El Palacio de Villahermosa acogió este sábado un emotivo acto que unió historia, recuerdos y reencuentros. Más de 300 personas asistieron la exposición “Misión Bosnia. La ruta de los españoles”, organizada por la Subdelegación de Defensa y acogida por la Fundación Ibercaja. Militares de la Brigada Aragón en Bosnia, familiares, la vicepresidenta de la Diputación Provincial, Celsa Rufas, y quienes fueron alcaldes de Huesca y Barbastro en 1995, Luis Acín y Rafael Fernández de Vega, asistieron al acto, en el que muchos volvieron a verse después de 30 años y en el que los testimonios devolvieron vida a una misión que marcó un antes y un después en las Fuerzas Armadas y en la propia sociedad española.
La exposición, que podrá visitarse hasta el 5 de diciembre, ha logrado tal acogida que ya ha sido ampliada. “Les invito a que pasen a visitarla, a disfrutar de todo el contenido y todos los recuerdos que ella recoge”, expresó en la bienvenida Alexia Serrano, subdirectora del Centro Ibercaja Huesca, destacando el carácter “muy emotivo y entrañable” de la muestra en este 30º aniversario de la primera misión internacional de España.
El coronel Rafael Matilla, tomó la palabra como subdelegado de Defensa en Huesca, también como miembro de la brigada española que partió en 1995 a Bosnia, y también como comisario de la exposición. Reivindicó que esta misión representa "un momento inmejorable para dar a conocer las Fuerzas Armadas a la sociedad oscense, las misiones internacionales y, en particular, la de Bosnia, en la que España desplegó por primera vez contingentes operativos. Una misión que trajo consigo la modernización de las Fuerzas Armadas, pero, sobre todo, y lo más importante es que llevó la paz a Bosnia".
Matilla repasó lo que fue para él “una gran experiencia profesional y humana. Participé por primera vez en una misión internacional -recordó-, pudimos poner en práctica los conocimientos adquiridos en las academias militares y en los campos de instrucción y vivirlo con mis jefes, compañeros y soldados de la Brigada de Cazadores de Alta Montaña”.
Agradeció la implicación de todos los miembros de la comisión organizadora de esta conmemoración que han colaborado en la exposición, con sus fotografías, con sus consejos y con sus pequeños recuerdos, y citó especialmente a Ana Zamora y Eugenio Monesma por su colaboración.
La muestra cuenta con 11 paneles, 40 fotografías, dos vídeos y diversos materiales, que recogen los hitos y los momentos históricos que vivieron en Bosnia-Herzegovina. Su título hace referencia a la ruta en la que había que proteger los convoyes de la ayuda humanitaria que venían desde el Adriático con destino a Sarajevo, que pasaba por toda la cuenca del río Neretva, una de las zonas de responsabilidad de los españoles. "Esa ruta se llamaba la ruta de la muerte porque estaba dominada por las montañas, desde donde el ejército serbio bombardeaba e impedía que llegara la ayuda humanitaria. Luego se conoció como la ruta de la vida, la ruta de los españoles", explicó Matilla.
Para cerrar su intervención citó las palabras del general Palacios el 8 de junio de 1996, que figuran en el último panel de la exposición: “Vuestra labor callada y difícil en muchos casos ha elevado la imagen de España en el mundo y el prestigio de nuestro Ejército en el cumplimiento de una tarea multinacional. Podéis sentir el sano orgullo por el deber cumplido con el que os habéis ganado el reconocimiento de un pueblo que sufre, al que hemos ayudado decisivamente a encontrar el camino de la paz”.
SOLDADOS RECLAMADOS POR TODOS
El general Luis Palacios, quien fue jefe de la Brigada Española SPABRI I, recordó el esfuerzo de la comisión organizadora por montar esta exposición, "un reflejo de nuestra labor en la imposición de la paz y en la ayuda a la población civil en Bosnia". “Espero que trasmita el ambiente que nos envolvía y, sobre todo, el espíritu y la profesionalidad de nuestros soldados”.
