Misión cumplida, con devoción y un importante esfuerzo. El Encuentro de Bandas del XVI Certamen Ciudad de Huesca ha cubierto holgadamente su objetivo de generar una atmósfera cuaresmal propicia no sólo para el recogimiento, sino también para la proclamación religiosa a través de los sonidos de los tambores, los bombos, las cajas y las pocas exhibiciones de viento (dulzainas y cornetas) que han acompañado la demostración.
Después del comienzo "descentralizado" desde varias plazas por la mañana que han desembocado con el homenaje a los Cofrades Difuntos en la de Navarra cuando había transcurrido media hora del mediodía, los participantes en la jornada se han retirado hasta el Jai Alai, donde han disfrutado de una comida de confraternización. El preludio del gran momento final, lento y armonioso. El Desfile que, parsimoniosamente, ha arrancado de la Avenida Monreal para transitar por el Coso Alto, calle Miguel Servet, la plaza de Navarra, la calle Berenguer, San Orencio, San Lorenzo, el Coso Bajo y la plaza de Santo Domingo.
Y allí van la Cofradía del Santo Cáliz Salesianos de Huesca, la Banda de Timbals del aspirants de la Real i Venerable Congregació de la Purissima Sang de NSJ de Tarragona, la Cofradía Cristo de la Esperanza, la de Tambores y Bombos de La Puebla de Alfindén, la del Descendimiento y las Lágrimas de Nuestra Señora, la Cofradía de San José y Santa Ana, la de la Preciosísima Sangre de Cristo y la de Nuestro Padre de Jesús Nazareno, la almudevarense de La Soledad, la del Cristo del Perdón, el Grupo de Matracas y Carraclas de Alcalá de Gurrea, la del Prendimiento, la de María Santísima de los Dolores y Cristo Yacente de Robres, Nuestro Señor Atado a la Columna, la grañenense de Santiago Apóstol y la oscense de Santiago, y para acabar la Cofradía del Cristo de los Gitanos.
Satisfacción exterior e íntima por el gentío acumulado en las aceras como aperitivo de la Semana Santa que se avecina y que aspira, por soñar ni rezar que no quede, a ser Fiesta de Interés Turístico Nacional.
