Algo raro está pasando con los dos patos más famosos de Huesca. Tras haber hecho historia como el inesperado trío que puso a la ciudad a sus pies, de repente, los dos originarios se han quedado de nuevo solos. El tercer miembro ha desaparecido sin dejar rastro, como si se lo hubiera tragado un agujero negro.
Rumores de todo tipo surgen mientras los dos protagonistas continúan su marcha, aparentemente impertérritos, con un aire de sospechosa culpabilidad. ¿Una pelea por el mejor rincón del parque? ¿Un desacuerdo filosófico sobre la estructura de la bandada? ¿Un romance con la paloma de la paz? Algunos testigos aseguran que echaron una partida de cartas y salió desplumado. Todo teorías extravagantes, sin duda.
El último documento gráfico que ha llegado a nuestras manos los sitúa en la Plaza Cervantes, frente a la estatua del escritor que, como ellos, también usaba plumas. Quizá piensen que, al estar rodeados de literatura, algo mágico podría ocurrir.
Pero lo que está claro es que, tras la ruptura, los dos antiguos compañeros no han parado de recorrer la ciudad, cruzando Huesca de un extremo a otro con la determinación de quienes saben que la fama es efímera y, por tanto, hay que aprovecharla.
O quizá no tanto. Tal vez, en lugar de un simple destello, la fama de estos dos paseantes va tomando fuerza, alcanzando proporciones insospechadas. Pues eso es lo que ha sucedido. La existencia de estos dos caminantes ha llegado a las ondas nacionales. En la Cadena Ser, el programa "A Vivir que son dos días" de Javier del Pino, les ha dedicado unos minutos.
En un tono divertido, han observado cómo los paseos de unos seres de pico aplanado, patas cortas y palmeadas pueden despertar tanta expectación, hasta el punto de hacerse noticia. Acontecimientos aparentemente banales, se elevan a esta categoría cuando todo el mundo habla de ellos. "Hay que tener mucha mano para poder llenar líneas con unos patos que se pasean por Huesca, pero aquí lo han conseguido", han aprobado.
También, como si tuvieran una bola de cristal, los compañeros de la radio han dudado de la estabilidad del trío y han veticinado una pronta escisión -"sobre todo sin son de izquierdas- como así ha sido.
Ahora, con toda esta atención mediática sobre ellos —Javier del Pino, flaco favor les haces elevándolos a ese pedestal— solo nos queda lanzar un humilde deseo: que la popularidad no se les suba a la cabeza y no empiecen a soñar con probar las mieles de la fama en escenarios más grandes.