El general Palacios, también regresó a aquellos meses en Bosnia. "Puedo dar testimonio fehaciente de la forma en que nuestros hombres y mujeres actuaron en esta delicada y difícil misión. Lo hicieron manteniendo un gesto ejemplar en el cumplimiento del deber, siempre con lealtad al mando, disciplina sin fisuras y una actitud de cercanía y sensibilidad hacia la población civil que fue el asombro de todos. Puedo asegurar que tanto los croatas como los serbios y bosniacos musulmanes pedían que en su zona actuaran los soldados españoles", señaló.
LA HUELLA QUE QUEDÓ
El coronel Jaime Marqueta, entonces jefe de Estado Mayor de la Brigada Aragón y presidente de la Hermandad de Veteranos, revivió algunos de los momentos más duros de la misión. Recordó los tres hitos que marcaron su experiencia. Por un lado, la selección del contingente, porque “todo el mundo quería ir, y había que elegir”. También se refirió a llegada a la zona de operaciones, y comprobar "la magnitud de la tragedia que allí se seguía desarrollando y, sobre todo, la cantidad de destrucción, muertos, prisioneros… era desolador"
El tercer hito fue su paso por Francia para organizar el futuro despliegue derivado del Tratado de Dayton, que lo cambió todo. "Fuimos integrados en la división multinacional Salamandra y, para su despliegue, tuve la oportunidad de asistir en Francia a una reunión donde los españoles conseguimos mantener el control sobre Mostar y la parte sur de Herzegovina, que era lo que en todas las partes deseaban; que los españoles estuviésemos presentes en esa zona".
Al final de la estancia "se habían cumplido los objetivos militares, solo quedaba la parte política. Fueron muchos los momentos de tensión que gracias a mi Estado Mayor y a las distintas unidades que trabajaron las 24 horas del día se solventaron.También vivimos momentos entrañables -citó- como la Navidad fuera de nuestros hogares, que gracias a los cocineros y a los Mainates nos sentimos como en casa".
Marqueta ha regresado dos veces a Bosnia. Y allí pudo comprobar, dijo, que “nuestro esfuerzo no fue baldío y que la huella que dejamos sigue presente. Recibí emocionado el agradecimiento de todos cuando se enteraban de que yo era uno de aquellos españoles que un día estuvimos allí".
LA LOGÍSTICA
El coronel José María Soroa, jefe de la unidad logística de la Agrupación Aragón y después de SPABRI I, aportó una perspectiva menos conocida. “El campamento de Drachego no tenía agua. El pelotón de aguadas debía hacer más de siete viajes diarios”, recordó.
Sus palabras trasladaron a los asistentes a la misión que requirió cursos acelerados para manejar blindados desconocidos, transporte de 400 toneladas de ayuda humanitaria, rutas heladas imposibles, módulos quirúrgicos en plena montaña y hasta la teleasistencia pionera con el hospital Gómez Ulla.
Soroa también rescató momentos entrañables, como la visita de Joan Manuel Serrat, que ofreció un pequeño concierto en el campamento, o el partido de fútbol contra la brigada italiana Garibaldi —“ganamos 2-0, pero hicimos una pequeña trampa al alinear a un intérprete bosniaco”, bromeó.
Y terminó con la anécdota que mejor define el espíritu español en misión: “Vino también al destacamento un equipo americano, porque querían saber qué secreto teníamos, cómo lo hacíamos para que las distintas partes nos apreciaran y nos quisieran tanto. Le respondí que no tenemos ningún secreto. Esto es la idiosincrasia del soldado español. Es el ADN que teníais todos vosotros hace 30 años en el cumplimiento de la misión".
Para muchos veteranos, cruzar el túnel para volver 30 años atrás ha sido un viaje emocional, como lo ha sido la reunión en Huesca con muchos abrazos de reencuentro, risas y anécdotas de quienes participaron en aquella misión que llevó paz a Bosnia, y también dejó una profunda huella en quienes la vivieron y en la imagen que España proyectó al mundo. Hasta el 5 de diciembre, esa historia vuelve a estar al alcance de todos.
