El plan B previsto tras el descarte definitivo de la compra por el Grupo Costa -no hay maquillajes ni medias verdades que valgan, es así y punto- se viene abajo por pura normativa de La Liga. El patrocinio cuya negociación había involucrado tanto al Huesca como a las instituciones que estaban propiciando la gestión no permitiría realizar fichajes en el mercado de invierno, da igual que sea uno o 1,5 millones de euros. Alternativa abortada salvo que, en un alarde, se consigan cuatro millones que es el exceso del techo salarial del club. El límite era tan bajo a principio de temporada por el gran peso de las remuneraciones globales del personal no deportivo en ese momento.
La pretensión de utilizar un alto Coporcentaje del patrocinio se ha venido abajo sin necesidad de activarla. Para que Antonio Hidalgo pueda contar con jugadores de garantía -si es que en el fútbol la hay- en el plazo invernal se alinean exclusivamente por tres opciones y una cuarta más compleja. La primera consiste en un aval de los consejeros del club, que en estos momentos son el presidente, Fernando Callizo, el consejero-delegado, José Luis Ortas, y los vocales Gustavo García Capó, Cristina Aranda y José Luis Bandrés. La segunda, metafísicamente imposible, pasaría por conseguir el reequilibrio de la cuenta de resultados de la Sociedad Deportiva Huesca, cuando los ingresos y los gastos están a distancia sideral. Ni un gran patrocinio ni una venta patrimonial lo lograrían. Y la tercera es desprenderse de activos del césped. Concebir que utilizar el 50 % de la liberación de los salarios de Kanté y Lombardo contribuirá a traer futbolistas diferenciales o cuanto menos importantes no deja de ser una ensoñación.
Una cuarta oportunidad, harto improbable, es que los que avalen sean los patronos de la Fundación Alcoraz, propietaria de un elevado porcentaje del club. Se trata de José Antonio Martín Otín "Petón", presidente, Cuco Lanau, vicepresidente, Manuel Ollé, Juan Blas Pérez Lorenz, Carlos Santolaria y Luis Miguel Ciprés.
Constituyen las opciones por las que ahora pasa la probabilidad de contar con refuerzos en un equipo que, al mínimo revés, queda exangüe por la falta de recursos. Y aquí no hay ingeniería financiera que valga.