Jesús Sanagustín tras Oikos: "Pienso reclamar, a ver quién repara los daños por esta farsa"

El empresario rememora los 52 meses desde aquel 26 de noviembre de 2019: "Nos trataron como a delincuentes; no hay justicia, no saben a quién echarle la culpa"

28 de Marzo de 2024
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Jesús Sanagustín tras ser archivada la causa contra él en el caso Oikos

El 26 de noviembre de 2019, Jesús Sanagustín fue sorprendido en la que vino a llamarse pomposamente segunda fase de Oikos, la continuación de la iniciada seis meses antes pero esta vez rebautizada de caso de apuestas deportivas ilegales a trama de amaño de partidos en los titulares de medios zaragozanos y españoles. Coincidiría en el calabozo con Agustín Lasaosa, sorprendentemente detenido por segunda ocasión, y Carlos Laguna, que se estrenaba triste e injustamente en estos menesteres.

Depresiones y ruina después, el propietario de la empresa Pryobras, recuerda en compañía de su abogado, Ricardo Orús, aquel momento fatídico. "Me trataron como  si hubiese sido un delincuente. Nos esposaron en la oficina, nos llevaron a la Policía y ahí empezó la preocupación. Yo hasta que no vi gente conocida, como Agustín y el doctor, no sabía de qué iba el tema. No pude contactar con el primer abogado que tenía hasta que conseguí hablar con Ricardo y él me empezó a explicar. Me sorprendió muchísimo porque no sabía por dónde venían los tiros".

Insiste en la apreciación. "Nos tratan como a delincuentes. Llegas al calabozo, te hacen quitar los cordones, ves a mi compañero Carlos Laguna, que, desgraciadamente, lo está pasando fatal. Todas las personas somos distintas y nos afectan más o menos. No quiere decir que a mí no me haya afectado, porque lo ha hecho tanto en lo personal, económico y salud. Te desesperas, te hundes, sólo te preguntas qué has podido hacer para sufrir lo que te está pasando".

Y llega una segunda fase dentro del calabozo. "Empiezas a pensar que es todo una mentira, ¿qué cojones está pasando aquí, cuál es el motivo para estar aquí, qué hemos hecho tan grave cuando resulta que empiezas a darle vueltas a la cabeza y dices: no hay nada? Y entonces dices: esto se aclarará. Hasta que empiezas a hablar con el abogado y él te da un voto de esperanza. Y te dice "no te preocupes, mañana esto se soluciona, saldremos a la calle, empezaremos a hablar..." Pero hasta ese momento se pasa fatal. Te hundes, se te cae el cielo encima, solo piensas en la familia...".

Tiene grabado a fuego aquel fatídico día. Estaba de viaje cuando fueron por vez primera a buscarle a la oficina. "Acababa de llegar y me dijeron que querían hablar conmigo. En estas, me llaman otra vez y me dicen: somos la Policía y queremos hablar contigo. Se te hunde todo. Esto es para el que le toca".

Y ya le comunican los delitos que se le imputan: blanqueo de capitales, facturas falsas y duplicadas... Y desde entonces, 52 larguísimos meses. ¿Qué se pasa por la cabeza? "Que no hay justicia, que no saben a quién echarle la culpa... Luego empiezan que los wasap, que hay un cruce de wasap, la Policía coge parte de un wasap de una conversación con otra, empiezan a hacer cruces... Por lo que me va explicando Ricardo y otras pesonas que estaban en la misma situación que yo, acabas diciendo: esto es una mentira, esto es una farsa, ¿esto qué es?"

El calvario judicial se prolonga sobremanera a pesar de la insistencia del letrado Orús en el sentido de la inexistencia de pruebas y de la adecuación de los trabajos en la reforma del Alcoraz con las facturas, "incluso por debajo de precio de mercado, como ha asegurado reiteradamente".

Justicia dilatada no es justicia, reza un viejo aforismo. "Piensas que aquí no hay justicia, esto se empieza a alargar. A mí me afecta moralmente muchísimo, luego económicamente porque nadie me quería dar trabajo a la empresa. Otra empresa que tenía he tenido que hacer concurso de acreedores porque desconfían de ti. Las administraciones públicas lógicamente no van a contratar a una empresa que ha hecho blanqueo de capitales supuestamente... hasta que se demuestra la verdad. Y ahora a ver quién repara estos daños ocasionados por esta mentira, por esta farsa".

Ha perdido su empresa, en la que facturaba cerca de dos millones de euros anualmente. "Al final la tuve que vender, porque no podía estar una persona con esta supuesta implicación. Y el resto de cosas que tenía en marcha y en mente se fueron todas al garete hasta el punto de que soy un mero empleado, que no tengo ningún tipo de problema, con un sueldo de 1.200 euros, que tampoco pasa nada, pero te acostumbras a un nivel de vida en el que cuesta trabajo volver a lo que hacías antes".

Se resquebraja el ánimo y se emociona cuando habla de las repercusiones personales. "Me ha afectado muchísimo, en mi estado de ánimo, con quien me rodea. Moralmente, la situación no sirve de agrado, ni dar explicaciones... Mis psicólogos han sido mi abogado y la gente que te rodea, te apoya, te anima...".

¿Decepciones a lo largo de este proceso? "Muchísima gente que creía que me apoyaba y me ha decepcionado mucho. Ha habido gente que ni siquiera una llamada de teléfono, una pregunta de "¿qué tal, cómo estás? Ningún tipo de apoyo de gente que creía que podía estar a mi lado".

Sin estar acusado, simplemente investigado, "todas las instituciones han dejado de contratar conmigo por este asunto. No ha habido ninguna que haya dicho 'voy a volver a trabajar con él'. Esperemos que ahora se den cuenta de que no había nada y me puedan seguir apoyando".

Concluye con aviso a ese navegante que es el Estado: "No tiene reparación porque el daño moral y económico no tiene ninguna reparación, pero pienso reclamar. Mi integridad de ánimo podré recuperarla por como soy, pero empresarialmente, a mis 54 años, va a ser difícil. Pero, bueno, todo se verá, tiempo al tiempo".

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