Llevábamos unos días sin noticias de nuestros insignes patos -los más famosos de España, gracias a Javier del Pino-, esos ilustres caminantes de pluma lustrosa que habían pedido un respiro mediático para consolidar su relación lejos del escrutinio popular.
Sin embargo, la paz no podía durar eternamente: un elegante chapuzón en la fuente de la plaza de Lérida los ha devuelto, como quien no quiere la cosa, a la primera línea de la actualidad.
Ya se sabe que en tiempos de calma informativa, el rumor corre como pólvora: que si desfilaron en la 13ª Marcha Aspace junto a Paco Ratia; que si celebraron el gol del Huesca en La Romareda y se hicieron un selfie con Iker Kortajarena; que si en realidad prefieren el baloncesto y otros deportes como el balonmano o el atletismo... Pero no: lo suyo es el agua. Allí, en la fuente, nadando con movimientos más sincronizados que un ejercicio de las chicas del Club 90, dejaron clara su verdadera pasión.
Hasta ahora habían mostrado cierta predilección por los dominios del sur de la ciudad, pero parece que el norte también les hace tilín. En cualquier lugar de la capital altoaragonesa se sienten cómodos.
Aprovechando la consulta popular lanzada por el Ayuntamiento para cambiar los nombres de algunas arterias de la urbe oscense, en virtud de la Ley de Memoria Democrática, han comenzado a escucharse las primeras propuestas.

Algunos vecinos han sugerido, con indudable sentido práctico, la opción de Calle de los Patos. Otros, dejándose llevar por la inspiración, proponen alternativas más ingeniosas: Duck Norris, para honrar su valor casi legendario; Patoaventura, en homenaje a sus incansables andanzas; Cuac Street, para los amantes de los nombres internacionales; o Pato Picasso, porque, nadar como ellos lo hacen, también puede ser un arte.
Peo nuestros plumíferos parecen haberse interesado por otros asuntos municipales de más calado, como la nueva Ordenanza de Movilidad. No es fácil esquivar a los patineteros aventados o, simplemente, igual están cansados de recorrer la ciudad "a pata".
De todas formas, no pueden evitarlo, son patos voladores y lo suyo son las alturas. Este lunes, en el número 19 de General Lasheras, un viandante descubríó al pato macho, encaramado a un petril de piedra en el tercer piso.
Oteaba el horizonte como un marinero en la cofa, buscando quizá a sus camaradas perdidos o, simplemente, dejándose llevar por la melancolía. ¿Será uno de los miembros de la pareja, que ha emprendido viaje en solitario tras una irreparable disputa? ¿O acaso es el tercer pato, aquel cuya desaparición sigue envuelta en el más intrigante de los misterios?
Las malas lenguas dicen que se solicitó la ayuda de Pato Holmes, el detective de pico-olfato afilado, para esclarecer lo sucedido, pero, de momento, la investigación no ha dado resultados.

Mientras tanto, algunos vecinos juran haber oído extraños graznidos procedentes de la planta alta del Casino Oscense, tapados por las obras. El Ayuntamiento niega tajantemente tales habladurías y las tilda de fake news, pero ya saben: en esta ciudad, cuando el río Isuela suena...
Lo de esta relación patuna comienza a parecerse, cada día más, a la mítica serie Soap (traducida España y en otros países de habla hispana como Enredo), una comedia satírica llena de situaciones absurdas y melodramas exagerados.
Así que, mientras el gran apagón de Europa copa las grandes noticias y la oscuridad cubre los titulares, aquí seguimos; con nuestros amigos, como pequeñas estrellas que se niegan a apagar su luz.