huesca en el momento económico más delicado de su historia, asunto que todavía colea en la reclamación de responsabilidades a consejeros del club.
Los locales de la Avenida Pirineas fueron convertidos en una verdadera casa de sorpresas desagradables por el desdén directivo frente a las reclamaciones del propietario que fueron engordando hasta, como explicó EL DIARIO DE HUESCA en exclusiva, alcanzar una estimación inicial de 220.000 euros. el 7 de enero de 2024 La resistencia a entregar las llaves al propietario se perpetuó todavía durante meses, juicio tras juicio siempre favorables al arrendador, lo que elevó la cuenta casi definitiva en el final del proceso a 327.400 euros.
A este montante hay que sumarle las costas judiciales y los intereses que todavía se están sustanciando y que pueden oscilar entre los 30.000 y 50.000 euros que acercarían el total de este despropósito a cerca de cuatrocientos mil euros. Aquello sí que era una Casa Sorpresa, y no la nueva. Se rasgan los ojos solo de pensarlo.