Convento de la Asunción de Huesca, el gozo navideño de la llegada del "Príncipe de la Paz"

La hermana Anne Kavuu, "Anastasia", explica la Navidad de las doce monjas que se entregan al "ora et labora" con prioridad para la oración

26 de Diciembre de 2023
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Hermanas carmelitas del Convento de la Asunción de Huesca
Hermanas carmelitas del Convento de la Asunción de Huesca

Anne Kavuu, Anastasia, 51 años, natural de Machakos (Senegal) y ya con tres décadas en el Convento de la Asunción de Huesca. Disfruta la Navidad con una fe que no empece para gozar todos y cada uno de los momentos tradicionales puertas adentro. Una familia en la que la diversidad deviene en unidad.

Anastasia vive con una reflexividad alegre. Analiza cada concepto. "La fe es un proceso, no llega así, como si nada. Quizás sólo se dio la excepción con San Pablo". Sus abuelos fueron los primeros creyentes de Machakos, la primera diócesis del país. Hasta ahí llegaron los primeros misioneros blancos a principios del siglo pasado. Ella estudió en una escuela católica. En Secundaria, el centro era estatal, aunque era "contiguo a la iglesia". No son coincidencias, afirma, sino "cosas que hace Dios".

Un sacerdote carmelita propició su llegada a Huesca hace treinta años, cuando su carnet de identidad firmaba sólo 21. Vino con otras dos compatriotas, de las cuales una dejó este camino y la otra prosiguiò con Anastasia. "La integración fue fenomenal. Tuvimos una acogida muy bonita y maternal, como la que una mamá tiene con sus niños". La formación se prolongó durante siete años.

Desde entonces, su oficio está bien marcado por las reglas y por sus convicciones. "Se debería estar todo el día rezando. Debemos rezar sin cesar, estemos trabajando, cocinando, lavando la ropa, planchando o en cualquier actividad".

Así, con esa predisposición, han preparado la Navidad, que "es un tiempo de espera que se inicia con el adviento". Enumera los significados de cada uno de los domingos de esta era y asegura que, en realidad, "estamos en espera del Príncipe de la Paz curiosamente en un tiempo de guerra. Si los gobernantes pudieran escucharlo, pararían las guerras. Nosotras rezamos mucho por la paz, por que la gente sea feliz en el mundo".

Define Anastasia el tiempo de Adviento de manera concluyente por sus propias formas de subsistencia: "Es estresante. Hacemos dulces, turrones, polvorones para tener un stock suficiente para las ventas de Navidad". Son justamente afamados estos bocados elaborados con manos y corazón de monja.

En vela perpetua para la oración, han rezado con profundidad las Antífonas de la O -las que simbolizan la espera de la maternidad de la Virgen María-. Durante estos últimos días, han disfrutado de una Navidad "muy litúrgica", impulsada por la divinidad: "Dios nos dice cómo tenemos que vivirla".

Eso sí, de puertas adentro del convento, "la alegría es desbordante. Bailamos, cantamos, entonamos los villancicos". Tras la Misa del Gallo, el júbilo es notorio en la comunidad real con la unidad pastoral de La Catedral, San Pedro y San Vicente. El Niño Dios sonríe mientras ellas se felicitan la Navidad y brindan porque es el momento más exultante de la humanidad.

Luego, vuelven a su gran tarea: "Nuestro trabajo es la oración. Producimos pastelería tres horas al día, pero también entonces rezamos". Su dietario horario se inicia a las 6:30, cuando despiertan para incorporarse ante el Coro para la oración de Laudes. Luego, misa y más oración, esta personal, hasta las 9. Se dirigen a los obradores para las pastas, a la cocina o a labores de limpieza. Tras la comida, es el tiempo de la formación personal y del estudio. "Pero a lo largo del día siempre hay en el coro alguna en adoración".

Lógicamente, también cuidan de la Iglesia que es cabecera del convento, abierta todos los días. Un bonito templo que es admirado también en Semana Santa, y es que alberga la imagen de María Santísima de la Salud y de las Lágrimas que donó un grupo de cofrades a la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y que fue bendecida por José Alegre. Y también el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno que procesiona en Huesca y es obra del escultor Fructuoso Orduna, al que se le encargó en 1949.

Son doce hermanas, aunque "la paz de la comunidad" es la decana, 101 años de edad, "que sigue orando" con una extraordinaria lucidez. "Aprendemos al estar con ella. Reza más que ninguna". Es la encarnación de que "la fe crece constantemente y que, con los años, seguimos tejiendo nuestra fe y nuestras creencias". Palabra de Anne Kavuu, Anastasia para las personas que le admiran tanto.

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