Hay quien piensa que buscar desigualdades entre hombres y mujeres cuando se trata de hablar de cáncer no tiene sentido. No sólo legos en la materia, sino también oncólogos y médicos de otras especialidades, que ponen el foco en la personalidad del paciente. Bueno, pues el escritor y sociólogo aragonés Fernando Gil no opina lo mismo, porque “la mujer sufre discriminación, no solo en el terreno laboral y en otros muchos, sino también en la enfermedad”.
Gil ha estudiado abundantemente este asunto y expondrá su punto de vista en la mesa redonda que se va a celebrar este jueves en el Centro Cultural del Matadero, a las 19:30, bajo el título “Mujer, cáncer y equidad” y en el que también van a participar la periodista Mamen Mendizábal, la psiquiatra Rosa Molina y el presidente de la AECC en la provincia altoaragonesa, José Manuel Ramón y Cajal.
“Hay que desmitificar que el cáncer depende de las personas y no del género, porque el género es una variable muy importante”, añade.
Fernando Gil Villa, natural de Ejea de los Caballeros, comenzó a estudiar los aspectos sociales del cáncer y la enfermedad, después de que le diagnosticaran una leucemia, hace aproximadamente 20 años, “para saber cómo afectan a los pacientes y sus familias, la discriminación que existe y para que las políticas públicas puedan tomar nota y puedan trabajar”.
Añade que no consiste solamente en invertir en la investigación de los laboratorios para conseguir los tratamientos adecuados, sino que, hasta entonces, “hay un trato con los pacientes, una calidad de vida y una discriminación por grupos sociales que hay que vigilar para reducir el sufrimiento”.
Gil, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca, ha publicado obras como “La cara social del cáncer", "Estar bien", "La sociedad vulnerable", destaca por su participación activa en foros de Oncología lntegrativa y es Pemio Maeztu de excelencia científica.
El especialista explica que “la mujer sufre, en cierta forma, "el cáncer vicario", es decir, que lo que "lo padece también a través de terceros como pueden ser los hijos u otras personas que dependen de ella” y, además, le afecta más individualmente “porque le sobreviene en los momentos más vulnerables de su vida”.
Gil observa que los casos de cáncer en la mujer suelen tener una mayor prevalencia a partir de que empiezan a tener hijos y después de cumplir los 70 años, “que es cuando más letal es, cuando se quedan solas, cuando cobran menos, son más pobres y tienen menos defensa”. A eso, recalca el sociólogo, hay que sumar una serie de importantes vulnerabilidades como vivir en zonas rurales o, en casos más dramáticos, cuando se encuentran en prisión privadas de libertad.
Si todos estos marcadores los trasladamos a determinados países del mundo, “donde España es como una gota en un océano”, la situación se vuelve realmente dramática
LA MEDICINA LENTA
Fernando Gil apunta que, para mejorar este panorama, hay que abordar muchas esferas sociales y profesionales y no fiarlo todo a las políticas públicas. Así, plantea fomentar la formación humanística de los médicos y reivindicar la medicina lenta. “Hay un movimiento en todo el mundo que se basa en ese tipo de medicina, que no solo cura con fármacos y que propicia un acercamiento entre médico y paciente. Que cuando van al oncólogo no estén temblando por cómo han ido los indicadores, el espanto de las cifras, sino que la relación sea un poco más humana”, explica.
Aboga también por el tratamiento integral de la oncología, como ya se está llevando a cabo en Estados Unidos, que se basa en coordinar los tratamientos con la implicación de las distintas especialidades que intervienen en estos casos, como nutricionistas, fisioterapeutas, sociólogos, psicólogos y oncólogos, además de educación de adultos y familias. “No hay que estar en una burbuja, hay que meterlo todo en una coctelera y diluirlo en una especie de colchón social que les apoye”.
Se lamenta de que en España esto no existe. “Desde hace unos años, nos reunimos especialistas de varios campos en un curso de verano de oncología integrativa a través de la Universidad de Santiago, pero es una iniciativa prácticamente aislada. Ahí vemos todo lo que se puede hacer desde el punto de vista sinérgico y vemos que es algo importante y maravilloso”, comenta y añade que falta apoyo de las administraciones para crear estos grupos y también echa de menos estudios sobre la mujer y el cáncer.
Por último, Fernando Gil afirma que hacen falta más recursos para abordar el cáncer, “la verdadera epidemia del siglo XXI y no la covid19” y recuerda que cada vez hay más fondos europeos dirigidos directamente a las Comunidades Autónomas, incardinados, además, dentro de estas líneas estratégicas que pretenden la igualdad de la mujer, “una lucha ingente que va a durar además todo este siglo”.